Por qué Rusia prohíbe importar y cultivar productos transgénicos.
Sergey Malgavko/RIA NovostiLa ingeniería genética se empleará exclusivamente para tareas de peritación e investigación científica a partir del 1 de enero del próximo año. Las multas por violar esta ley para las personas físicas oscilarán entre los 150 y los 750 dólares, y para las empresas entre los 1.500 y los 7.500 dólares.
En Rusia existía anteriormente una moratoria para el cultivo de productos transgénicos, aunque esta no preveía ninguna sanción.
La ley ha beneficiado a los propietarios de granjas de productos orgánicos, cuyo negocio se ha desarrollado considerablemente durante la última década.
“Los productos transgénicos son una eficaz herramienta para conseguir que el mercado mundial de alimentos esté controlado por las grandes corporaciones de productores, como el gigante bioquímico estadounidense Monsanto, que produce actualmente casi el 50 % de las semillas transgénicas”, comenta Borís Akímov, fundador de la cooperativa agrícola LavkaLavka.
La comunidad científica no comparte la opinión de los granjeros, ya que opina que la prohibición podría provocar el retraso del país en el ámbito de la biotecnología.
“La ley amenaza con detener la creación de cultivos transgénicos nacionales y nos resta competitividad” –considera Alexander Gaponenko, investigador jefe del Instituto de Biología de la Academia Rusa de Ciencias. Según Gaponenko, en 1948 se aprobó una ley similar que prohibía la ingeniería genética, y la agricultura del país “se mantuvo una década por detrás del resto del mundo”.
Los investigadores temen que la prohibición de los transgénicos en la agricultura tenga un impacto negativo en la ciencia, ya que elimina la demanda de investigación. “Los mejores científicos expertos en genética se irán a Occidente”, opina el genetista molecular Stanislav Pólozov.
Sin embargo, los ciudadanos rusos prefieren los productos naturales: según las encuestas del Centro Ruso de Estudio de la Opinión Pública, casi el 80 % de la población del país tiene una opinión negativa acerca del uso de productos transgénicos.
Hasta ahora no se ha demostrado que los productos transgénicos sean perjudiciales. “Parece que no hay modo de averiguar todas las posibles consecuencias posibles a largo plazo y de esta forma tener una absoluta certeza sobre esta cuestión”, comenta Anastasia Belostotskaya, analista experta en agricultura de la Escuela de Administración Skólkovo de Moscú. “Por ello, este es uno de los asuntos más controvertidos y odiados del ámbito nacional y global”, añade la experta.
En 2009 la bióloga rusa Irina Ermakova investigó el impacto de los transgénicos en la función reproductiva de los ratones. “En los animales adultos alimentados con soja transgénica se observaron graves patologías en el hígado, defectos en el desarrollo de los órganos reproductores y en el equilibrio hormonal” –comenta Ermakova-. En mis pruebas, más de la mitad de las crías de ratón morían. Y un 40 % de las crías que sobrevivían no estaban desarrolladas del todo, su tamaño y su peso eran mucho menores que los de los ratones normales de su edad. Además, todos eran estériles”.
No obstante, el trabajo de Ermakova fue criticado por científicos de la Academia Rusa de Ciencias por defectos en la organización del experimento y por el procesamiento incorrecto de los datos obtenidos.
Los expertos rusos prevén dos posibles escenarios para el desarrollo de la agricultura como consecuencia de la prohibición de la importación y el cultivo de transgénicos.
El escenario positivo consiste en que Rusia puede convertirse en uno de los mayores productores de alimentos orgánicos del mundo. El negativo prevé que el país muestre un retraso respecto a los líderes mundiales del ámbito de las biotecnologías.
“Para poder convertirnos en el líder mundial de los alimentos orgánicos no basta únicamente con la prohibición de los productos transgénicos”, opina Anastasia Belostotskaya. “Además, no existe ninguna regulación adecuada hasta ahora ni un mecanismo claro de certificación nacional de los productos orgánicos”, comenta.
Muchos países utilizan productos transgénicos directamente para producir nuevas variedades e híbridos resistentes a las sequías, las enfermedades, los herbicidas, los parásitos y las condiciones ambientales adversas.
“Actualmente, un 95 % de la soja y el maíz de Brasil y Argentina están modificados genéticamente”, comenta Gaponenko. Según este, en Rusia apenas se producen estos tipos de variedades e híbridos. De modo que, en caso de que llegue un año de malas cosechas, el país podría enfrentarse a problemas de hambrunas.
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