La OMC, los transgénicos o el miedo a lo desconocido

La demanda de productos orgánicos aumenta entre los rusos. Fuente: Kommersant

La demanda de productos orgánicos aumenta entre los rusos. Fuente: Kommersant

Rusia va adoptando paulatinamente las obligaciones de la Organización Mundial del Comercio y una de ellas es la de tener una actitud más tolerante hacia los productos que contienen organismos modificados genéticamente (OMG).

A partir de ahora se podrán importar semillas modificadas genéticamente, sembrarlas en el territorio de Rusia y vender la producción sin tener que etiquetarla como tal, esto último será opcional. Todos estos puntos indignan a los ecologistas que a finales de mayo organizaron una acción de protesta contra estas medidas. 

El movimiento 'Rusia sin transgénicos' está ganando fuerza. Sus organizadores han empezado a recoger firmas con la intención de presionara para hacer de la Federación de Rusia una zona libre de transgénicos. 

“La gente tiene que poder elegir qué productos compra en la tienda. Consideramos que es indispensable que en la etiqueta se especifique si contiene OMG”, explica Elena Sharoikina,directora de la Asociación Nacional de Seguridad Genética (OAGB, por sus siglas en ruso). 

“En nuestro acto participaron cerca de 50 personas, las autoridades de Moscú solo dieron permiso para realizar una concentración y no la marcha como planeábamos al principio. Pero en todo el mundo ese día salieron a la calle unos cuantos millones de personas en más de 400 ciudades de 58 países”. 

Los ecologistas planean recoger un millón de firmas y dirigirse entonces al presidente Vladímir Putin, con la petición de que se deje a los OMG fuera de las fronteras del país y que se conserve la identificación en los productos “anómalos”. 

“Queremos cumplir con el principio de prevención. Por ejemplo, causan alarma los experimentos con hámsteres. Los animales que fueron alimentados con pienso que contenía OMG dejaron de reproducirse en la segunda generación. Está claro que los resultados no se pueden trasladar completamente a las personas pero vale la pena pararse a pensar en el efecto producido”, explica Sharoikina. 

Actualmente hay más de 100 territorios libres de transgénicos, entre ellos Suiza, Serbia y Bulgaria y la experta está convencida que las autoridades rusas tendrán que tener en cuenta la opinión de un millón de rusos. 

El principal problema radica en que los ecologistas no pueden declarar de forma inequívoca el peligro de los transgénicos. Pueden hablar solo de lo desconocido y de lo que podría que pasar, ya que en todos los experimentos que se han realizado se han utilizado ratas, ratones y hámsteres.  

Aunque estos resultados no se puedan trasladar completamente a las personas, no dejan de provocar miedo. 

Sin embargo, según el presidente de la consejo social dependiente del Ministerio de Agricultura de Rusia, el jefe del grupo que aglomera varias granjas rusas, Andrei Danelenko: “En Rusia el consumidor suele ser bastante ignorante y se cree todo lo que le dicen, y en la práctica muchas veces compra sin mirar”. 

Los consumidores se fijan más en la fecha de caducidad del producto que en su composición. Elena está convencida de que si el producto está en las estanterías de la tienda significa que ha pasado por todos los controles y que se puede comprar con confianza. Yevgueni y Olga al contrario, estudian atentamente las etiquetas y la abreviatura OMG les alarma. 

“Nunca se sabe qué es lo que hay en el producto. Sobre todo es difícil encontrar leche auténtica, por ejemplo, ¿por qué la leche no se agria y puede guardarse ocho meses?, comenta Olga. “Yo me fijo mucho en lo que compro”, sentencia. Yevgueni tampoco compraría productos transgénicos pero en las etiquetas se fija más en la fecha de caducidad. 

Por su parte, el famoso escritor ruso Leonid Kagánov asegura que él quiere comer productos de nueva generación. En primer lugar porque en el estómago se descomponen totalmente en nutrientes y para el organismo no hay ninguna diferencia entre una naranja que se ha ingerido con genes de salmón y una naranja que se ha comido con salmón. 

 

Protesta contra los organismos modificados genéticamente en Bulgaria. Fuente: AP

Danilenko explica que la gente teme a los productos transgénicos porque a día de hoy no hay pruebas irrefutables ni de su seguridad ni de su nocividad. En el proceso de hibridación artificial aparece lo que nunca aparecería por vía de la selección natural. 

“Los empresarios utilizan los transgénicos porque les es muy cómodo. Tales cultivos son resistentes a los parásitos, dan un mayor rendimiento en las mismas condiciones”, explica el experto. “En Estados Unidos, en América Latina y en Ucrania este tipo de sembrados son la norma. Estoy seguro que en Rusia también hay semillas OMG de contrabando”. 

Danilenko cree que cuando se levante la prohibición a los transgénicos nadie podrá prohibir a los empresarios sembrar plantas de nueva generación.

Sin embargo el experto destaca que Rusia con sus territorios puede permitirse no utilizar transgénicos y cultivar todo lo que se necesita con el método tradicional. “Tenemos el 20% de las superficies cultivables del mundo y no hay un problema de falta de tierra”. Pero para eso es necesario centrarse más en el desarrollo de nuestra propia base de selección porque a día de hoy la gran mayoría de semillas son de importación. 

“Paralelamente al desarrollo de la base de semillas, hay que organizar un sistema de control de la presencia de OGM en los componentes de los productos. Actualmente existen unas formas bastantes buenas para determinar este parámetro”,  destacó Danilenko. “Nos podemos permitir tener productos ecológicos puros”. 

Mientras tanto, algunos científicos rusos no ven nada de terrible en los OGM, incluso en algunos casos es al contrario. El director del Centro de Nanobiotecnología de la Universidad Agraria Estatal, Valeri Glazko, cree que finalmente se conseguirá alimentar bien a todo mundo y se obtendrá una nueva generación de personas más inteligentes.

“Si una mujer embarazada no come la ración suficiente y tiene baja la hemoglobina, el niño nacerá con posibilidades de sobrevivir pero sin posibilidades de tomar decisiones. Las capacidades para adaptarse se mantienen pero el cerebro no se desarrolla. Para nosotros los transgénicos son la salvación”, explica el doctor. 

Glazko explicó que en nuestros organismos hay hasta un 5% de genes erróneos y esto no nos impide vivir. Por ejemplo, el virus del herpes es hereditarios y está incorporado al material genético hereditario de la persona. “El hambre es la cara opuesta al terrorismo. Nos encontramos ante la elección: canibalismo o organismos genéticamente modificados”, destacó el experto.

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