En el verano de 1941, varios submarinos británicos entraron en el puerto soviético de Múrmansk, en el norte del país. Antes de zarpar se celebró una cena juntos.
Slayden pensaba que lo del reno era una broma, pero más tarde los marineros soviéticos llevaron uno pequeño al Trident.
Los británicos no rechazaron el regalo. El animal recibió el nombre de Poliana y fue introducido a bordo a través del aparato lanzatorpedos.
El cervatillo pasó seis semanas en el submarino mientras patrullaba la costa noruega. Rápidamente se acostumbró a la vida en el navío: cuando sonaba la alarma de subida a la superficie, el animal corría a la escotilla para tomar aire fresco.
La alimentaban con musgo de reno que le daban los marineros soviéticos, y luego con sobras de la cocina. Una vez cogió cartas de navegación de la mesa y se las comió, pero lo que más le gustaba era la leche condensada.
Al final del viaje, Poliana estaba tan gorda que no cabía por el tubo lanzatorpedos. Hubo que evacuarla por la escotilla con una grúa.
Con la llegada a Inglaterra terminó el “servicio” del reno y fue enviada al zoo de Londres. El recuerdo de sus aventuras submarinas la acompañó para siempre: cuando oía un altavoz o una sirena, mantenía la cabeza agachada, como hacía a bordo del submarino.
Poliana murió en 1946. Casualmente, ese mismo año fue desguazado el submarino Trident.
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