Un trono para dos, ¿por qué no? A finales del siglo XVII, Pedro el Grande y su hermano mayor, Iván V, subieron al trono al mismo tiempo. Todos los atributos del poder tuvieron que hacerse por duplicado. Al mayor de los dos, Iván, se le confeccionó el gorro de Monómaco, y al menor de los dos, Pedro, uno similar: el gorro de Monómaco del segundo atuendo. Pero se les hizo en común un lujoso trono de plata y dorado.
La suntuosa decoración lo convirtió en un terem de cuento de hadas: los artesanos moscovitas lo decoraron con orbes, coronas, águilas bicéfalas, leones y unicornios. En 1682, el trono doble se instaló en un estrado de la catedral de la Asunción del Kremlin para la coronación de Pedro e Iván Alexéievich, la última, que tuvo lugar según el rito de la coronación.
Pero lo más interesante es que el trono no era doble, sino triple. Detrás de él había un lugar secreto para los consejeros. Por lo general, allí se sentaba la hermana mayor y gobernante de facto, la princesa Sofía Alexéievna, que transmitía instrucciones a sus hermanos a través de una ventana especial hecha en el trono.
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