Estos animales se arrastraban bajo los fondos de los tanques alemanes llevando explosivos en el cuerpo. El entrenamiento de estos perros kamikaze era duro: no se les alimentaba durante varios días, y luego se les soltaba en el campo de entrenamiento, donde la comida estaba bajo los blindados en movimiento y disparando. Tarde o temprano, el hambre vencía al miedo y el amigo de cuatro patas del hombre se transformaba en un arma mortal, pero desgraciadamente desechable.
Los perros cazadores de tanques se utilizaron activamente al principio de la guerra, en particular durante las batallas de Moscú y Stalingrado. Demostraron ser extremadamente eficaces el 22 de julio de 1942, cerca del pueblo de Sultán-Sali, no lejos de Rostov del Don. Ese día, 64 perros especialmente adiestrados fueron capaces de destruir 24 tanques alemanes. En total, durante la guerra, los perros kamikaze consiguieron librar al Ejército Rojo de 200 tanques enemigos.
En 1943, al final del periodo crítico de la guerra para la URSS, el Ejército Rojo abandonó el uso de este método extremo de lucha contra los blindados enemigos, confiando en su lugar en las armas antitanque tradicionales.
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