El perro soviético de 'Guardianes de la Galaxia' ¡era real!

Keystone/Getty Images; Marvel Studios
El superhéroe llamado Cosmo, un perro con telequinesis y poderes psíquicos, tiene un prototipo en la vida real. La perra Laika fue el primer animal en entrar en órbita espacial en la historia de la humanidad. Su trágica muerte fue un escándalo internacional y un problema para las autoridades soviéticas.

Laika, al igual que la mayoría de los perros que participaron en los experimentos espaciales soviéticos, era una perra callejera. Fue el primer ser vivo que viajó al espacio. Su destino ha inspirado a cineastas, escritores y músicos de todo el mundo para crear todo tipo de obras.

Una de sus reencarnaciones es el personaje del Universo Marvel Cosmo, el Perro Espacial. En Guardianes de la Galaxia Vol.3, el director James Gunn hizo su propia versión de Cosmo: el perro "cambió" su género a femenino, concretamente por Laika.

A tiempo para las vacaciones

Laika voló al espacio el 3 de noviembre de 1957, justo un mes después del lanzamiento del primer satélite artificial, cuando el mundo entero escuchó el famoso "bip-bip-bip" durante tres semanas y comenzó la era espacial de la humanidad.

La perra Laika en un contenedor durante los preparativos para un vuelo espacial en el Instituto de Problemas Médicos y Biológicos de la Academia de Ciencias de la URSS, octubre de 1957.

Su vuelo se vio facilitado por la excitación sin precedentes que siguió al lanzamiento del primer satélite. El secretario general Nikita Jrushchov dio personalmente instrucciones para preparar cuanto antes la siguiente misión, aún más vertiginosa, en la que participaría un ser vivo. La fecha límite era el 40 aniversario de la revolución socialista, el 7 de noviembre.

El jefe del programa espacial, Serguéi Koroliov, apoyó la idea. Tanto más cuanto que la investigación médica y biológica con perros se venía realizando desde hacía mucho tiempo, desde los años 40. Un laboratorio secreto del "Instituto de Medicina de Aviación", que se ocultaba bajo el número de código 2469, se dedicaba a estas actividades.

El lanzamiento del Sputnik 2, el 3 de noviembre de 1957. El Sputnik 2 transportaba al perro Laika.

No sólo se prepararon perros adiestrados, sino también una cabina con un dispositivo automático de alimentación y un "retrete" para perros (que, por cierto, introdujo la "discriminación" en las filas caninas en función del sexo: la construcción más sencilla estaba diseñada sólo para perras, por lo que los perros macho se quedaban en tierra).

Lo que no existía entonces era un satélite capaz de regresar de la órbita a la Tierra. "Por supuesto, Laika estaba condenada inicialmente porque el mecanismo de retorno no existía", afirma Oleg Gazenko, académico y destacado científico del programa espacial. - Pero [su muerte] debería haber ocurrido tras una semana de vuelo. Por desgracia, la muerte se produjo mucho antes".

Muerte ocultada de Laika

Laika empezó a prepararse para el vuelo con tres días de antelación. La desinfectaron, le untaron yodo en las costillas y la carótida, le pusieron un mono y la metieron en una cabina presurizada.

Durante el lanzamiento, su ritmo cardiaco se triplicó con creces, llegando a 250 pulsaciones por minuto. Su respiración se cuadruplicó. Pero una vez en órbita, tras el apagado de los motores, el perro se calmó. Todos observaron su vuelo esperanzados.

Sin embargo, al cabo de cinco horas, los ventiladores de la cabina ya no podían hacer frente a la carga de calor, la temperatura en la cabina alcanzó los 42ºC. Tras el cuarto vuelo alrededor de la Tierra, los instrumentos registraron una parada cardiaca, Laika murió de hipertermia. El Sputnik-2, ahora con una perra muerta, estuvo en órbita durante medio año y se quemó en la atmósfera el 14 de abril de 1958.

Los detalles de la muerte del perro no se revelaron hasta 2002. En 1957, la prensa soviética publicó durante siete días informes sobre la salud de Laika. Oficialmente, Laika estaba viva.

"La perra más peluda, solitaria y miserable del mundo"

En Occidente, el vuelo fue, como era de esperar, una sensación. "La perra más peluda, solitaria y miserable del mundo", escribió The New York Times el 5 de noviembre de 1957. Se la admiraba, se la cuidaba.

Cuando, una semana después, los medios soviéticos dejaron de publicar información sobre Laika, la gente en Occidente se alarmó. La información inicial de la Unión Soviética era que Laika volvería a la Tierra. Los periódicos europeos salieron con los titulares "¿Perro espacial muerto?". La tensión iba en aumento.

Los soviéticos tuvieron que sudar la gota gorda: a través de periódicos europeos amigos se extendió el rumor de que la perra "había sido adormecida con una fuerte droga añadida al último bocado de comida para evitar que sufriera una agonía prolongada". Esta noticia iba acompañada del epitafio: "Con su sacrificio, Laika dio a la ciencia una valiosa información que pronto permitirá a la humanidad conquistar el espacio".

La noticia desencadenó un aluvión de críticas en Occidente acusando al Kremlin de la crueldad de los experimentadores. Dentro de la Unión Soviética, la muerte del primer animal en órbita fue ampliamente ignorada. Los periódicos soviéticos se centraron en el progreso técnico. Para conmemorarlo, la URSS sólo fabricó un cigarrillo Laika, y en 2008 se inauguró un monumento en Moscú, en el Instituto de Medicina Militar.

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