"Pienso a menudo y seriamente en la necesidad de un museo de arte ruso en San Petersburgo. Moscú tiene, digamos, una galería privada pero preciosa de Tretiakov, que según he oído lega a la ciudad. Y nosotros no tenemos nada", así describía Alexéi Bogoliubov, profesor de la Academia Imperial de las Artes y maestro de la pareja imperial, los pensamientos del emperador Alejandro III en sus Notas de un marino y artista. El zar había imaginado la institución clave para la cultura nacional, que apareció en la capital en 1898, 15 años antes.
El zar era un ávido coleccionista de obras de artistas rusos: en 1894 su colección contaba con casi seiscientos lienzos. En cierto modo, estaba celoso de la fama de la Galería Tretiakov, la colección privada del empresario moscovita y mecenas Pável Tretiakov.
Entre los dos coleccionistas rusos más famosos había lugar tanto para el respeto como para la competencia profesional. Lev Anisov, autor de libros sobre arte, en su obra sobre Tretiakov relata un episodio de su conversación: "En la sala Surikov de la galería comenzó una conversación sobre 'Boyaryna Morozova'. El zar había pedido ceder el cuadro para su museo. Pável Mijáilovich le respondió que ya no le pertenecía, puesto que iba a transferir la galería a la ciudad (esto ocurrió en 1892 - ed.). Alejandro III se retiró entonces un poco de Tretiakov y le hizo una reverencia.
"La Galería Tretiakov estaba en Moscú. Moscú era percibida entonces como la antigua capital, el centro del espíritu eslavo. Y para Alejandro III era de crucial importancia abrir un museo en San Petersburgo y convertir así a la capital europea en la capital del arte ruso", comenta Olga Kruglikova, profesora asociada de la Universidad Estatal de San Petersburgo e historiadora.
Moda para los rusos
Como muchos de los Romanov, Alexánder Alexándrovich apreciaba el arte. Como zarévich tocaba instrumentos de viento en su propio conjunto musical, y como monarca apoyó el desarrollo de la ópera rusa. En su juventud estudió dibujo con el profesor de pintura Nikolái Tijobrazov, y más tarde, junto con su esposa Maria Fiódorovna, tomó clases con el académico Bogoliubov. Conoció personalmente a muchos artistas rusos, visitó sus vernissages y estudios, encargó y compró cuadros, y pinturas de su colección se exhibieron en importantes exposiciones rusas.
"Si los monarcas rusos anteriores a Alejandro III -especialmente Catalina la Grande- reunieron colecciones de arte predominantemente europeo, él fue el primero en iniciar una colección sistemática de pinturas rusas y trató de darlas a conocer al público europeo. El rasgo común de la época de Alejandro fue una síntesis cultural, en la que todo tipo de arte o bien reproducía la antigüedad rusa a la manera europea o, por el contrario, los motivos nacionales se entretejían con las formas clásicas europeas", afirma Olga Kruglikova.
La familia zarista animó a los Itinerantes: pintaban escenas de la historia rusa y temas de la vida del pueblo ruso de forma realista, y también organizaban exposiciones destinadas a dar a conocer el arte ruso contemporáneo en las provincias. Alejandro, a quien no le gustaba la oposición ideológica entre los representantes de la escuela académica (en concreto, la dirección de la Academia Imperial de las Artes) y los Itinerantes, inició una reforma de la escuela. Como resultado, surgió una nueva Escuela Superior de Arte dentro de la Academia, y muchos Itinerantes fueron invitados a enseñar. Todo ello contribuyó en gran medida al desarrollo del arte nacional.
La herencia del monarca
Alejandro III murió repentinamente de enfermedad en 1894, pero su vasta colección quedó dispersa entre las residencias del monarca. El decreto de creación de la institución fue firmado en 1895 por Nicolás II.
"En respuesta a la urgente necesidad de cumplir la voluntad del difunto Soberano, hemos considerado oportuno crear una institución especial denominada 'Museo Ruso del Emperador Alejandro III'", subrayaba el documento.
Este nombre hacía referencia al autócrata como el mayor coleccionista de arte nacional y su mecenas, y reflejaba directamente la intención ideológica de Alejandro III. Tras los acontecimientos revolucionarios de 1917, la referencia al Emperador se eliminó del nombre del museo. Sin embargo, el nombre de la institución sigue llevando el concepto de Alejandro hasta nuestros días.
Nicolás II ordenó la compra del Palacio Mijáilovski a los descendientes de su tatarabuelo, el emperador Pablo I, para el museo. El edificio, construido en 1825 por el arquitecto italiano Carlo Rossi, fue reconstruido e inaugurado el 7 (19) de marzo de 1898, en presencia del nuevo monarca, la emperatriz viuda María Fiodorovna y otros miembros de la familia.
En aquella época, el Museo Ruso ocupaba 37 salas del Palacio Mijáilovski, divididas en 10 departamentos. En la actualidad, también incluye el Edificio Benoit, el Castillo Mijáilovski (de los ingenieros) -antigua residencia del emperador Pablo I-, el Palacio de Mármol, que perteneció a los descendientes del emperador Nicolás I, así como el Palacio Stróganov y el Palacio de Verano de Pedro el Grande.
Inicialmente, la colección del museo constaba de 80 cuadros procedentes del Hermitage, 120 de la Academia de las Artes, 200 del Palacio de Invierno, el Palacio de Gatchina, el Palacio de Alejandro en Tsárskoye Seló, así como cuadros de colecciones privadas.
En la actualidad, el museo posee más de 400.000 obras, que abarcan periodos históricos del desarrollo del arte ruso durante más de mil años: desde el siglo X hasta el XXI.
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