Nacido el 15 de junio de 1914, Yuri Andrópov pasó sólo los últimos 15 meses de su vida como líder del aparato soviético, con su salud deteriorándose rápidamente. Sin embargo, antes de eso, estuvo al frente del KGB, la una vez todopoderosa agencia de inteligencia, durante unos 15 años. Algunos lo consideran un burócrata riguroso, otros - un liberal que habría logrado evitar el colapso de la URSS si hubiera tenido suficiente tiempo. ¿Quién era en realidad?
1. Personalidad oculta
El propio Andrópov siempre fue impreciso sobre su vida, empezando por sus raíces familiares. Circularon rumores de que su abuelo era un rico comerciante de origen judío, pero Andrópov siempre lo negó. Tampoco habló nunca de su propia familia: durante cinco años estuvo casado y tuvo un hijo, pero apenas se comunicó con él o con su ex mujer tras el divorcio.
Profesionalmente, Andrópov también era un hombre de secretos: el alto cargo que ocupaba así lo exigía. “La gente apenas le conocía como jefe del KGB; en todos los países, las personas que dirigen el servicio secreto no suelen buscar publicidad y no pueden esperar ser populares. Especialmente en un país como la URSS”, escribió el publicista Roy Medvedev en su libro Unknown Andrópov. Y cuando de repente se hizo público, heredando el poder de Leonid Brézhnev en 1982, gobernó demasiado poco tiempo como para conformar una imagen pública significativa.
2. Suprimió el levantamiento en Hungría
La carrera de Andrópov ascendió rápidamente cuando fue nombrado embajador en Hungría en el Ministerio de Asuntos Exteriores en 1954. Dos años después, estalló la revuelta húngara: una parte de la sociedad exigía desvincularse del Estado socialista.
Rápidamente se convirtió en un conflicto armado. Andrópov calificó los acontecimientos de “contrarrevolucionarios, un motín antisocial” mientras se comunicaba con los líderes soviéticos y apoyó la idea de ayudar al gobierno socialista húngaro enviando tropas. Coordinó las acciones de las fuerzas prosoviéticas en Hungría, que, junto con la llegada de soldados soviéticos, ayudaron a mantener el socialismo en Hungría. Más de 2.500 personas murieron durante el conflicto.
En 1957, Andrópov abandonó Hungría para irse a Moscú, pero nunca olvidó la imagen de las multitudes enfurecidas matando a los oficiales de policía. El diplomático soviético Oleg Troyanovski lo recorría: “Andrópov seguía hablando de los acontecimientos de 1956 en Hungría. A menudo decía: ‘No puedes imaginar lo que es: cientos de miles de personas inundando las calles, completamente fuera de control’”. Troyanovski creía que Andrópov temía ver algo similar en la URSS, e hizo todo lo posible para evitarlo.
3. Fue un diplomático prudente
Al mismo tiempo, Andrópov podía ser flexible. Entre 1957 y 1967, dirigió el departamento de relaciones con los partidos socialistas dentro del Comité Central del Partido Comunista, y sus asesores, jóvenes intelectuales de entonces, le recordaban a menudo como un líder “liberal”. “En esta sala, todos podemos decir lo que pensamos, con absoluta franqueza. Pero al salir de ella, hay que seguir las reglas”, comentó una vez el politólogo Gueorgui Arbatov que decía Andrópov. Eso significaba: “podemos criticar el sistema soviético entre nosotros, pero recordemos que debemos ser leales al país”.
Varios historiadores llegan a afirmar que fue Andrópov quien inició el curso de acercamiento a Occidente. “Andrópov se convirtió en un arquitecto de la política occidental de Brezhnev [la distensión de los años 70, cuando las relaciones entre la Unión Soviética y Occidente mejoraron ligeramente]”, afirma la historiadora alemana Susanne Schattenberg. Sin embargo, aunque era un diplomático en política exterior, Andrópov siempre fue estricto en casa.
4. Dirigió el KGB con mano de hierro
Durante el largo reinado de Leonid Brezhnev (1964 - 1982), Andrópov fue una de las figuras más importantes del régimen, supervisando el KGB desde 1967. Se ocupó de muchos asuntos, como las crisis internacionales en Oriente Medio, Afganistán y Checoslovaquia, los conflictos regionales en la URSS y la represión del movimiento disidente dentro del país. Decenas de disidentes fueron internados en asilos con el pretexto de sus “enfermedades mentales”. Varios cientos más fueron obligados a abandonar la URSS.
“Andrópov nunca se avergonzó de su papel en la lucha contra los disidentes”, escribió Medvedev. “Aunque era un hombre culto e intelectual, no soportaba la idea de la oposición democrática o la crítica pública hacia el partido comunista del Estado soviético. Consideraba que el KGB era necesario, una organización crucial para la URSS”. Este enfoque, combinado con una gran eficacia y profesionalidad, hizo que Andrópov fuera indispensable para Brezhnev.
5. Combatió la corrupción
Esa fue una de las razones por las que Brezhnev eligió a Andrópov para ser su sucesor, nombrándolo para el segundo puesto del país en 1982. Brezhnev murió ese mismo año; Andrópov tenía 68 años pero sólo consiguió sobrevivir a su antiguo jefe 15 meses.
¿Qué consiguió mientras estuvo en el poder? Andrópov sabía bien que la economía soviética tenía problemas, desestabilizada por el enorme gasto militar, y trató de arreglarla. Para ello, empezó a luchar contra la corrupción y la “economía sumergida”, que empezó a prosperar a finales de la era Brézhnev.
Al mismo tiempo, Andrópov intentaba mejorar la situación económica endureciendo la disciplina: la policía empezó a detener a la gente por estar en la calle durante las horas de trabajo, por estar borracha, etc. Aunque sin duda impresionó a la opinión pública, estas medidas fueron bastante ineficaces: el político Alexander Yakovlev, que ayudaría a Mijaíl Gorbachov durante la perestroika, dijo: “Las reformas de Andrópov fueron tan eficaces como intentar que un tren que se queda sin combustible vaya más rápido puliéndolo”. Tal vez Andrópov tenía planes más ambiciosos, pero el destino quiso que nunca tuviera tiempo de ponerlos en práctica.
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