Cómo el actor de la película de terror de culto ‘Nosferatu’ se convirtió en un terrorífico villano

Russia Beyond (Foto: Legion Media; Gerald Praschl (CC BY-SA 3.0); Rolf Mahrenholz/Ullstein bild/Getty Images)
El primer ‘Jonathan Harker’ del cine mundial presentó una denuncia contra colegas suyos ante el servicio secreto soviético y fue responsable de la muerte de una de actrices alemanas más bella y famosa de su época.

En 1922 se rodó en Alemania una verdadera obra maestra cinematográfica que tuvo una enorme influencia en el desarrollo de la cultura mundial. En pocas películas aparece un vampiro tan espeluznante como el Conde Orlok de Nosferatu: una sinfonía del horror, dirigida por Friedrich Murnau. Incluso hoy en día, sigue siendo impresionante.

Nosferatu fue la primera adaptación (aunque no autorizada) de la novela de Bram Stoker Drácula, que hizo eternamente famosos a todos los actores implicados. Uno de ellos fue Gustav von Wangenheim, que interpretó a Jonathan Harker (llamado Thomas Hutter en la película).

Gustav von Wangenheim en ‘Nosferatu’.

No muchos saben que después de Nosferatu, la vida de un descendiente de una antigua familia aristocrática alemana, la von Wangenheim, quedó estrechamente ligada a la Unión Soviética, la ‘Gran Purga’ y la muerte de una de las mujeres más bellas de Alemania.

Un aristócrata soviético

A pesar de sus raíces nobles, Gustav gravitó hacia el socialismo y se afilió al Partido Comunista Alemán casi inmediatamente después del estreno de su película más famosa. Sin embargo, el actor no tenía prisa por renunciar a los placeres de su vida de clase alta y le gustaba llamarse a sí mismo “dandy comunista”.

En 1933, tras la llegada al poder de los nazis, Gustav huyó del país y pronto se encontró en Moscú. Allí continuó su labor creativa: escribió ensayos y obras de teatro y fundó una compañía teatral llamada ‘Kolonne Links’ (‘Columna de la Izquierda’), formada por actores alemanes emigrados como él.

Gustav von Wangenheim.

En 1936, Gustav von Wangenheim dirigió una película antinazi llamada Los combatientes. Curiosamente, incorporó a Alexánder Granach, otro actor del reparto de Nosferatu, que había interpretado el papel de ‘Knock’ en la película de 1922 (‘Renfield’ en el libro).

El episodio más desagradable de la vida del aristócrata alemán en la URSS fue el caso del profesor ruso comunista alemán Anatol Becker y su esposa, la actriz Carola Neher.

Denuncia

Al igual que Gustav von Wangenheim, la pareja huyó de Alemania para escapar de los nazis. Se refugiaron en la URSS, sin saber el terrible destino que les esperaba allí.

Carola Neher en 'Chicago'.

Carola Neher, una de las principales actrices alemanas, fue la musa del dramaturgo Bertolt Brecht y, a finales de los años 20, actuó en La ópera de los tres centavos, basada en su obra. Majestuosa, atlética, a la moda y atrevida, era una “femme fatale” y muchos la consideraban una de las mujeres más bellas de Alemania. 

En Moscú, Neher actuaba en la compañía de la Columna de Izquierda de Gustav von Wangenheim cuando ella y su marido se vieron envueltos en el torbellino de las represiones masivas de 1936. La pareja fue acusada de ser partidaria de Lev Trotski, que ya había caído en desgracia. El “dandy comunista” presentó una denuncia contra “elementos de la sociedad envenenados por el trotskismo”.

Becker fue fusilado en 1937 y Neher fue condenado a diez años en campos de prioneros. Una vez en la cárcel, la actriz nunca perdió el buen espíritu. “Intentaba constantemente mantener su aspecto, se cuidaba y hacía regularmente gimnasia. A diferencia del resto de internos, seguía teniendo una piel suave y hermosa, a pesar de las terribles condiciones que hacían envejecer rápidamente a la gente”, recordaría Hilda Duti, compañera de celda de Carola.

Carola Neher.

El 26 de junio de 1942, Neher murió en la prisión de Sol-Iletsk, cerca de Orenburg, a causa de fiebres tifoideas, a la edad de 41 años. Diecisiete años después, ella y su fueron rehabilitados e los tribunales por completo.

La vida de Gustav von Wangenheim, sin embargo, fue bastante próspera. Tras la Segunda Guerra Mundial, regresó a Berlín, donde fue director del Deutsches Theater durante un tiempo y luego trabajó como guionista y director de largometrajes durante muchos años.

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