1. Matilda (2017), Alexéi Uchítel
La película sobre historia de amor entre el zar Nicolas II y la bailarina Mathilde Kschessínskaia lleva más de un año bajo el foco de la polémica. Este largometraje de Alexéi Uchitel tiene un destino difícil en Rusia: el trabajo de realización se realizó bajo investigaciones de la fiscalía, por sospechas de ofender los sentimientos religiosos.
Ha habido además acusaciones públicas de mentir y de burlarse de los "santos" (Nicolás II fue canonizado por la Iglesia ortodoxa rusa). En las acciones de protesta se han llegado a quemar carteles de la película e incluso el retrato del director.
La cuestión es que nadie la ha visto todavía. El estreno oficial será el 6 de octubre en el Teatro Mariinski de San Petersburgo. Al principio comenzaron a sacarse conclusiones por la sinopsis y luego por el trailer, en el que en un impresionante escenario compararon a Matilda con Emmanuelle, la explícita película de mediados de los años 70
En el Ministerio de Cultura auguran que tendrá éxito en los Oscar (si es elegida por el comité ruso) porque la “película arroja suciedad sobre la historia rusa y las películas que hacen eso suelen ganar”. Los críticos de cine hablan de que tendrá éxito de público, gracias al escándalo.
2. Leviathán (2014), Andréi Zviáguintsev
El mundo profundo de la provincia, un alcalde corrupto, paisajes maravillosos y ríos de vodka. El drama social de Andréi Zviáguintsev acerca de las relaciones entre el poder y el hombre común recibió tanto premios en el extranjero como epítetos poco agradecidos en Rusia. Obtuvo la Palma de oro al mejor guion en el Festival de Cannes, un Globo de Oro, el premio FIPRESCI y el de la Sociedad de Críticos de Cine de Londres. Por otro lado, recibió iracundas cartas abiertas sobre el mal, de furiosos activistas ortodoxos y de funcionarios torpes.
En cada cocina se debatió sobre Leviatán, sobre todo por la cantidad de alcohol que aparece en el largometraje. “No bebemos tanto”, se repetía en las redes sociales. Los funcionarios se resintieron porque la película se grabó con presupuesto estatal y afirmaban que era una especie de “masoquismo guberanamental”. Aunque parece que sobre todo se ofendieron por una muestra fílmica de “la mala Rusia” que se coronó con éxito en Occidente.
3. El día de Yuri (2008), Kirill Serébrennikov
En lugar de viajar por Europa, la protagonista de esta película, decide quedarse en la provincia rusa por un drama personal. Trata de buscar la salvación y el arrepentimiento entre los lugareños, provincianos alcohólicos y feligreses.
La película sobre la vida rusa sin definir resultó ser una de las más polémicas del conocido director. En esta ocasión los reproches no los hizo el estado sino toda la sociedad crítica de Rusia; algo poco habitual para películas que han ganado numerosos premios en el exterior. El día de Yuri obtuvo cuatro premios en el Festival de Locarno. Se le criticó duramente tanto por la espiritualidad como por la falta de ella, por glorificar y por destruir a Rusia. Y también por no responder nunca a la pregunta sobre la llegada o no del apocalipsis zombie o si porque si creía que la fe y la espiritualidad nos salvarán a todos.
4. Cargo 200 (2007), Alexéi Balabánov
El estreno de esta película de horror sobre la realidad soviético-rusa supuso un choque cultural y en sinónimo de la chernuja (género triste de la perestroika).
Poco después del final de la era Brézhnev, un policía psicópata viola y secuestra a la hija de un miembro de la nomenklatura. Un cadáver sobre la cama y las moscas volando, violencia y zombies en la televisión, la guerra de Afganistán en pleno apogeo. Es el retrato de una época en la que se relajó la censura de los medios de comunicación estatales.
El film se presentó fuera de concurso en el Festival de Venecia y obtuvo un premio en el Festival de Rotterdam. En Rusia varios actores se negaron a actuar con el famoso director Balabánov. Durante mucho tiempo dudaron si darle la certificación o no. Finalmente se la dieron y el resultó muy dura incluso para los ojos experimentados.
5. El síndrome asténico, (1989), Kira Murátova
Kira Murátova irritaba de manera constante a los censores soviéticos. Su “cine inadecuado”, de un aire lírico, realizaba difíciles preguntas sobre “lo que era la responsabilidad”. Era tan querida en Occidente como detestada por los oportunistas en Rusia. Durante algunos años estuvo en el cajón, mutilada por los editores. La propia Murátova cayó en desgracia durante largo tiempo.
Desde que salió El síndrome asténico comenzó a ir de gira por los festivales. Esta película se estrenó en Berlín. Al mismo tiempo surgía una encendida polémica sobre el uso de palabrotas en la gran pantalla. En Rusia la película tardó dos años en salir. La perestroika pudo asumir esta película sobre el diagnóstico de una vieja ideología delirante aunque fue más difícil reconciliarse con el violento y obsceno lenguaje de la protagonista. Al principio solo se pudo mostrar en los cine-clubs, aunque finalmente Murátova ganó.
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