La revolucionaria nació en una familia noble y rica de San Petersburgo, pero se enfrentó a la voluntad de su padre, que quería que se casara con un importante general.
Sin embargo, en 1893 Kollontái se casó con un pariente lejano pobre, al mismo tiempo que vivía con otro hombre. Cansada de la rutina, dejó a su marido, su amante y su hijo recién nacido y se fue a Suiza a preparar la revolución.
Kollontái regresó a Rusia cuando el poder ya estaba en manos de los bolcheviques. Fue la primera mujer de la historia en ser ministra, hizo campañas a favor de la igualdad de derechos para las mujeres y abogó por el amor libre, creyendo que el matrimonio era una institución caduca y que el papel de la mujer era mucho más amplio de lo que se creía en general.
Kollontái fue embajadora de la URSS en México y en Escandinavia. Fue la segunda mujer embajadora del país socialista. Pasó las últimas décadas de su vida en Escandinavia, como embajadora, organizando eventos sociales hasta que se vio afectada por la parálisis.
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