1. Yakov ‘Koshel’kov’
Yakov Kuznetsov era uno de los gánsteres moscovitas de la década de 1910, pero se ganó una fama instantánea en el mundo criminal tras robar al mismísimo Vladímir Lenin, aunque él no se diera cuenta en ese momento.
Yakov nació en 1890 en el seno de una familia de presidiarios y empezó a robar de niño. En 1917, tenía 10 acusaciones como carterista y se había convertido en un famoso delincuente. Su apodo “Koshel'kov” significaba “hombre de bolsos”.
Koshel'kov era un criminal valiente. En 1918, fue detenido por la CheKa [precursora del NKVD y el KGB soviéticos; y el FSB de la Rusia moderna] en una ciudad cercana a Smolensk. Sin embargo, mientras se dirigía a Moscú, uno de sus cómplices, disfrazado de vendedor ambulante, le dio a Koshel'kov una barra de pan especial. El pan contenía una pistola Browning, que Koshel'kov utilizó para disparar al oficial de la CheKa que le había detenido. Yakov escapó. Continuó con sus actividades delictivas, no sólo como carterista, sino como líder de una banda organizada que realizaba robos a mano armada. Un año después, cometería su crimen más infame.
El 6 de enero de 1919, Koshel'kov y cinco cómplices detuvieron un coche cerca del distrito moscovita de Sokólniki; los asaltantes simplemente necesitaban un transporte para realizar un robo. Resulta que era el coche de Lenin: el líder bolchevique y su hermana María, acompañados por un conductor y un guardia, se dirigían a visitar a la esposa de Lenin, Nadezhda Krupskaya, en el hospital.
Los bandidos ordenaron a los pasajeros que bajaran del coche y los registraron. “¿Qué está pasando? Soy Lenin!” exclamó Vladímir Ilich, pero Koshel'kov no escuchó bien su nombre. "Tú puedes ser Levin todo lo que quieras, y yo soy Koshel'kov, el jefe de esta ciudad por la noche", dijo Yakov. Cogió los documentos de Lenin y una pistola, y los mafiosos se marcharon en el Mercedes de Lenin. Sólo en el coche, mirando los documentos, Koshel'kov se dio cuenta del grave error que había cometido. Dio la vuelta al coche y regresó al lugar donde la banda había dejado a Lenin, pero el líder revolucionario había desaparecido.
Tras el incidente, se inició una gran búsqueda de Koshel'kov y su banda. Se realizaron varios intentos infructuosos de atraparlo, y Koshel'kov mató a varios agentes de la policía secreta en tiroteos. Cuando finalmente fue capturado en julio de 1919, los agentes del CheKa no se arriesgaron a que se escapase y abrieron fuego con todo lo que tenían. Koshel'ko fue acribillado a balazos y murió de seis disparos. La Browning automática de Lenin fue encontrada en posesión de Yakov después de su muerte.
2. Vasia ‘Brillant’
Vladímir Bábushkin fue el rey indiscutible del mundo criminal soviético hasta 1985, cuando murió, a los 57 años. Durante su vida pasó un total de 35 años entre rejas. Esto le convirtió en una leyenda.
Vladímir empezó como carterista, el oficio criminal más “respetable”, y a los 20 años fue condenado a su primera pena de 10 años. En la cárcel le apodaron “Vasia”, para ocultar su verdadera identidad, lo que era una tradición entre los ladrones rusos. También le apodaron ‘Brillant’ (“Diamante”) en homenaje a su posición de superioridad en la jerarquía de la prisión. Vasia nunca trabajó para el Estado soviético en su vida libre, y nunca colaboró con las autoridades penitenciarias entre rejas. Estaba dispuesto a enfrentarse a las penas más duras por ello.
Como ladrón célebre y de una reputación impecable, Brilliant se convirtió en la máxima autoridad en la cárcel: sus compañeros le pedían que actuara como árbitro final cuando necesitaban resolver conflictos. Murió en prisión en 1985. Varios años después, los gánsteres soviéticos erigieron un monumento de granito de 8 toneladas sobre su tumba en Solikamsk, a 135 millas al sur de Perm, en la región central de los Urales de Rusia.
3. Serguéi Maduev
Fue un raro criminal nato: nació en un centro de detención de la República Soviética Soсialista de Kazajistán, en la URSS. Su padre era checheno, encarcelado por resistirse a la deportación, y su madre, coreana, había sido encarcelada por comercio ilegal. No es de extrañar que el chico empezara a robar de niño y que, a los 18 años, fuera condenado a 6 años por participar en un robo.
Serguéi no tenía educación ni habilidades, salvo las delictivas. En 1980, salió de la cárcel, pero sólo pasó un año en libertad antes de que le cayeran otros 15 años. 8 años después, protagonizó una audaz fuga y estuvo prófugo durante 2 años.
Maduev tenía la imagen de un “gángster honorable”. En Grozni, él y un cómplice robaron a una familia en su apartamento, y Maduev impidió que su compañero violara a la hija. En Moscú, un hombre sufrió un ataque al corazón durante un robo, y Maduev llamó a una ambulancia para que le socorriese. Mientras huía, Maduev no se escondía. Durante su racha de robos de dos años, robó y mató a docenas de personas. Finalmente fue detenido en 1990 en Tashkent y llevado a Leningrado (San Petersburgo) para ser investigado.
Sin embargo, mientras estaba en prisión preventiva en Leningrado, Maduev consiguió seducir a Natalia Vorontsova, una de sus investigadoras, y la convenció de que le pasara en secreto una pistola. Con el arma, Maduev atacó a sus guardias e intentó escapar, pero fue capturado. Vorontsova fue juzgada y condenada a 7 años de prisión.
Maduev fue condenado a muerte, pero en 1995 se introdujo una moratoria sobre la pena capital en Rusia. Maduev pasó los últimos años de su vida entre rejas. Murió en prisión en 2000, a los 44 años.
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