La conquista de Siberia por Yermak.
Vasili Súrikov / wikipediaLos contactos de los rusos con los pueblos nativos de Siberia comenzaron antes de las expediciones militares que cruzaron los Urales. En el Códice Lauretiense, que data del siglo XIV, se menciona a Guiurata Rogóvich de Nóvgorod que parte en un viaje hacia “la tierra de Yugra”. Según el historiador Soloviov, las “grandes montañas y las puertas de cobre” que se mencionan en el códice son los Urales.
En 1483 los caudillos militares moscovitas comenzaron misiones militares más allá de estas montañas. En 1555 el kanato de Siberia (una escisión del imperio mongol), se convirtió en vasallo del zar ruso. Sin embargo, poco después el kan Kuchum, descendiente de Gengis Kan, se hizo con el poder del kanato, anuló la relación de vasallaje y comenzó a instaurar el islam en la región.
La primera expedición con el objetivo de colonizar la región fue la del cosaco Yermak contra Kuchum en 1581. Para entonces el nuevo kan ya había comenzado a atacar las tierras rusas colindantes.
El poder de Kuchum era frágil y muchos pueblos siberianos preferían al zar ruso que al kan musulmán. Un destacamento de 800 cosacos destruyó a los 15.000 soldados del ejército de Kuchum porque los pueblos jantis y mansís se negaron a derramar sangre en nombre del kan y abandonaron el combate.
Durante las décadas siguientes Kuchum comienza una guerra partisana y en un atrevido asalto llegó a matar a Yermak, aunque no pudo detener la colonización de Siberia.
Las nuevas expediciones comenzaron a llenar Siberia de fortalezas. En el futuro estos asentamientos se convertirían en grandes ciudades. En 1586 se funda la ciudad de Tiumén (actualmente posee una población de 720.000 personas), en 1604 se funda Tomsk (con 570.000 habitantes hoy en día) y en 1628 Krasnoyarsk (más de un millón de habitantes).
Siberia no es una colonia
A diferencia de lo que sucedió tras la conquista de América, Siberia no se convirtió en una colonia. Simplemente pasó a formar parte de la corona rusa. De hecho, las élites locales se integraron en Rusia en lugar de ser eliminadas. Por ejemplo, el hijo de Kuchum, que también había luchado contra Rusia, finalmente firmó la paz y los nietos de Kuchum entregaron el poder del kanato de Qasim.
Según los especialistas, antes de la llegada de los rusos en Siberia vivían 240.000-300.000 personas en una superficie de 13 millones de kilómetros cuadrados. Pocos ofrecieron una resistencia unificada al gobierno ruso. Algunos pueblos mantenían sangrientas guerras internas y muchos tendieron la mano al poder ruso para salvarse de la guerra. Sin embargo, cuanto más se adentraban los cosacos hacia el este, más dura era la resistencia que encontraban de los pueblos que deseaban conservar su independencia.
En las tierras de los pueblos más amantes de la libertad el nuevo poder echó mano de calabozos y guarniciones, pero los nativos seguían rebelándose. Atacaban e incendiaban los asentamientos rusos, y los cosacos respondían del mismo modo. El folklorista Gueorgui Erguis comenta de este modo la imagen de los rusos en las leyendas yakutas: “Gentes de matanzas y batallas”.
Los chukchis, ingobernables
Uno de los pueblos más ingobernables fue el de los chukchis, que lucharon ferozmente contra los cosacos y en muchas ocasiones los derrotaron. Sin embargo, las dimensiones de los combates no eran demasiado grandes: en el mayor de estos enfrentamientos, en el río Orlova, murieron 51 cosacos. Por desgracia, la reacción del zar contra los chukchis fue parecida a las acciones de los conquistadores de América. En 1742 el Imperio dictaba el siguiente decreto: “atacar con armas a los chukchis violentos y liquidarlos por completo”.
La vulnerabilidad a las epidemias entre los habitantes locales también era parecida a la de los indígenas americanos. “Las nuevas enfermedades debilitaron y desmoralizaron a la población nativa” — escribe el profesor de historia John Richards — . “La viruela provocó la muerte de más del 80 % de los tungús y de un 44 % de los yukaguiros”.
Sin embargo, el objetivo de la expansión rusa no era el genocidio ni la esclavitud de los pueblos de Siberia, sino la imposición de tributos y la anexión de nuevas tierras a Rusia. Los rusos únicamente echaban mano de las armas cuando la diplomacia fracasaba. Actualmente viven en Rusia 460.000 buriatos y 480.000 yakutos (mientras que durante la conquista de Siberia, toda su población no superaba los 300.000 habitantes). Algunos pueblos pudieron conservar su identidad nacional, y en Yakutia siguen viviendo más yakutos que rusos.
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