“Su conocimiento de la ciencia militar era excelente. Establecía objetivos claros y controlaba la ejecución de sus órdenes de forma inteligente y con tacto. Prestaba una atención constante a sus subordinados y, quizás como nadie, era capaz de apreciar y desarrollar la iniciativa de sus comandantes subordinados. Daba mucho a los demás, pero al mismo tiempo era capaz de aprender de ellos... No se me ocurre un hombre más minucioso, más eficiente, más trabajador y más completo”, así hablaba el talentoso mariscal soviético Gueorgui Zhúkov del no menos talentoso mariscal Konstantín Konstantínovich Rokossovski, uno de los principales artífices de la victoria de la URSS sobre la Alemania nazi.
Oriundo de Varsovia (que entonces formaba parte del Imperio ruso), Rokossovski comenzó su experiencia de combate en la caballería en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial. Las dos revoluciones que siguieron en 1917, el colapso de la autocracia y la desintegración del ejército y del país le obligaron, como a otros polacos del 5º Regimiento de Dragones de Kargopol, a elegir entre participar en la creación de una Polonia resurgente o dedicarse a la lucha por el “poder de los obreros y los campesinos" y la "victoria de la revolución mundial". Mientras que el compañero de armas y primo de Konstantín Konstantínovich, Franz Rokossovski, partió hacia Varsovia, él se unió a los bolcheviques.
Sin embargo, Konstantín Rokossovski no acabó luchando contra su propia patria en la guerra soviético-polaca que estalló en 1919. Durante la mayor parte de la Guerra Civil, luchó contra los blancos en los Urales, Siberia y el Lejano Oriente, donde alcanzó el rango de comandante de regimiento de caballería.
La exitosa carrera militar de Konstantín Konstantínovch, por no hablar de su vida, pudo verse truncada durante el Gran Terror, el periodo de represión política masiva en la Unión Soviética a finales de los años treinta. El 17 de agosto de 1937, el comandante de división Rokossovski fue detenido bajo la sospecha de trabajar para la inteligencia polaca y japonesa. Durante dos años y medio tuvo que ir de prisión en prisión y soportar interrogatorios hasta que, en marzo de 1940, gracias a las gestiones del general Semión Timoshenko, fue liberado y restituido en su rango y derechos. “Nunca habló de ello, ni siquiera con sus más allegados”, recuerda su nieto (y tocayo) Konstantín Rokossovski. “Sólo una vez, cuando mi madre, muchos años después de la guerra, le preguntó por qué llevaba siempre una pistola consigo, él respondió: ‘Si vuelven a venir a por mí, no me entregaré vivo’”.
En el transcurso de las arduas batallas defensivas contra la Wehrmacht en el verano de 1941, Rokossovski demostró ser un comandante militar capaz y decidido. Con los escasos recursos humanos y técnicos de que disponía, el 28 de julio consiguió reconquistar a los alemanes la ciudad de Yartsevo (una de las primeras ciudades soviéticas liberadas), retrasar el avance del enemigo sobre Moscú y conseguir que los restos de dos ejércitos soviéticos cercados en la vecina Smolensk pudieran escapar.
“Mientras luchamos fuera de Moscú, tenemos que pensar en Berlín. Las tropas soviéticas llegarán definitivamente en Berlín”, dijo Rokossovski a un corresponsal de Krasnaia Zvezda [Estrella Roja] en octubre de 1941. En esa fase más difícil de la batalla por la capital, su 16º Ejército defendió los accesos al noroeste de la ciudad ante una colosal embestida enemiga. Luchando por cada metro, sus tropas detuvieron a los alemanes y a principios de diciembre participaron en la contraofensiva a gran escala del Ejército Rojo que alejó a la Wehrmacht de la ciudad entre 100 y 150 km. “Dotado del don de la presciencia, casi siempre adivinó con acierto las intenciones del enemigo, se adelantó a ellas y, por regla general, salió triunfante”, recordaba el Mariscal Jefe de Aviación Alexander Golovanov.
Rokossovski fue uno de los artífices de la Operación Urano para rodear y destruir el 6º Ejército de Friedrich Paulus en Stalingrado. En la batalla de Kursk, en el verano de 1943, tras la cual la Wehrmacht perdió definitivamente la iniciativa en la guerra, organizó las defensas del lado norte del saliente de Kursk con tanta habilidad que privó a las tropas alemanas de cualquier posibilidad de romperlo. “Las tropas del Frente Central cumplieron su cometido”, escribió el comandante en sus memorias, El Deber de un Soldado. “Con su tenaz resistencia minaron las fuerzas del enemigo y frustraron su avance... No tuvimos que recurrir a las reservas del Cuartel General y nos las arreglamos sin ellas porque habíamos desplegado correctamente nuestras fuerzas, concentrándolas en el sector que representaba la mayor amenaza para las tropas del frente.”
En 1944, Konstantín Konstantínovich estaba al mando de las fuerzas del 1er Frente de Bielorrusia, que fue la principal fuerza de ataque en la Operación Bagration. En sólo dos meses de la “blitzkrieg soviética” de ese verano, el Ejército Rojo avanzó casi 600 km hacia el oeste, liberando todo el territorio de Bielorrusia, y parte de los estados bálticos y el este de Polonia. El Grupo de Ejércitos Centro alemán fue completamente aplastado y el Grupo de Ejércitos Norte se encontró entre la espada y la pared. El 29 de junio, Rokossovski, a quien sus enemigos apodaron “General Daga'”, recibió el título de Mariscal de la Unión Soviética.
En noviembre de 1944, cuando las fuerzas del 1er Frente de Bielorrusia estaban preparadas para un rápido avance hacia el corazón de Alemania, Konstantín Konstantínovich fue, de improviso, nombrado comandante del 2º Frente de Bielorrusia. En sus memorias, Rokossovski recuerda una conversación telefónica con Stalin: “Fue tan inesperado que en el calor del momento pregunté: ‘¿Por qué este disgusto de ser trasladado de la zona principal de operaciones a un sector secundario?’. Stalin me respondió que estaba equivocado: El sector al que se me trasladaba formaba parte de la zona general de operaciones del oeste, en la que operarían las fuerzas de tres frentes: el 2º bielorruso, el 1º bielorruso y el 1º ucraniano; y el éxito de esta operación decisiva dependerá de la estrecha coordinación de estos frentes... Si usted y Kónev no avanzan, Zhúkov tampoco lo hará”, dijo el Comandante Supremo en Jefe para concluir”.
Rokossovski fue más sincero en la conversación con su amigo íntimo, el oficial de contrainteligencia teniente general Nikolái Zheleznikov. “Soy el mariscal más desafortunado de la Unión Soviética. En Rusia me veían como un polaco, y en Polonia como un ruso. Se suponía que tenía que haber tomado Berlín, estaba más cerca que nadie. Pero Stalin me llamó y dijo: ‘Berlín será tomada por Zhúkov’. Le pregunté la razón de esta desaprobación. Stalin respondió: ‘No es un desaire, es política”.
Al final, las fuerzas del 2º Frente de Bielorrusia bajo el mando de Konstantín Konstantínovich aplastaron al enemigo en Prusia Oriental y Pomerania e inmovilizaron al 3º Ejército Panzer alemán, impidiéndole participar en la batalla de Berlín.
Tras la victoria, el mariscal regresó temporalmente a su país natal. Dirigió el Grupo Norte de las Fuerzas Soviéticas estacionadas en Polonia. En octubre de 1949, a petición del presidente de la República Popular Polaca, Bolesław Bierut, y con el consentimiento de los dirigentes de la URSS, Rokossovski asumió el cargo de Ministro de Defensa Nacional de Polonia, en el que permaneció hasta 1956. Konstantín Konstantínovich fue el único mariscal de la Unión Soviética en la historia que fue también mariscal de Polonia.
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