¿Sufrió el Ejército Rojo alguna derrota en la Segunda Guerra Mundial después de Stalingrado?

Albert Speer, ministro alemán de Armamento y Producción de Guerra del Tercer Reich, con oficiales del grupo de ingeniería militar Organisation Todt en el Frente Oriental, 1943.

Albert Speer, ministro alemán de Armamento y Producción de Guerra del Tercer Reich, con oficiales del grupo de ingeniería militar Organisation Todt en el Frente Oriental, 1943.

Keystone/Hulton Archive/Getty Images
A pesar de disfrutar de algunos éxitos locales, los nazis fueron incapaces de detener la apisonadora de hierro del Ejército Rojo, que les empujó implacablemente hacia el oeste.

Tras derrotar a la Wehrmacht en Stalingrado, las tropas soviéticas entraron en un periodo de victorias gloriosas, que duró hasta el colapso de la Alemania nazi en mayo de 1945. Sin embargo, de vez en cuando, los alemanes todavía conseguieron infligir algunos golpes sensibles al Ejército Rojo.

‘Estrella polar’

Después de haber triunfado en la batalla de Stalingrado, el mando soviético decidió que había llegado el momento de derrotar al enemigo en todos los frentes. El 10 de febrero de 1943 se inició una operación a gran escala en el noroeste de la URSS, denominada ‘Estrella Polar’. Su objetivo era alejar al Grupo de Ejércitos Norte de Alemania de Leningrado y luego destruirlo por completo.

Tropas alemanas durante la batalla de Demiansk.

Una tarea igualmente importante era eliminar el llamado saliente de ‘Demiansk’, que estaba encajado en las posiciones soviéticas. El Ejército Rojo pasó todo un año atacando sin éxito esta peligrosa cabeza de puente, desde la que la Wehrmacht podía amenazar la retaguardia soviética.

La ofensiva lanzada por las tropas soviéticas pronto demostró que la esperanza de alcanzar rápidamente las fronteras de la Estonia soviética era demasiado optimista. Sin un entrenamiento y reconocimiento adecuados, las tropas soviéticas se encontraron con una feroz resistencia del enemigo atrincherado y, sufriendo grandes pérdidas, avanzaron lentamente con gran dificultad.

La tarea de eliminar el saliente de Demiansk y rodear al 16º Ejército alemán sólo se realizó parcialmente. Aunque el saliente fue finalmente eliminado, los alemanes consiguieron trasladar con éxito sus tropas a posiciones defensivas previamente preparadas.

Infantería soviética cerca de Leningrado, 1943.

‘Estrella Polar’ se saldó con 280.000 soldados del Ejército Rojo muertos y heridos (las bajas alemanas ascendieron a algo más de 78.000). En abril, habiendo avanzado sólo unos pocos kilómetros, las tropas soviéticas tuvieron que abandonar la ofensiva.

“Después de las brillantes victorias en el Don y el Volga, los fracasos en este frente fueron deprimentes”, escribió con disgusto el mariscal Nikolái Voronov. “Estaba claro que aquí no debía lanzarse una operación de envergadura. Nuestro poderoso equipo militar necesita un espacio abierto, mientras que aquí quedó atrapada en los pantanos”. Una vez más, la irritación crecía en mi interior contra los que habían ideado hermosos planes para la operación sin molestarse en estudiar el terreno, las vías de comunicación o el clima... Condenamos a nuestro equipo a la ruina, perdimos mucha gente y una innumerable cantidad de municiones en una tarea que claramente no tenía perspectiva." 

Tercera batalla por Járkov

El 16 de febrero de 1943, habiendo expulsado al enemigo de la ciudad, el Ejército Rojo entró en Járkov, un gran centro industrial de la Ucrania soviética. Sin embargo, la ciudad no iba a disfrutar de su recién estrenada liberación durante mucho tiempo.

Primera liberación de Járkov, 1943.

El 4 de marzo, tras reagrupar sus fuerzas, los alemanes, con el apoyo de la aviación, lanzaron una contraofensiva a gran escala. Las tropas soviéticas, que en aquel momento estaban gravemente agotadas, no pudieron resistir la embestida del enemigo y comenzaron a ceder rápidamente sus posiciones. El 11 de marzo, unidades del 2º Cuerpo Panzer de las SS irrumpieron en el centro de la ciudad.

El general Pavel Ribalko, que dirigía la defensa de Járkov, informó al comandante del frente de Voronezh, el general Filip Golikov: “La situación es crítica. No podré mantener la ciudad con las fuerzas de la 19ª División de Fusileros y la 17ª Brigada del NKVD, que no están especialmente preparadas para el combate. No tenemos reservas. El enemigo puede cortar todas las rutas de escape. La munición se está agotando, no hay combustible. Tengo más de 3.000 heridos en la ciudad. No puedo llevármelos... el enemigo está reuniendo sus fuerzas para capturar la ciudad”.

El 13 de marzo, los tanques alemanes se acercaron al 3er Ejército de Tanques soviético por la retaguardia, amenazando con rodearlo. “La palabra Járkov era como un imán mágico para los soldados y el escalón medio del mando del ejército”, recordó el mariscal de campo Erich von Manstein, comandante del Grupo de Ejércitos Sur. “El Cuerpo Panzer de las SS quería regalar la recién conquistada capital de Ucrania (la ciudad fue la capital de la RSS ucraniana hasta 1934 - ed) ‘a su Führer’ como señal de victoria y se dirigía a la ciudad por el camino más corto posible".

Tropas alemanas recapturando Járkov.

Tras emprender un infructuoso contraataque, las tropas soviéticas recibieron la orden de abrirse paso desde Járkov. El 17 de marzo, habiendo perdido más de 86.000 personas entre muertos y heridos, se concentraron en las posiciones de la orilla oriental del río Severni Donets, a 30 km de la ciudad.

Los alemanes recuperaron el control de Járkov y Belgorod, sin embargo, con las carreteras intransitables por el deshielo primaveral e incluso con la llegada de refuerzos soviéticos, no consiguieron desarrollar más su ofensiva. Las hostilidades a gran escala en este sector del frente se detuvieron durante varios meses y no se reanudaron hasta el 5 de julio con el inicio de la operación alemana ‘Ciudadela’.

Batalla de Bautzen

Los alemanes obtuvieron su último triunfo en la Segunda Guerra Mundial en Sajonia en abril de 1945. Mientras que al norte, las tropas soviéticas ya habían comenzado su asalto a Berlín, aquí unidades del 52º Ejército y del Segundo Ejército Polaco avanzaban hacia Dresde.

Karol Świerczewski

Al principio, la ofensiva de las tropas soviéticas y polacas tuvo bastante éxito. Tras cruzar el río Neisse el 16 de abril y romper las defensas enemigas, tres días más tarde, iniciaron el asalto a la ciudad de Bautzen, de gran importancia estratégica. Pronto, los tanques del 1er Cuerpo de Tanques polaco estaban en las afueras de Dresde.

El comandante del Segundo Ejército Polaco, el Generał Karol Świerczewski, tenía tantas ganas de que los polacos capturaran la antigua ciudad alemana que no reparó en las dificultades que habían encontrado sus tropas: sus líneas de comunicación estaban demasiado estiradas, mientras que los tanques y los vehículos blindados, al dejarse llevar por el avance, se habían alejado demasiado de su retaguardia.

Los alemanes aprovecharon inmediatamente este error. Habiendo infligido golpes inesperados en los flancos debilitados de las tropas que avanzaban, para el 21 de abril, rodearon a las fuerzas principales del Segundo Ejército Polaco y a varias unidades soviéticas.

IS-2 polaco capturado por los alemanes.

Sin darse cuenta inmediatamente de la magnitud de la inminente catástrofe, Świerczewski siguió avanzando hacia Dresde. Al final, el comandante del 1er Frente Ucraniano, el mariscal Iván Kónev, tuvo que intervenir personalmente y detener a las tropas. Uno de los oficiales polacos no tuvo pelos en la lengua para comentar aquellos acontecimientos: “Świerczewski debía estar borracho cuando ejerció el mando”.       

Las tropas polacas y soviéticas cercadas lucharon largo y tendido para salir de sus posiciones cercadas al este. Como resultado, más de 18.000 soldados del Segundo Ejército Polaco, es decir, una quinta parte de sus efectivos, murieron, fueron heridos o desaparecieron en combate. Las pérdidas de las tropas soviéticas y alemanas siguen siendo desconocidas.

Los alemanes no consiguieron aprovechar su éxito y golpear el flanco del Ejército Rojo que avanzaba sobre Berlín: fueron detenidos por los nuevos refuerzos. Sin embargo, el Ejército Rojo tuvo que olvidarse de capturar Dresde durante un tiempo. La ciudad no cayó en sus manos hasta el final de la guerra, el 8 de mayo.

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