En abril de 1945, las tropas soviéticas avanzaban sin cesar hacia Berlín, el corazón de la Alemania de Hitler. El territorio del Tercer Reich se reducía, al igual que sus fuerzas armadas.
Pocos podían imaginar entonces que en esas condiciones, al borde de la derrota final del nazismo, la Wehrmacht sería capaz de derrotar al Ejército Rojo. Sin embargo, ocurrió.
Una ofensiva exitosa
El último triunfo de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar en Sajonia.Unidades del 52º Ejército de las Fuerzas Armadas Soviéticas y del Segundo Ejército Polaco avanzaban hacia Dresde. Este último, que se había formado en el territorio de la URSS pero estaba formado principalmente por polacos, estaba equipado con armas soviéticas y subordinado al mando militar del Ejército Rojo.
Al principio, la ofensiva lanzadas tuvo bastante éxito. Tras cruzar el río Neisse el 16 de abril y romper las defensas enemigas, tres días después iniciaron el asalto a la ciudad de Bautzen, de gran importancia estratégica, que los alemanes habían convertido en una poderosa fortaleza. Los restos de la guarnición de la ciudad y las unidades de la milicia Volkssturm se atrincheraron en la antigua fortaleza de Ortenburg.
En ese momento, unidades del 1er Cuerpo Blindado del Segundo Ejército Polaco se acercaban a Dresde. El comandante del ejército, el general Karol Swierczewski, estaba obsesionado con capturar uno de los centros alemanes más importantes. Su ambición era que los soldados polacos fueran los primeros en entrar en la ciudad. Esta ambición le jugó una mala pasada.
Golpe inesperado
Llevados por un exitoso avance hacia el oeste, las tropas soviéticas y polacas estiraron demasiado sus líneas de comunicación. Sus unidades blindadas, habiendo dejado muy atrás sus servicios de retaguardia, se dirigían a Dresde. Los alemanes se aprovecharon inmediatamente de ello.
Concentraron grandes fuerzas, incluida la 1ª División Panzer Paracaidista de élite Hermann Goering, y atacaron los flancos de las tropas que avanzaban. Para el 21 de abril cortaron y rodearon las fuerzas principales del Segundo Ejército polaco y varias unidades soviéticas. Como escribió en sus memorias el comandante del 1er Frente Ucraniano, el mariscal Iván Konev, “al emprender un contraataque de flanco bastante fuerte, los nazis esperaban crear una crisis en todo el flanco izquierdo de nuestras tropas y afectar el curso de la operación en la dirección principal, Berlín”.
Como resultado de la contraofensiva alemana, varias unidades soviéticas y polacas fueron derrotadas. La situación se agravó aún más por el hecho de que la Luftwaffe pudo lograr una supremacía aérea temporal en esta sección del frente, ya que las principales fuerzas de la aviación soviética estaban involucradas en la batalla por Berlín. Konev ordenó a las unidades rodeadas que remendaran conjuntamente sus defensas, pero este plan fracasó casi inmediatamente. A las tropas soviéticas les resultó muy difícil relacionarse con sus aliados polacos.
Swierczewski no se tomó en serio la situación, creyendo que el enemigo sería echado atrás, pronto y sin mucho esfuerzo. El 1er Cuerpo Blindado continuó su ofensiva sobre Dresde. Hasta el mediodía del 22 de abril, el general no se dio cuenta de la magnitud del desastre que se avecinaba y dio la orden a los tanques de retroceder hacia Bautzen. Los equipos que llegaron al lugar de los hechos al atardecer del mismo día se lanzaron a la batalla, pero fue en vano.
Debido a los errores de cálculo de los oficiales, las tropas polacas fueron presa del caos y estaban llenas de pánico. Las unidades de artillería, al encontrarse sin el apoyo de la infantería, intentaron desesperadamente detener el avance de los alemanes y sufrieron grandes pérdidas. Las unidades desorientadas perdieron el contacto con el cuartel general y fueron reasignadas urgentemente al mando del 52º Ejército.
Incluso en esta desastrosa situación, el Segundo Ejército polaco siguió avanzando sobre Dresde con tres divisiones de infantería. El 24 de abril, el mariscal Konev tuvo que intervenir personalmente para detener su avance hacia el oeste. Uno de los oficiales polacos no tuvo pelos en la lengua para comentar la actuación de su comandante: “Swierczewski debía estar borracho cuando estaba al mando”.
Victoria inútil
Las tropas soviéticas y polacas lucharon largo y tendido para romper el cerco. Cuando las unidades del 7º Cuerpo Blindado de la Guardia intentaron abrirse paso desde la ciudad de Weissenberg, solo sobrevivió un tercio de sus soldados. El general Vladímir Maksimov, que comandaba la fuga, fue gravemente herido y hecho prisionero, y pronto murió en cautiverio.
El 26 de abril, la única unidad que seguía avanzando hacia Dresde -la 9ª División de Infantería polaca- recibió la orden de retirarse. En su camino de regreso, cayó en una emboscada y sufrió grandes pérdidas. Ese mismo día, los soldados de la División Hermann Goering expulsaron a las tropas soviéticas restantes de Bautzen.
Los alemanes intentaron aprovechar su éxito y comenzaron a avanzar hacia el este, pero fueron detenidos por el 5º Ejército de Guardias soviético, que acababa de unirse a los combates. A pesar del éxito local, los alemanes no pudieron lograr su objetivo principal: golpear el flanco del Ejército Rojo que avanzaba hacia Berlín.
El Segundo Ejército polaco perdió más de 18.000 personas, es decir, una quinta parte de sus efectivos, muertos, heridos o desaparecidos en combate. Las pérdidas de las tropas soviéticas y alemanas siguen siendo desconocidas.
El sueño de Swierczewski de capturar Dresde no se cumplió. La ciudad no cayó en manos del Ejército Rojo hasta el 8 de mayo, cuando Alemania ya se había rendido.
LEE MÁS: Estos fueron los aliados de Hitler contra la URSS en la Segunda Guerra Mundial (y por qué)