Así eran las tropas disciplinarias soviéticas en la Segunda Guerra Mundial

El batallón penal soviético, 1943.

El batallón penal soviético, 1943.

Dmitri Baltermanz
Lejos de ser escuadrones suicidas, era muy posible regresar de las unidades de castigo del Ejército Rojo con la condición de héroe.

La historia de las tropas de castigodel Ejército Rojo para soldados condenados por delitos es una de las más incomprendidas y mitificadas de la Segunda Guerra Mundial. La opinión generalizada es que estos batallones eran mera carne de cañón para el mando soviético. Mal armados y conducidos por las tropas de barrera del NKVD, supuestamente eran arrojados a las fauces de una muerte segura para sacrificarse en el fragor de la batalla o despejando un campo de minas enemigo para que por él pasaran los tanques soviéticos.

En realidad, las compañías y batallones penales no eran en absoluto escuadrones suicidas. La mayoría de las veces luchaban codo con codo con las fuerzas regulares. Eso sí, las misiones más peligrosas se les encomendaban a menudo.

Castigo temporal

La creación de tropas disciplinarias en el verano de 1942 tuvo como objetivo mejorar la disciplina militar en el Ejército Rojo. Durante el primer año catastrófico de la guerra, el Ejército Rojo se vio obligado a retirarse en medio del caos hacia Stalingrado y el Cáucaso con enormes pérdidas de vidas.

Durante todo el periodo de la guerra (hasta la disolución del último batallón en junio de 1945), alrededor de 428.000 personas pasaron por las filas de las unidades penales, menos del 1,5 por ciento del total de personal que sirvió en el Ejército Rojo.

La lista de infracciones que podían dar lugar a la asignación a una unidad de tropas de castigo era larga: cobardía en combate, deserción, descuido del equipo militar, sabotaje, embriaguez y muchas más. Los shtrafniki, como se conocía a los soldados deshonrados de las unidades, eran despojados de sus títulos, medallas y órdenes. Aunque podían servir como comandantes subalternos en sus nuevas unidades, los comandantes superiores procedían de unidades regulares, y a menudo de las mejores.

El tiempo máximo de servicio en una unidad penal para un soldado condenado era de tres meses. Una vez transcurrido ese tiempo, se le restituía el rango y las condecoraciones, y se le devolvía a una unidad regular.

Era posible ser dado de baja de una unidad de castigo incluso antes al ser herido en batalla como resultado de una muestra de gran valor. Los shtrafniki que se distinguían de este modo recibían a menudo condecoraciona, y no fue raro que algunos se convirtieran en Héroes de la Unión Soviética.

La hazaña del teniente Yermak

El teniente Vladímir Yermak acabó en una unidad penal debido a una “negligencia criminal”: apretó accidentalmente el gatillo mientras limpiaba un arma cargada, matando a un soldado que pasaba por allí.

El teniente Vladímir Yermak

Diez días después de ser enviado al batallón, Vladímir, de 19 años, realizó su primera y última hazaña. El 19 de julio de 1943, durante una operación de reconocimiento de fuerzas en Leningrado, cubrió con su cuerpo la porta del cañón de un búnker alemán.

El comandante del 14º Batallón de Asalto Separado, el comandante Lesik, concedió a Yermak la Orden de la Bandera Roja a título póstumo, y al poco lo recomendó oficialmente para el título de Héroe de la Unión Soviética, que le fue debidamente concedido el 21 de febrero de 1944.

La heroica posición de la 65ª Compañía Disciplinaria

El 14 de diciembre de 1943, la 65ª Compañía Disciplinaria, junto con el batallón de entrenamiento de la 72ª División de Fusileros de la Guardia, irrumpió en la aldea ocupada de Sotninski Jutor, en el centro de Ucrania. Al encontrarse con un feroz fuego enemigo, tuvieron que retirarse. Pero en el proceso un grupo de 15 unidades penales quedó aislado de sus propias fuerzas.

Durante tres días enteros, los soldados del Ejército Rojo cercados mantuvieron a raya a las tropas alemanas. Finalmente, el 18 de diciembre, los soviéticos lanzaron otra ofensiva sobre el pueblo. A pesar del fracaso general de la misión, consiguieron liberar a las unidades de castigo.

Como resultado de la batalla, unos 30 miembros de la 65ª Compañía Disciplinaria fueron transferidos a unidades regulares. Cinco de los muertos fueron condecorados a título póstumo con la Orden de la Guerra Patriótica (de primera y segunda clase).

La aniquilación de la compañía de Buniadov

El 14 de enero de 1945, durante los intensos combates en Polonia, la 123ª Compañía Disciplinaria al mando del capitán Ziya Buniadov recibió la orden de tomar un puente sobre el río Pilica en la retaguardia alemana y evitar que el enemigo lo volara.

El capitán Ziya Buniadov (Iz.)

Tras abrirse paso a través de varias líneas de defensa, la unidad de castigo capturó el puente y lo mantuvo durante varios días hasta que llegaron los refuerzos. A costa de hasta el 90 por ciento de los efectivos de la unidad, las fuerzas regulares soviéticas pudieron tomar la zona estratégicamente importante entre los ríos Vístula y Oder.

“Sólo 47 de los 670 combatientes sobrevivieron a la batalla. Pensar a cuántos enterré, cuántas cartas escribí a sus familias. Todos los supervivientes recibieron condecoraciones militares. Y el 27 de febrero de 1945 me concedieron el título de Héroe de la Unión Soviética”, recordó Buniadov.

Unidades penales del Ártico

Situada en el extremo norte de la URSS, la cresta Musta-Tunturi fue la única sección del frente soviético-nazi en la que se detuvo al enemigo desde el primer día de la guerra. Durante más de tres años, la línea del frente permaneció aquí sin moverse.

Tropas soviéticas cruzando la cresta Musta-Tunturi.

Entonces, el 10 de octubre de 1944, las tropas soviéticas lanzaron una ofensiva a gran escala contra las fortificaciones defensivas alemanas de la cresta. La 614ª Compañía Disciplinaria (comparable en tamaño a un batallón) de la Flota del Norte, con 750 efectivos, atacó las posiciones enemigas desde el mar de Barents, desviándolas del ataque principal soviético.

Bajo un intenso fuego de ametralladora, los soldados de infantería treparon por el muro escarpado y atravesaron las alambradsa. Aproximadamente el 70% de los efectivos de la compañía pereció como resultado.

Durante la batalla por Musta-Tunturi, al igual que el teniente Yermak antes que ellos, tres soldados sacrificaron sus vidas cubriendo las portas enemigas con sus cuerpos. Uno de ellos fue el sargento Alexánder Danilchenko, comandante del pelotón de ametralladoras de la 614ª Compañía Disciplinaria.

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