Cuando los alemanes usaron el mejor tanque de la Unión Soviética…en la Segunda Guerra Mundial

Bundesarchiv
El famoso T-34 no sólo sirvió al Tercer Reich como tanque. Los alemanes convirtieron los T-34 capturados en recuperadores de vehículos y cañones antiaéreos autopropulsados, y los utilizaron como fuente de armamento para los trenes blindados.

El T-34 fue el mejor tanque soviético de la Segunda Guerra Mundial. Bien armado y protegido, rápido y maniobrable, no tuvo rival en el campo de batalla hasta 1942.

“El tanque T-34 era fiable en cualquier terreno”, recordaba el coronel general Johannes Friesner, comandante del Grupo de Ejércitos Sur de Ucrania: “Los tanques rusos podían operar donde nosotros lo creíamos imposible. La potencia de fuego del T-34 también era impresionante. Para la infantería soviética, sirvió como un excelente vehículo de apoyo y para despejar las rutas de avance”.

No es de extrañar que el Tercer Reich encontrara un papel digno para una máquina tan formidable. Sobre la base de los T-34 capturados, los alemanes crearon batallones enteros, en los que algunos tanquistas alemanes consiguieron decenas de victorias, convirtiéndose en auténticos ases.

En la Wehrmacht

Los primeros T-34/76 (el “76” hacía referencia al cañón de 76 mm) aparecieron en la Wehrmacht en el verano de 1941 con la designación Pz.Kpfw. T-34-747 (r), donde “r” indicaba el origen ruso del tanque y “Pz.Kpfw” significaba Panzerkampfwagen (“vehículo blindado de combate”). Unos 300 tanques de este tipo lucharon por Alemania en la Segunda Guerra Mundial.

Los tanques capturados fueron equipados con radios y ópticas alemanas. Y a algunos se les instalaron cúpulas de comandante para mejorar la visibilidad del jefe de la tripulación.

La gran escasez de municiones y piezas de repuesto dificultó el mantenimiento de los tanques en condiciones de combate. Algunos T-34 tuvieron que ser completamente desmontados para suministrar piezas a otros. Y los proyectiles se retiraban de los T-34 destruidos, a veces en medio de una batalla.

Para evitar que los T-34 soviéticos capturados fueran alcanzados por su propia artillería y por la Luftwaffe, se dibujó una gran Balkenkreuz o marca de esvástica en el casco y la torreta. Sin embargo, en el fragor de la batalla, los artilleros a menudo no se percataban de ellas y abrían fuego contra las siluetas de los odiados tanques soviéticos.

El T-34 no sólo sirvió a los alemanes en su función tradicional. Algunos fueron convertidos en recuperadores de vehículos o en cañones antiaéreos autopropulsados. En este último caso, la torreta se desmontó y se sustituyó por una torre especial soldada abierta y giratoria con un cañón antiaéreo Flakvierling 38 de 20 mm. Los T-34 severamente dañados fueron instalados en trenes blindados como soportes de artillería.

En las Waffen SS

Fueron las Waffen SS las que más utilizaron el ilustre tanque soviético, sobre todo la 2ª División Panzer SS Das Reich. Tras la reconquista de Járkov el 18 de marzo de 1943, cayeron en sus manos unos 50 T-34 incapacitados que estaban pendientes de reparación.

Utilizando las instalaciones de la Fábrica de Tractores de Járkov, las SS repararon varias docenas de tanques y formaron una compañía separada de ellos dentro de la división, la mayor unidad de T-34 capturados de las fuerzas armadas alemanas.

Un total de 25 tanques fueron puestos en servicio, y otros 12 fueron enviados a la Escuela de Panzer-Granadier de las SS de Kinschlag, donde los jóvenes cadetes eran entrenados en el combate antitanque.

Los tanques soviéticos de la división Das Reich participaron en la decisiva batalla de Kursk en el verano de 1943. Dado que para entonces el T-34-76 estaba técnicamente obsoleto, los alemanes no lo utilizaron para realizar incursiones, sino como arma antitanque, disparando sobre todo desde posiciones fijas y ocultas para así minimizar el riesgo para sí mismos.

De los tanquistas alemanes que utilizaron el T-34, los más célebres fueron el comandante de pelotón de la 9ª Compañía Panzer de la división Das Reich, el SS Oberscharführer Joseph Naber, y el comandante de tanque Emil Seibold, que sirvió en la misma división. Este último se convirtió en uno de los mejores ases tanquistas de la guerra, consiguiendo un total de 69 victorias, varias docenas de ellas a los mandos del T-34 soviético.

Después de la batalla de Kursk, el obsoleto T-34/76 fue retirado gradualmente del ejército alemán. Sin embargo, todavía se vieron algunos defendiendo Berlín en mayo de 1945.

En 1944, el más avanzado T-34/85 (con un cañón de 85 mm) entró en servicio con el Ejército Rojo. Sin embargo, los alemanes no capturaron más que unas pocas docenas de ellos, y sólo un puñado llegó a oponerse a las fuerzas soviéticas que ahora avanzaban.

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