En la mañana del 6 de marzo de 1945, tras un bombardeo masivo de artillería, una avalancha de tanques e infantería alemanes se abatió sobre las posiciones soviéticas en la región de los lagos Balatón y Velence, así como en el río Drava en Hungría. Este fue el inicio de la operación ‘Despertar de la Primavera’, que resultó ser la última gran ofensiva alemana de la Segunda Guerra Mundial.
En la primavera de 1945, la situación de Alemania en el Frente Oriental era casi catastrófica: el Ejército Rojo se acercaba a Berlín y estaba a sólo 70 km de la ciudad. Mientras las tropas soviéticas se tomaban un respiro para preparar la ofensiva final sobre la capital del Tercer Reich, los germanos pasaron a la carga, y además mucho más al sur: en Hungría. Su objetivo era empujar al enemigo desorientado a través del río Danubio y asegurar sus últimos campos petrolíferos importantes en el oeste de Hungría y Austria. Perderlos haría imposible que los nazis continuaran la guerra.
Los tanques soviéticos cerca de Berlín.
Borís Borovskich/SputnikLa operación ‘Despertar de la Primavera’ contó con una importante fuerza de 430.000 soldados, más de 800 tanques y cañones autopropulsados, 6.000 piezas de artillería pesada y morteros, y más de 800 aviones. El 6º Ejército Panzer de las SS, bajo el mando del coronel general Josef “Sepp” Dietrich, iba a servir de ariete principal, habiendo sido redesplegado especialmente desde el Frente Occidental.
Tanques alemanes Tiger II.
BundesarchivA los alemanes en Hungría se les opusieron las fuerzas del 3er Frente Ucraniano, que contaban con más de 400.000 efectivos (incluyendo unidades aliadas búlgaras y yugoslavas), con 6.800 cañones de campaña y 700 aviones. La falta de tanques, sin embargo, era un problema grave. Desangrados por las batallas invernales por Budapest, las tropas soviéticas sólo disponían de unos 400.
La batalla por Budapest.
SputnikAunque la planificación de la Operación ‘Despertar de la Primavera’ se mantuvo en estricto secreto, el mando del Ejército Rojo, gracias a los reconocimientos, la conocía de antemano y adoptó una estrategia de defensa en profundidad. La ofensiva alemana se esperaba a más tardar a mediados de marzo, sólo faltaba por saber la dirección de los golpes principales.
Tropas alemanas en Hungría.
BundesarchivEl 6 de marzo se produjeron una serie de batallas sangrientas en las orillas del río Drava, defendidas por las unidades búlgaras y yugoslavas, hasta la zona entre los lagos Balatón y Velence, donde el 6º Ejército Panzer de las SS asestó su principal golpe. “En Balatón, nuestro regimiento sufrió pérdidas colosales”, recordaba el teniente Eduard Melikov, del 877º Regimiento de Artillería. “Doscientos tanques alemanes avanzaron a la vez hacia nuestra división, nuestros obuses disparaban a bocajarro... La lucha fue feroz. En toda la guerra, el regimiento no perdió tantos hombres como en Hungría.”
Un papel crucial en la derrota alemana lo jugó la artillería antitanque. A menudo estas unidades lucharon heroicamente, incluso sin la cobertura de la infantería, dispersa y en retirada. Al perder sus cañones de campaña, a veces acturon ellos mismos como infantería. Se utilizaron mucho las tácticas de emboscada, en las que cañones autopropulsados y tanques soviéticos bien camuflados dispararon a bocajarroa las columnas blindadas alemanas.
En la tarde del 6 de marzo, el comandante del Grupo de Ejércitos Sur, el general Otto Weller, informó al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Terrestres, Heinz Guderian: “Los tanques apenas pueden moverse por el terreno debido al abundante barro, y todas las carreteras están bloqueadas por campos de minas y la artillería enemiga. Las unidades de infantería no pudieron lograr un avance rápido, y la feroz lucha consumió grandes cantidades de munición, dejando a los soldados sin ella. El enemigo claramente esperaba, y se había preparado para nuestra ofensiva, aunque no sabía exactamente cuándo o dónde se producirían los principales golpes.”
Los generales Otto Weller (a la izquierda) y Ferdinand Schörner en 1944.
BundesarchivTras varios días de intensos combates, las tropas germanas, sufriendo grandes pérdidas, consiguieron sin embargo romper dos líneas de las defensas soviéticas. El comandante del 3er Frente Ucraniano, el mariscal Fiódor Tolbujin, apeló al Cuartel General soviético para que le permitiera desplegar el 9º Ejército de la Guardia en reserva. Su petición fue rechazada (este cuerpo se reservaba para una ofensiva sobre Austria), y se le ordenó que se conformara con las fuerzas disponibles.
A pesar de algunos éxitos localizados, la ofensiva alemana se agotó. Incapaz de adentrarse más de 30 km en las posiciones soviéticas, el 15 de marzo pasó a la defensiva. “Todas las posibilidades de éxito se han evaporado”, escribió Heinz Guderian en sus memorias: “La hasta ahora elevada moral de combate de las divisiones de las SS se había perdido. Al amparo de las tripulaciones de los tanques, que resistían obstinadamente, formaciones enteras se retiraron en contra de las órdenes. Ya no era posible confiar en estas divisiones. La paciencia de Hitler se agotó. Montó en cólera y ordenó que se arrancaran las insignias de las mangas de los soldados.”
Habiendo perdido más de 250 tanques y cañones autopropulsados en la carnicería alrededor del lago Balatón, el 6º Ejército Panzer SS dejó de ser una fuerza de combate significativa. Ya el 16 de marzo, al día siguiente del final de la ‘Operación Despertar de la Primavera’, el Ejército Rojo lanzó su ofensiva en Viena, y pronto toda Hungría quedó libre de tropas alemanas.
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