Iósif Dzhugashvili (como se conocía a Stalin antes de adoptar su famoso seudónimo) estaba muy unido a su madre: le rodeaba de amor, trabajaba duro para mantener a su hijo y quería que se hiciera sacerdote. Su padre era un bebedor empedernido y a menudo pegaba a su hijo y a su mujer. Algunos biógrafos ven en esas palizas de la infancia la raíz de la increíble crueldad que Stalin mostraría más tarde tanto con sus seres queridos como con su pueblo.
Un primogénito no querido y un nieto estalinista
La primera esposa de Stalin era una lavandera y modista llamada Yekaterina (Kato) Svanidze. El futuro “líder de las naciones” la quería mucho, pero a los 22 años murió de tifus. Los biógrafos creen que su muerte quebró a Stalin. Los familiares de Yekaterina recuerdan que, durante el funeral, perdió la cabeza y saltó a la tumba tras el féretro que se llevaba a su amada Kato.
Después de su muerte, Stalin se dedicó a la labor revolucionaria, mientras que su hijo Yákov, de ocho meses, se quedó con la tía de Yekaterina. Yákov no volvió a ver a su padre hasta los 14 años, cuando se trasladó desde Georgia para reunirse con él en Moscú. Pero no se llevaron bien. Stalin ya tenía una nueva familia: se había casado con Nadezhda Allilúyeva. Los historiadores creen que Yákov le recordaba a Stalin a su querida Kato, y esto le irritaba. No ayudaba el que Yákov apenas supiese hablar ruso, además de ser tímido y taciturno.
Yákov se casó joven, siendo la novia a la hija de un sacerdote. Stalin se opuso al matrimonio. Tras el fallido intento de suicidio de Yákov, su padre empezó a despreciarlo y no quiso volver a tener nada que ver con él. Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, Stalin insistió en que Yákov se alistara para ir al frente, y ya en agosto de 1941 su hijo fue hecho prisionero, tras lo cual pasó dos años en campos de concentración. Según una anécdota, los dirigentes alemanes ofrecieron a Stalin cambiar a Yákov por el mariscal de campo capturado Paulus, a lo que Stalin supuestamente pronunció la legendaria frase: “No voy a cambiar a un soldado por un mariscal de campo”. Yákov murió en el campo de prisioneros, y las circunstancias de su muerte siguen sin estar claras. Haz clic aquí para leer más sobre la historia de la vida de Yákov.
Yákov tuvo tres hijos de tres mujeres diferentes. La hija de su primera esposa murió en la infancia, pero sus otros dos hijos sobrevivieron hasta la edad adulta. En 1936, tuvo un hijo, Yevgueni Dzhugashvili, nacido de su pareja Olga Golísheva (amiga de la esposa de Stalin, Allilúyeva). Se convirtió en historiador militar, participó en numerosos documentales sobre Stalin y fue un ardiente estalinista.
Yevgueni vivió en Moscú y murió en 2013. Tuvo dos hijos: Visarión (nacido en 1965) y Yákov (nacido en 1972). Poco se sabe de ellos. Ambos viven. Visarión es director y, al parecer, vive en Estados Unidos, donde se le concedió asilo político después de recibir una paliza en Georgia.
Yákov es artista y vive en Georgia. En 2006, Yákov pidió a Vladímir Putin que investigara las circunstancias de la muerte de su bisabuelo, ya que creía que Stalin había sido asesinado por sus oponentes políticos.
En 1938, Yákov tuvo una hija, Galina Dzhugashvili, con su nueva esposa, la bailarina Judith Meltzer. Creció y se convirtió en lingüista y experta en literatura argelina, y se casó con un ciudadano argelino, Husein ben Saad, funcionario de la ONU. Galina escribió un libro de memorias sobre su familia titulado La nieta del líder. Murió en 2007. Tuvo un hijo, nacido en 1971, Selim Bensaad. Todavía vive en Moscú en el apartamento de su abuelo.
Vasili y su numerosa descendencia
En 1918, Stalin, de 40 años, se casó con la hija de un compañero revolucionario, Nadezhda Allilúyeva, de 17 años. En 1921, tuvieron un hijo, Vasili.
Se convirtió en piloto, general de la Fuerza Aérea y hombre influyente. A diferencia de Yákov y sus hijos, Vasili llevaba oficialmente el apellido Stalin. Sin embargo, tras la muerte de su padre, la suerte de Vasili dio un vuelco: fue despedido de las fuerzas armadas, encarcelado y, más tarde, exiliado a Kazán y se le prohibió vivir en Moscú. Incluso se vio obligado a cambiar su apellido por el de Dzhugashvili. Vasili bebía mucho y, según los informes oficiales, murió de intoxicación etílica (aunque su última esposa dudó de esta teoría).
Vasili tuvo cuatro hijos, y casi todos ellos llevaban el apellido Stalin. Poco se sabe de ellos. Su nieta Anastasia, hija de la hija de Vasili, Nadezhda, aún vive. Además, Vasili adoptó a la hija de su tercera esposa y a dos hijas de su cuarta esposa; todas ellas llevaban el apellido Dzhugashvili.
El más famoso de los hijos de Vasili fue su hijo Alexánder Burdonski (1941-2017), director y actor. Fue el único que adoptó un apellido diferente para poder seguir una carrera artística, y pasó muchos años trabajando en los teatros de Moscú y dando clases.
Según algunas fuentes, cuando era joven, Alexánder se sentía antagonista de su abuelo, pero más tarde llegó a “darse cuenta de la magnitud de su personalidad”. Al mismo tiempo, criticó la actitud “fanática” hacia Stalin que tenía su primo Yevgueni (hijo de Yákov), que negaba los crímenes que había cometido su abuelo. Alexánder no tuvo hijos.
Su hija favorita, Svetlana, desertó a Occidente.
La segunda hija de Stalin con Nadezhda Allilúyeva fue Svetlana, que adoptó el apellido de su madre. Nació en 1926 y sólo tenía seis años cuando su madre se suicidó.
En 1967, Svetlana huyó de la URSS y se instaló en Estados Unidos. Ya en la emigración, escribió un libro sobre su familia titulado Veinte cartas a un amigo, que dedicó a su madre, intentando recrear su personalidad y su relación con Stalin a partir de los recuerdos de sus amigos. El libro se convirtió en un éxito de ventas y le hizo ganar mucho dinero, lo que le permitió llevar una vida cómoda en Estados Unidos hasta su muerte.
Svetlana tuvo varios maridos. De su primer matrimonio tuvo un hijo, Iósif Allilúyev (1945-2008), que se convirtió en cirujano cardíaco. Su hijo Iliá Voznesenski (nacido en 1970) es arquitecto.
De su matrimonio con Yuri Zhdanov, tuvo una hija, Yekaterina (nacida en 1950). Cuando su madre emigró, Yekaterina la repudió y rompió cualquier vínculo con ella. Ahora vive en un pueblo de Kamchatka, donde trabaja como vulcanóloga. Yekaterina nunca habla con los periodistas y rechaza cualquier relación con Svetlana Allilúyeva.
En Estados Unidos, Allilúyeva se casó con William Peters y dio a luz a una hija, Olga Peters (nacida en 1971), que más tarde cambió su nombre por el de Chrese Evans. En 2016, aparecieron en internet unas fotos de Evans vestida al estilo punk y con tatuajes y piercings, lo que causó mucha sorpresa entre los internautas rusos.
LEE MÁS: Qué imágenes de Stalin estaban prohibidas para los ciudadanos soviéticos