La leyenda dice que Pedro el Grande una vez bebió junto al marido de su sobrina hasta provocarlela muerte. Federico Guillermo, duque de Curlandia (1692-1711) se casó con Anna Ioanovna (1693-1740), hija del hermano de Pedro, Iván (1666-1696), el 31 de octubre de 1710, y al enlace le siguieron dos meses de fastuosas fiestas en San Pedrosburgo y sus alrededores. En enero llegó el momento de que los recién casados viajaran de vuelta a Curlandia, el país natal del marido, pero antes de marcharse, Federico Guillermo, de 18 años de edad, que ya llevaba dos meses bebiendo, decidió organizar un concurso de bebida con el propio zar Pedro. Al día siguiente, 10 de enero, Federico Guillermo murió en el camino de vuelta, habiendo viajado sólo 42 kilómetros desde San Pedrosburgo. Sus contemporáneos creyeron que el envenenamiento por alcohol fue la principal razón de su muerte.
El vodka se destiló por primera vez en el Kremlin de Moscú el 10 de octubre de 1503. Antes de eso, el vodka (entonces llamado aqua vita, en latín “agua de la vida”) se compraba en Europa y se utilizaba como medicina para los resfriados y la baja presión sanguínea. En 1503, se construyó la primera destilería rusa y comenzó la producción de vodka ruso, primero en pequeñas cantidades y sólo para la familia real.
No sabemos mucho sobre los hábitos de bebida de los zares Rúrikovich, excepto el mero hecho de que bebían. Iván el Terrible bebía con frecuencia vodka, en su juventud y en años posteriores, pero fue Pedro el Grande quien hizo obligatorio el vodka como bebida alcohólica necesaria en la mesa real durante las celebraciones.
Pedro el Grande
El zar Pedro empezó a beber de adolescente, en el barrio alemán de Moscú. Las crónicas rusas registran que mientras visitaba a sus amigos europeos (Franz Lefort, Patrick Gordon y otros) al joven zar le encantaba beber con ellos. Borís Kurakin, amigo y compañero de Pedro, escribió sobre los pasatiempos de este en la casa de Lefort del Barrio Alemán: “El libertinaje comenzó bebiendo en cantidades que no pueden ser descritas, durante tres días seguidos, encerrados en la casa, bebieron tanto que algunos murieron en el acto. Y desde aquellos tiempos hasta ahora [1705] la bebida continúa, y se hizo popular entre las mujeres nobles también.”
Pedro solía empezar su día con un trago de vodka, acompañado de un pepinillo. En sus asambleas (que es a lo que él llamaba fiestas reales) instituyó una regla: si un estadista llegaba tarde al evento, se veía obligado a beber una Copa de la Gran Águila entera: 1,5 litros de vodka, en un instante.
El propio Pedro no tenía problemas confesando que le gustaba bebida y explicaba personalmente que a veces bebía hasta perder la mente y la memoria: “No recuerdo cómo me fui, porque estaba muy contento con el regalo de Baco. Dicho esto, ruego a todos los que he causado molestias que me perdonen, especialmente a los que estaban presentes en el momento de mi partida, que esta ocasión sea olvidada...” Pedro escribió en una carta a su pariente, el Conde Fiódor Apraksin.
Catalina I
Catalina I, la esposa de Pedro que subió al trono después de su muerte, compartía su amor por el alcohol. Jacques de Campredon, el primer embajador francés en Rusia, escribió en 1725, cinco meses después de la muerte de Pedro el Grande, que el pasatiempo favorito de Catalina eran las “fiestas casi diarias de bebida, que duraban toda la noche y buena parte del día”.
Un secretario de la embajada de Sajonia escribió que Catalina empezaba su día con una porción de vodka (la emperatriz prefería el importado de Danzig), y por la noche se pasaba a los vinos húngaros. El historiador Evgueni Anisimov, uno de los principales expertos en la época, escribió que “desperdiciar la vida” era la principal ocupación de Catalina.
Los zares abstemios: Anna Ioánnovna y Nicolás I
Obviamente, no a todos los emperadores rusos les gustaba beber. Anna Ioánnovna, por ejemplo, detestaba el alcohol, lo cual es comprensible si se tiene en cuenta cómo murió su marido. Catalina la Grande bebía, pero con moderación, prefería el café a los licores.
El hermano de Alejandro y el siguiente emperador, Nicolás I, eran abstemios radicales: no bebían vino ni siquiera en las recepciones oficiales organizadas en su honor, y durante sus visitas a países extranjeros, pedía sustituir el vino por agua corriente. Sin embargo, Nicolás no se oponía a que otros bebieran en su presencia.
Alejandro II
Por el contrario, el hijo de Nicolás, Alejandro II, no desconfiaba del alcohol, pero no bebía mucho vodka, prefiriendo los vinos y el champán. El historiador Ígor Zimin cita documentos de la corte que describen la mesa de noche del Emperador organizada para un baile el 7 de febrero de 1871. Había 458 botellas de alcohol en total, 219 de ellas de champán, 173 de Chateau Lafitte, 8 de vino de Madeira, 11 de Sauternes, 9 de jerez y así sucesivamente; ¡sólo había 2 botellas de vodka!
Alejandro III
En Rusia existe la creencia popular de que Alejandro III era un borracho y que murió por complicaciones relacionadas con la bebida. El historiador Íor Zimin demostró que esto no es cierto. De hecho, Alejandro III, que era un hombre de fuerza excepcional, bebía (y podía beber mucho, debido a su peso) pero nunca estuvo borracho como una cuba.
El general Piotr Cherevin, jefe del servicio de seguridad de Alejandro III, recordó que Alejandro “podía beber mucho sin ningún signo de embriaguez, excepto que se volvía [...] alegre y juguetón como un niño”. El conde Serguéi Sheremetev, amigo de toda la vida de Alejandro, escribió: “Era moderado en la bebida, pero podía beber mucho, era muy robusto y tal vez nunca estuvo totalmente borracho”.
La bebida favorita de Alejandro era el kvas ruso mezclado 50/50 con champán. Entre los vinos, le encantaba el madeira y los vinos georgianos de la región de KaJeti, y se le veía bebiendo whisky, vodkas y licor de anís que juguetonamente llamaba “tirapedos”.
Nicolás II
El último emperador ruso estaba lejos de ser abstemio. En sus diarios, registró muchas ocasiones en las que estuvo borracho, y no sin satisfacción. En agosto de 1904: “Después de conducir por todas las cantinas de los rangos inferiores y bastante cargado de vodka, llegué a la Asamblea de Oficiales.” Agosto de 1906: “Probé seis variedades de vino de Oporto y me puse algo piripi, lo que me hizo dormir de maravilla.”
Normalmente, Nicolás bebía un pequeño trago de vodka antes del desayuno y un vaso de madeira, o un par de vasos de vino de oporto durante las comidas. Podía beber 2 ó 3 copas de champán, pero casi nunca bebía vino blanco o tinto. Se dice que el vodka, el vino de oporto y el brandy de ciruela eran las tres bebidas favoritas de Nicolás II.
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