¿Cómo trataban los rusos la infidelidad matrimonial antes de la época de Pedro el Grande? ¿Qué opinaban de los abortos? ¿Qué control tenía una mujer de aquella época sobre su vida sexual?
Una de las penas de muerte más atroces aplicadas en el zarato ruso antes de Pedro el Grande la sufrían mujeres que hubiesen asesinado a sus hijos. Debían ser enterradas vivas hasta el pecho, tras lo que se las dejaba morir de hambre.
Desde la antigüedad, los rusos buscaron reducir o eliminar la posibilidad de que niños ilegítimos o sin padres fuesen traídos al mundo. La Iglesia Ortodoxa puso varias prohibiciones y castigos a las aventuras extramatrimoniales. Esto no significaba, por supuesto, que los rusos en la época medieval no tuvieran relaciones sexuales fuera del matrimonio, o antes de este.
“Mira, contempla y ama mi hermoso cuerpo”
No hay muchos datos en fuentes históricas sobre la vida sexual de los rusos antes del siglo XVIII, principalmente porque la Iglesia Ortodoxa consideraba que este tipo de información era lasciva. Los sacerdotes, por supuesto, escuchaban muchas cosas en las confesiones, pero obviamente no las registraban por escrito. Así que los historiadores tienen que reconstruir los datos, poco a poco, a partir de varias fuentes.
“¡Cómo arde mi corazón, como mi cuerpo, y mi alma arde por ti, tu cuerpo y tu mirada!” - escribió una desconocida mujer del siglo XIV en una carta de amor privada. En el siglo XVII, tímidas descripciones de relaciones sexuales aparecerían en la literatura popular.
La historiadora Natalia Pushkareva, la principal especialista en el tema, cita la Historia de los siete sabios maestros, un ciclo de historias morales de origen hebreo que apareció en Rusia en el siglo XVII en una adaptación hecha del idioma polaco: “Oh, querido, haz lo que quieras, ¿de quién te avergüenzas? [...] Abrió sus pechos y los mostró, diciendo: '¡Mira, mira y ama mi hermoso cuerpo!’” ¿Pero por qué la Iglesia era tan cautelosa con tales descripciones?
En el período pre-moderno (en Rusia, antes de los siglos XVII-XVIII), debido a ls carencias en cuanto a asistencia sanitaria profesional, cualquier dificultad en el sistema reproductivo podía tener consecuencias potencialmente letales. Al mismo tiempo, la mortalidad infantil era muy alta. Por estas razones, la Iglesia, que era la principal autoridad moral de la mayoría de los rusos, procuraba fomentar el parto al mismo tiempo que restringía la vida sexual fuera del matrimonio.
Los abortos y la abstinencia sexual en la Rusia medieval
Los registros históricos que tratan de la penitencia de la iglesia son una fuente importante cuando se trata de asuntos referentes al control de la natalidad en la Rusia anterior al siglo XVIII. Natalia Pushkareva escribe que hay una gran cantidad de información sobre casos de penitencia en mujeres “que tienen [un feto] en su seno, pero no quieren dar a luz”.
Los abortos se equiparaban con el asesinato de niños: destruir un feto se castigaba con cinco años de arrepentimiento y ayuno, destruir un nonato que tuviera “rasgos humanos” siete años y asesinar a un recién nacido 15 años.
¿Con qué frecuencia se practicaban este tipo de acciones? No podemos decirlo con certeza. Sin embargo, el uso de anticonceptivos botánicos también estaba condenado. Los registros de 1656 muestran que, para la anticoncepción, la Iglesia prescribió siete años de arrepentimiento y ayuno, como lo hizo para el aborto de un bebé con “rasgos humanos”.
Entonces, ¿qué había que hacer con el sexo? Normalmente, sólo se permitía en el matrimonio y sólo en ciertos días. El sexo estaba “prohibido” durante cuatro ayunos ortodoxos: 50 días en primavera, de ocho a 42 días en verano, 13 días en agosto y unos 40 días en invierno. Además, el sexo estaba prohibido los miércoles, viernes, sábados y domingos, y en todas las fiestas de la Iglesia. Apenas quedaban 50 días al año para tener sexo. Obviamente, estas prohibiciones eran violadas constantemente.
‘Y la belleza angelical le fue mostrada’
En el siglo XVII, y especialmente durante el reinado del muy piadoso zar Alexéi Mijailovich (1629-1676), la Iglesia prohibió toda mención a la vida sexual y cualquier tipo de desnudez. Las mujeres nobles pasaban sus vidas en sus palacios de madera, custodiadas y supervisadas por sus sirvientes. La fidelidad conyugal era una necesidad. Un fresco de la iglesia de Yaroslavl del siglo XVII muestra a una mujer en el infierno que está siendo castigada por su falta de castidad: una serpiente la muerde en los pezones.
Este tipo de restricción no pudo durar mucho tiempo. En la misma época, la literatura comenzó a revelar una relajación en el tratamiento del sexo. En el siglo XVII, El cuento de Pedro Las Llaves de Oro, un texto de origen francés traducido del polaco, se hizo popular entre los ciudadanos rusos alfabetizados que eran menos sumisos a la moral de la Iglesia. El cuento habla de un hombre que hizo que su mujer huyera de la casa de sus padres y tuvo relaciones sexuales con ella, pero luego ambos tuvieron que vagar y rezar durante años, pagando una dura penitencia para ser perdonados por sus pecados.
Sin embargo, este cuento contiene una descripción de sus relaciones sexuales: “Amaba el rostro blanco y hermoso de ella, sus labios rosados... y no pudo contenerse, abrió su vestido en sus pechos, deseando contemplar aún más el cuerpo blanco de ella... y la belleza angelical le fue mostrada”.
Más hechos muestran que la vida sexual de los rusos en el siglo XVII estaba en auge contra todo pronóstico, independientemente de las tácticas de la Iglesia. En 1641, la policía secreta del Zar investigó el caso de Daría Lomakina, una “bruja” que creaba pociones de amor. Adam Olearius (1599-1671), un viajero y diplomático alemán en Rusia, dijo en sus escritos que en el siglo XVII era habitual que muchas mujeres de Moscú prepararan alimentos que aumentaban (o al menos esa era la idea) la potencia sexual de sus maridos. En el mismo siglo aparecieron los primeros hechizos populares para aumentar la potencia, lo que indica que incluso las mujeres campesinas de la época querían que sus hombres fueran sexualmente potentes. De nuevo, La historia de los siete sabios maestros, con su descripción de una mujer que atrae a un hombre para tener relaciones sexuales es también del siglo XVII.
Aún más elocuentes son los proverbios rusos del siglo XVII, que captan la realidad mejor que cualquier texto. Por nombrar sólo algunos: “Encarcelada [una mujer] está con un marido, si no tiene algún invitado”; “El marido de otra está bien, pero el tiempo pasado con él no es para siempre, mientras que el pasado con el marido propio es una lata”.
Estos diversos relatos dispersos nos recuerdan que, a finales del siglo XVII, justo antes de las reformas integrales de Pedro el Grande, la vida sexual en Rusia necesitaba desesperadamente de una liberación…y Pedro la hizo realidad, haciendo de Rusia un país moderno y reduciendo considerablemente el papel de la Iglesia en la vida de los rusos.
Con muchos hábitos europeos, al menos en las grandes ciudades, el amor comercial comenzó lentamente a estar disponible, y, al menos para la nobleza, la forma europea de tratar el amor y el sexo tomó el lugar de la piedad y la restricción ortodoxa. Mientras tanto, para los campesinos rusos, la revolución sexual estaba todavía muy, muy lejos.
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