En 1982 Alexánder Zúiev se graduó en la Escuela de Pilotos de la Aviación Militar de Armavir. Su talento no pasó desapercibido y tras volar en un MiG-23M fue uno de los primeros del país que pilotó el nuevo MiG-29.
Sin embargo, sus logros profesionales iban de la mano de una profunda confusión personal, afirma Rossíiskaia Gazeta. Zúiev comenzó a tener conflictos con su esposa, hija de un alto funcionario de las Fuerzas Aéreas, y también empezó a tener problemas con el alcohol. Sin embargo, sus superiores no estaban pensando en despedirlo, aunque Zúiev presentó su dimisión. Años más tarde el propio piloto escribió en sus memorias que la principal razón de su huida del país fue su decepción con el sistema soviético, y no fruto de una acumulación de problemas personales.
Los compañeros de trabajo recordaron que Zúiev se interesaba mucho por la vida en Occidente y que hablaba de ello sin parar. Incluso le ofreció a su camarada robar dos aviones y huir juntos, pero este le dijo que se había vuelto loco.
El 20 de mayo de 1989 Alexánder Zúev, de 27 años, estuvo de guardia en la recepción y producción de aviones en la base aérea georgiana Senaki. Antes de empezar la guardia, informó a sus colegas sobre el nacimiento de su bebé, pero no era cierto: su esposa todavía estaba embarazada. Llegó al trabajo con un pastel casero, con la particularidad de que estaba relleno de somníferos. Cuando los oficiales se quedaron dormidos, el piloto puso en marcha su plan.
Primero cortó la alarma y los cables de comunicación. Luego se dirigió a los aviones. El centinela trató de detenerlo y se produjo una pelea que acabó en un tiroteo. Zúiev hirió al soldado y se subió a un avión de combate. Antes de perder el conocimiento, el centinela logró disparar al traidor, hiriéndolo en el brazo y la cabeza. A pesar de sus heridas, el piloto despegó en el MiG-29 e intentó disparar sin éxito a los aviones que quedaban en la base aérea, y se dirigió hacia Turquía.
Tras aterrizar en el aeropuerto de Trabzon se identificó como ciudadano estadounidense y solicitó una reunión con los funcionarios consulares. Pero los estadounidenses no tuvieron tiempo de aprovecharse de la situación para estudiar el nuevo caza soviético: los turcos no querían estropear las relaciones con la URSS y enviaron el avión de combate de vuelta a su patria.
Lo siguiente fue un juicio en Turquía. Zúiev fue absuelto y se le concedió asilo político en EE UU. Allí el piloto escribió memorias sobre su fuga y se convirtió en un asesor militar que probaba tecnología soviética. Pero no estuvo mucho tiempo en Occidente. A los 39 años Zúiev se estrelló en un avión de entrenamiento soviético Yak-52 cerca de Seattle. Existe la sospecha de que su muerte no fue accidental.
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