Estas fueron las 3 epidemias más letales de la historia de Rusia

Historia
BORÍS YEGÓROV
Durante la epidemia de peste de Moscú, los perros y los cerdos devoraban los cadáveres que yacían en la calle. Incluso atacaban a los transeúntes, haciéndolos pedazos.

1. La plaga (1654-1655)

La peste negra llegó a la capital del Estado ruso desde Persia o Crimea. Según los relatos de la época, apareció “como una llama impulsada por el viento”. En el verano de 1654, cuando el número de muertos comenzó a contarse por miles, la corte del zar, los boyardos y toda la gente rica huyeron de la ciudad. Al trasladarse a los suburbios de Moscú y a otras ciudades, de hecho, ayudaron a propagar la epidemia por todo el país.

La alocada desaparición de los oficiales Streltsí y los guardias de la prisión sumió a la ciudad en el caos, el saqueo y el bandidaje. “Las calles, que antes estaban llenas de gente se volvieron desiertas... los perros y los cerdos devoraban a los muertos y se volvían salvajes, por lo que nadie se atrevía a aventurarse al exterior, solo por temor a ser devorado hasta la muerte”, dejó escrito el patriarca Macario III de Antioquía, que entonces se encontraba en el Estado ruso.

Al final, las autoridades no tuvieron más remedio que luchar contra la epidemia. Se establecieron cuarentenas en las áreas infectadas, que se rodearon con puestos de avanzada y fueron bloqueadas por soldados. Las casas y las granjas de los muertos por la plaga fueron quemadas sin remordimientos. El humo de la quema de ajenjo y enebro se usó para fumigar objetos y ropa. Las tropas restauraron el orden en la capital.

Para el otoño de 1654, la epidemia se había contenido en gran medida. La plaga no penetró hacia el oeste, donde el ejército del zar Alejo Mijáilovich estaba sitiando la entonces ciudad polaco-lituana de Smolensk; los territorios del norte (Nóvgorod y Pskov) permanecieron intactos.

Aunque en enero del año siguiente se produjeron algunos nuevos brotes, la escala no fue tan grave y Moscú no se vio afectada. El número exacto de víctimas por la pandemia nunca se sabrá con certeza, pero los investigadores calculan que la cifra oscila entre 25.000 y 700.000. Se cree que pereció más del 85% de la población de Moscú.

2. Cólera (1830-1831)

La enfermedad más mortífera del siglo XIX se desató por primera vez en las regiones meridionales del Imperio ruso en la década de 1820, pero sólo diez años después mostró toda su fuerza destructiva.

En 1830, la epidemia (que ya había devastado Georgia y la región del Volga y que en última instancia se cobraría 200.000 vidas en Rusia) fue vista con indiferencia desde la alejada Moscú. Los moscovitas creían que su clima norteño les protegería de la enfermedad.

“La ahuyentaremos con humo y seguiremos los consejos de los médicos”, se pudo leer en una revista de aquel tiempo. “La mejor cura es un espíritu audaz y vivaz, cuidado, nada de timidez, precaución, no miedo”.

Sin embargo, aquel mismo otoño, el buen humor dio paso al horror. A medida que el número de víctimas aumentaba exponencialmente, las autoridades cerraron universidades y lugares públicos, prohibieron toda forma de entretenimiento callejero y establecieron zonas de cuarentena por todas partes.

El comienzo del invierno de ese año impidió que la epidemia entrara en la capital, pero en abril de 1831 se registraron los primeros brotes de la enfermedad en San Petersburgo, y en verano se propagó como un reguero de pólvora.

“Esta enfermedad infernal es endémica”, escribió Alexánder Nikitenko, residente de la ciudad del Nevá. “Sal y verás docenas de ataúdes de camino del cementerio... Es como si el apocalipsis hubiera llegado, la gente deambula entre los ataúdes como condenada a morir sin saber si ya ha sonado la campana de su muerte”.

El descontento general con las cuarentenas y cordones sanitarios (que afectaron gravemente el comercio) condujo a los llamados “disturbios por el cólera” que arrasaron las ciudades del Imperio ruso. Además, el levantamiento polaco estaba en pleno apogeo, dando lugar a un sentimiento antipolaco en la sociedad. Se rumoreaba que los polacos iban por ahí envenenando huertos y pozos por la noche. Muchas víctimas inocentes fueron linchadas por turbas furiosas en plena calle.

3. Gripe española (1918-1919)

La pandemia de la conocida como “gripe española” que siguió a la Primera Guerra Mundial causó la muerte de hasta 100 millones de personas en todo el mundo (alrededor del 5% de la población mundial), lo que la convierte en una de las peores epidemias de la historia. Y no dejó de lado a la Rusia posrevolucionaria.

Tras haber penetrado en el país, devastado por la guerra civil, en agosto de 1918, la gran pandemia de gripe arrasó Bielorrusia y Ucrania, golpeando Kiev con especial dureza, y luego Moscú y Petrogrado, donde uno de cada dos residentes cayó enfermo.

Una catástrofe nacional, la gripe española acabó con la vida de 2,7 millones de personas en tan sólo 18 meses, es decir, el 3% de la población total del país.

En Odesa, una de las víctimas fue la estrella de cine mudo Vera Jolódnaia. La pandemia tampoco ignoró a los nuevos líderes del país. En marzo de 1919, Yákov Sverdlov, el “diablo de la revolución”, sucumbió al fatal contagio.

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