“El mayor apóstol de la no violencia que ha producido la era actual” y un “gran maestro a quien durante mucho tiempo he considerado como uno de mis guías”, estas son solo algunas de las formas en que Gandhi (1869-1948) describió a Lev Tolstói (1828-1910). Nacidos en diferentes países y en períodos ligeramente diferentes, eran también de diferentes generaciones. El joven y aún desconocido Gandhi buscó la sabiduría en las obras del ya famoso Tolstói.
El futuro líder del movimiento de resistencia no violenta de la India afirmó que las obras del escritor y filósofo ruso tuvieron una gran influencia en él. “El Reino de Dios está en vosotros me abrumó. Me causó una fuerte impresión. Debido al pensamiento independiente, la profunda moralidad y la veracidad de este libro, todos los libros que me caían en mis manos... parecían palidecer en insignificancia”, escribió Gandhi.
Las dos grandes mentes de Rusia e India coincidieron en 1909. La historia comenzó en diciembre de 1908, cuando el revolucionario indio antibritánico Tarak Nath Das escribió a Tolstói buscando su apoyo para la independencia de la India. El escritor ruso era entonces una de las figuras públicas más famosas del mundo y respondió en una larga misiva titulada Carta a un hindú, que Das publicó en el periódico indio Free Hindustan. Básicamente el mensaje de Tolstói era que la única manera que tenía el pueblo indio para liberarse de los británicos era a través del principio del amor.
“No os resistáis al mal, pero tampoco participéis vosotros mismos en el mal, en las acciones violentas de la administración de los tribunales, de la recaudación de impuestos y, lo que es más importante, de los soldados, entonces, nadie en el mundo os esclavizará”, escribió.
El texto pasó de mano en mano y llegó al joven Gandhi en 1909. Aún en los primeros días de su carrera de activista, Gandhi escribió a Tolstoi solicitando permiso para reimprimir “Carta a un hindú”, en su propio periódico Indian Opinion en Sudáfrica. Mantuvieron correspondencia durante un año, hasta 1910, año de la muerte de Tolstói. (El texto completo de la correspondencia está disponible en inglés aquí.)
Después de haber pasado décadas buscando respuestas a las preguntas más importantes de la vida, Tolstói compartió algunas de sus ideas en las cartas que escribió a Gandhi. En sus últimos días, el pensador ruso se comunicó con el joven indio y examinó los falsos principios a los que la humanidad estaba acostumbrada. Según él, durante miles de años la civilización humana ha vivido y seguido el camino de la violencia como principio rector para asegurar la supervivencia. Sin embargo, esta forma de vida es incompatible con la ley del amor, que es mucho más natural.
“Cuanto más tiempo vivo –sobre todo ahora que siento claramente la proximidad de la muerte– me siento cada vez más inclinado a expresar lo que siento con más fuerza que cualquier otra cosa y, en mi opinión, es de gran importancia. A saber, lo que llamamos la renuncia a toda oposición por la fuerza, que en realidad significa simplemente la doctrina de la ley del amor no pervirtida por los sofismas. El amor, es decir, el empeño de las almas hacia la unidad y el comportamiento sumiso que resulta de ello, representa la única y más elevada ley de la vida, tal y como todo hombre sabe y siente en lo más profundo de su corazón (y como vemos más claramente en los niños). Lo sabe hasta que se ve envuelto en la mentirosa red de los pensamientos mundanos... Todo empleo de la fuerza es incompatible con el amor”.
La filosofía de Tolstoi inspiró tanto a Gandhi que, junto con su amigo Hermann Kallenbach, puso su nombre a su granja en Sudáfrica. Los residentes de la Granja Tolstoi se dedicaban al duro trabajo manual mientras que sus mentes se ponían al servicio de los ideales de la verdad, el amor, la no posesión, la no violencia y la castidad. La experiencia de Gandhi en la Granja Tolstói contribuyó posteriormente a su movimiento Swadeshi, basado en el principio de utilizar los bienes que se fabrican en el propio país.
La idea del trabajo manual duro surgió como resultado de la creencia de Tolstói de que todo el objetivo de la vida es realizar un trabajo de entrega para los demás. De hecho, él mismo siguió este principio en la práctica: labraba la tierra y hacía sus propias botas. Tolstói fue también uno de los mayores defensores de los derechos de los campesinos de su tiempo e incluso abrió una escuela para niños campesinos en su finca.
“Sin duda el Conde Tolstói lo ha influido profundamente (Gandhi)”, escribió más tarde el reverendo Doke en su biografía de Gandhi. “El viejo reformador ruso, en la simplicidad de su vida, la audacia de sus declaraciones y la naturaleza de sus enseñanzas sobre la guerra y el trabajo, ha encontrado un discípulo en el Gandhi”.