Cómo acabó en su tumba acuática el ‘Titanic soviético’

Historia
BORÍS YEGÓROV
El desastre fue el más letal vivido en el mar Negro en tiempos de paz. El hundimiento del buque de pasajeros Almirante Najímov conmocionó tanto a la sociedad que el barco recibió el trágico sobrenombre de ‘Titanic soviético’.

En la noche del 31 de agosto de 1986, el buque de pasajeros Almirante Najímov salía de la bahía de Tsemes, cerca de Novorosíisk, como crucero hacia Sochi y otros puertos del mar Negro.

Construido durante la época de la República de Weimar, con el nombre de Berlín, el barco había sido entregado a la URSS como reparación de guerra y prestó servicio en las líneas marinas de pasajeros soviéticas durante casi 30 años bajo un nuevo nombre.

El enorme y lujoso barco, sin embargo, había excedido su esperanza de vida y ya se había previsto jubilarlo. El trágico viaje fue planeado para ser uno de los últimos, y de hecho se convirtió en su travesía final.

Colisión   

Ninguna de las 1.243 personas a bordo (897 pasajeros y 346 tripulantes) era consciente del peligro que les esperaba: en el momento de la colisión algunas personas estaban bailando y otras viendo una película, pero la mayoría se preparaba para ir a dormir.

Al mismo tiempo, el carguero Piotr Vásev llegaba a puerto, y su capitán, Piotr Tkachenko se propuso ceder el paso al buque de pasajeros.

Sin embargo, las cosas salieron absolutamente mal. El Piotr Vásev se dirigía hacia el Almirante Najímov. Los miembros de la tripulación de ambos barcos empezaron a preocuparse, pero Tkachenko, que seguía los movimientos con su ayuda automática de radar, contestó con calma que todo iba según lo planeado y que los dos barcos se esquivarían el uno al otro.

Al mismo tiempo, Vadim Márkov, el capitán del buque de pasajeros, no estaba presente en el puente del capitán porque se había ido a cenar.

Cuando la colisión inminente se hizo evidente, los marineros empezaron a entrar en pánico. Sólo entonces Tkachenko apartó los ojos del radar para darse cuenta de que el sistema estaba completamente equivocado. Las órdenes tardías de detener la nave fueron inútiles.

Catástrofe

A las 11:12 p.m. el carguero chocó contra el buque de pasajeros, abriendo un agujero en su costado de 80 metros cuadrados de tamaño. El barco empezó a hundirse de lado.

La electricidad se cortó instantáneamente, y el barco tardó sólo ocho minutos en sumergirse junto con muchas personas que estaban atrapadas en sus camarotes en la oscuridad total. Entre ellos había 23 niños, que ya dormían a una hora tan tardía.

A pesar de que el barco tenía botes salvavidas, la tripulación no tuvo mucho tiempo para lanzarlos. “Había caos a bordo: la gente gritaba, otros lloraban o reían nerviosamente, los hombres encendían mecheros y cerillas. Sin embargo, al principio no hubo pánico”, recordaría Ekaterina Kishman.

Con el barco hundiéndose rápidamente, cientos de personas comenzaron a saltar al agua para salvarse. “Un hombre alto, con pantalones blancos, chocó contra mí y gritó: ‘¡Salta!’. Me agarró y me tiró al mar”, contó Ekaterina.

Uno de los sobrevivientes, Vladimir Puzirko, recordó más tarde: “Salté y, con todas mis fuerzas, intentaba alejarme del barco que se hundía, para evitar ser succionado por el remolino. Miré hacia atrás y vi cómo se hundió el barco y también fui arrastrado hacia abajo... Quería tanto vivir y luché con todas mis fuerzas para llegar a la superficie. ¡Y lo logré! Me quité la camisa, los pantalones y los zapatos. Me di cuenta de que la corriente me llevaba a mar abierto. De repente vi una gran embarcación cerca. Era el Piotr Vásev”.

El Piotr Vásev fue el primer barco en participar en el rescate, y a las pocas horas se le unieron embarcaciones de Novorosíisk.

Fosa común

El hundimiento del Almirante Najímov, más tarde conocido como el “Titanic soviético”, costó la vida a 423 personas: 359 pasajeros y 64 tripulantes. Los capitanes de los dos barcos sobrevivieron, y más tarde fueron declarados culpables de la negligencia que llevó a la tragedia y fueron condenados a “15 años cada uno”, pero fueron puestos en libertad en 1992.

Durante los primeros días de septiembre los buzos comenzaron a rescatar los cuerpos del barco hundido. Sin embargo, debido al calor extremo, estos se habían descompuesto dramáticamente, y los fotógrafos tuvieron que tomar sus fotos lo más rápido posible para que se lograse el hacer identificaciones positivas. Algunos de ellos incluso sufrieron crisis nerviosas.

Cuando dos buzos murieron durante el trabajo submarino en el barco, toda la operación se detuvo instantáneamente, y se decidió dejar al Najímov y a los demás pasajeros en paz en el fondo del mar.

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