El Servicio de Seguridad del Estado de la República Democrática Alemana, conocido comúnmente como la Stasi, fue uno de los servicios de seguridad más eficaces del mundo. Con más de 38.000 agentes secretos operando en Europa Occidental y más de 600.000 informantes dentro del país, el alcance de la Stasi era casi ilimitado.
La Stasi tenía archivos secretos de casi todos los ciudadanos adultos del país y de los más importantes líderes empresariales y políticos occidentales. Los estantes de los informes de inteligencia de la Stasi, los registros de audio y los microfilmes alcanzan más de 150 km de extensión.
El servicio secreto alemán fue fundado en 1950 con la ayuda del MGB (Ministerio de Seguridad del Estado soviético), el predecesor del KGB. Durante siete años estuvo bajo el control total de los soviéticos. Pero incluso cuando la Stasi se independizó oficialmente en 1957, los oficiales soviéticos permanecieron en todas las ramas del servicio alemán y sus 15 oficinas regionales. Tenían acceso total a toda la documentación secreta alemana.
En los años 60, las tensas relaciones de posguerra entre la KGB y la Stasi se volvieron más fraternales. Impresionados por los éxitos de sus colegas alemanes, los soviéticos incluso les invitaron a abrir sus propias bases de operaciones en Moscú y Leningrado para vigilar a los diplomáticos y turistas de Alemania Oriental.
Hasta el final de la Stasi, en 1990, los servicios secretos alemán y soviético no se veían como un hermano menor y mayor, sino que eran socios igualitarios y se respetaban mutuamente.
Durante muchos años este servicio secreto afgano fue considerado el más eficaz en Oriente. La Agencia de Inteligencia del Estado, conocida como KHAD, se creó en 1980 durante la intervención soviética en la guerra civil del país centroasiático.
El grupo de trabajo especial de la KGB en Afganistán, conocido como Cascade, recibió la orden de ayudar a los afganos a establecer su propio servicio secreto, entregando más de 10.000 armas, además de municiones, equipos y uniformes. Los especialistas soviéticos comenzaron a entrenar a sus colegas afganos en el campo.
Poco a poco, el KHAD se convirtió en un poderoso servicio secreto. En 1981 la “KGB afgana” ya tenía la información sobre todas las unidades muyahidines, incluyendo el número de reclutas y sus fuentes de armamento y finanzas.
El KHAD organizó eficazmente emboscadas, capturó a importantes muyahidines y atacó sus bases y rutas de transporte. Sus actividades se extendieron más allá de las fronteras de Afganistán y también actuaron en Pakistán e Irán.
El servicio se ganó una reputación temible y era considerado los ojos, los oídos y los puños del régimen. Sabiendo la crueldad con la que el KHAD trataba a los prisioneros, los muyahidines a menudo preferían morir antes que caer en sus manos.
El KHAD sobrevivió a la retirada soviética de Afganistán, fue reformado varias veces y continuó su actividad hasta 2004.
Se trataba del servicio secreto más despiadado de Europa, con más de 10.000 víctimas en su haber.
El Departamento de Seguridad del Estado rumano, o Securitate, fue creado en 1948 con la ayuda de los servicios secretos soviéticos. Al darse cuenta de que la nueva organización carecía de profesionales, los soviéticos dieron el paso inusual de reclutar miembros de la Siguranta, un servicio secreto de los tiempos del Reino de Rumania (1881-1947).
Estos nuevos reclutas comenzaron a servir con celo al nuevo régimen, persiguiendo a sus antiguos colegas monárquicos y a cualquier otro elemento anticomunista del país.
La Securitate reprimió brutalmente la disidencia y cualquier semilla de movimientos de protesta en Rumania. Tenía el tercer archivo personal más grande sobre sus propios ciudadanos, después de la KGB y la Stasi.
El servicio rumano también actuó extensamente en el extranjero. Junto con la KGB, apoyó a Yasser Arafat. Además, estableció contacto con el famoso terrorista venezolano Carlos el Chacal.
Durante los acontecimientos revolucionarios de 1989 en Rumania, la Securitate apoyó al régimen socialista. Hubo colisiones con las tropas y los civiles, lo que provocó gran cantidad de víctimas entre estos últimos. Poco después de la caída de Nicolae Ceaușescu, la organización fue disuelta.
Los modernos servicios secretos rumanos afirmaron firmemente que no tenían nada en común con la Securitate.
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