4 hechos sobre la guerra de hace un siglo en la que Rusia no ganó ni una batalla

El 5 de septiembre de 1907 se firmó el Tratado de Portsmouth entre Japón y Rusia. La catastrófica guerra a principios del siglo XX trajo al Imperio ruso numerosas derrotas, la pérdida de su prestigio militar y el surgimiento de movimientos revolucionarios dentro del país.

1. La Marina rusa sufrió la mayor derrota de su historia

La derrota naval más terrible de la historia de Rusia tuvo lugar en el estrecho de Tsushima, entre Japón y Corea, los días 27 y 28 de mayo de 1905. La Segunda Flota del Pacífico, compuesta por 38 buques de guerra, fue completamente aniquilada por la flota japonesa, que contaba con 89 buques.

Sin embargo, la cantidad no fue la única ventaja de los japoneses. La mayoría de sus barcos eran el doble de rápidos que los rusos, y más modernos y avanzados. Además, los marineros japoneses tenían mucha más experiencia en combate.

Acorazado ruso Oriol gravemente dañado durante la batalla de Tsushima, mayo de 1905.

En total, se hundieron 21 barcos rusos, siete fueron capturados, seis se refugiaron en puertos neutrales, donde quedaron internados, y solo unos pocos lograron escapar.

Debido a la catástrofe de Tsushima, el Imperio ruso dejó de ser una superpotencia naval. Durante décadas, “Tsushima” se convirtió en sinónimo de fracaso total.

2. Montenegro, aliado de Rusia, continuó ‘luchando’ contra Japón más de un siglo

El Principado de Montenegro declaró la guerra a Japón en agradecimiento a Rusia por su apoyo político y económico a largo plazo. Se trató solamente de un gesto, ya que no se enviaron tropas montenegrinas al Lejano Oriente para luchar contra los japoneses (tan solo unos pocos voluntarios).

Sin embargo, cuando Rusia y Japón firmaron la paz en 1905, se pasó por alto la declaración de Montenegro, por lo que, técnicamente permaneció en guerra.

Delegaciones durante la negociación del Tratado de Portsmouth.

Después de la Primera Guerra Mundial, el país perdió su soberanía durante casi un siglo. Japón no reconoció el país durante su breve período de “independencia” como Estado títere de Italia durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que no se firmó ningún tratado de paz.

No fue hasta 2006, después de que Montenegro se separara de Serbia y apareciera de nuevo en el mapa político, que los dos países pusieron orden en sus trámites. La “guerra” terminó oficialmente 101 años después.

3. Rusia no consiguió ganar ninguna batalla importante

Ni una sola batalla importante de la guerra ruso-japonesa fue ganada por las tropas rusas, ni una sola ofensiva o incursión tuvo éxito, e incluso la heroica y larga defensa de la fortaleza de Port Arthur terminó con una rendición.

Sin embargo, no todos los episodios de la guerra fueron catastróficos para el Ejército ruso. Durante la batalla de Mukden (1905), la más grande y sangrienta de la guerra, las pérdidas japonesas fueron el doble que las rusas (15.000 contra 8.000). A pesar de que el Ejército ruso se vio obligado a abandonar Mukden y retirarse, los japoneses calificaron esta batalla de “victoria insegura”, lo que debilitó significativamente su espíritu ofensivo.

Aunque el éxito no se logró en una batalla abierta, sino gracias a la astucia de los marineros rusos. Durante el asedio de Port Arthur, descubrieron que dos acorazados japoneses –Hatsuse y Yashima– utilizaban la misma ruta cada día durante las misiones de patrullaje. El minador Amur se valió de la niebla para llenar de minas la ruta a escondidas, y los dos barcos fueron destruidos al día siguiente.

4. Un general japonés capturó una fortaleza rusa, pero se suicidó por ello

El Tercer Ejército Japonés, dirigido por el general Nogi Maresuki, sitió la fortaleza rusa de Port Arthur en la provincia china de Liaoning en julio de 1904. La larga defensa duró hasta el 2 de enero de 1905 y costó a los japoneses 56.000 muertos, incluidos dos hijos de Nogi.

Cuando la fortaleza finalmente se rindió, Maresuki fue proclamado héroe nacional de Japón. Sin embargo, él tenía otra visión sobre lo ocurrido.

General Nogi Maresuki.

Después de la guerra, el general informó personalmente al emperador Meiji sobre la captura de la fortaleza. Nogi Maresuki se derrumbó, lloró y pidió perdón por la pérdida de tantos soldados japoneses.

Maresuki le pidió al gobernante que le permitiera acabar con su vida mediante el suicidio ritual: seppuku. Meiji se negó a culpar al general, y la petición fue rechazada, al menos mientras vivía el emperador.

Nogi Maresuki volvió a la vida ordinaria, convirtiéndose en mentor del futuro emperador Hirohito y construyendo hospitales para los soldados heridos y monumentos en memoria de las tropas japonesas y rusas muertas en la guerra.

Sin embargo, poco después de la muerte del emperador, Maresuki se consideró libre de la orden y se suicidó con su esposa el 13 de septiembre de 1912.

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