Conocido como las Kuriles, el archipiélago está formado por una cadena de 56 islas del océano Pacífico que conectan la península rusa de Kamchatka con la isla japonesa de Hokkaido. Durante décadas, Japón ha estado tratando de reclamar la propiedad de cuatro de estas islas: Iturup, Kunashir, Shikotán y el grupo de islas Jabomai. Esto, sin embargo, no tiene mucho impacto práctico en el día a día de la población local. Siendo uno de los territorios más remotos de Rusia, la vida aquí no ha cambiado durante décadas.
Las islas Kuriles son de origen volcánico. Muchas aldeas e incluso algunos pueblos pequeños están situados literalmente en las laderas de volcanes activos. La niebla aquí es muy espesa, y a veces la visibilidad se reduce a dos metros.
Los frecuentes terremotos, tsunamis y erupciones han provocado que muchas personas abandonen sus hogares en más de una ocasión. Por esta razón, las islas están llenas de lugares abandonados y ningún edificio tiene más de 2-3 pisos de altura. No lejos de un viejo faro abandonado, incluso existe un cementerio de tanques y un búnker inundado, que alguna vez fue utilizado para operaciones militares.
Aquí se pueden ver varios lagos en ebullición, todos ellos calentados por gases volcánicos. Uno de ellos se encuentra en Kunashir, la isla más meridional de la Gran Cadena de las Kuriles. La distancia de Kunashir a Japón es de sólo 16 kilómetros. Más allá sólo se encuentra la deshabitada Pequeña Cadena de las Kuriles. Se necesita un permiso especial para visitar Kunashir, ya que es una zona fronteriza.
Durante más de mil años, la población indígena de las Kuriles fueron los ainus, pero en el siglo XIX estaban desapareciendo y su existencia en la isla se había reducido a la de simples reservas. Tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, los ainus supervivientes, unas 200 personas, fueron repatriados a Japón.
Hasta el día de hoy, la historia japonesa del sur de Kuriles sigue presente, con el descubrimiento habitual de artefactos antiguos. Por ejemplo, uno se puede encontrar piezas de porcelana japonesa antigua mientras pasea por la costa de Kunashir.
Hoy en día, las islas Kuriles tienen una población total de 20.500 habitantes. La isla más grande es Iturup, con la ciudad de Kurilsk (de 6.409 habitantes), centro de todos los negocios (en términos relativos). No hay centros comerciales, pero sí un pequeño cine. Todos los vehículos son de fabricación japonesa. El asfalto no es omnipresente.
Las islas viven esencialmente de la pesca, y la industria es la columna vertebral de toda la economía de las Kuriles. La gente recibe “suplementos del norte”, es decir, pagas extras para compensar el hecho de vivir y trabajar en un clima tan duro. Muchos se desplazan hasta aquí desde la Rusia continental para ganar dinero y obtener algunas ventajas, tras lo que emigran a climas más agradables.
Por el lado positivo, el desayuno principal aquí es el caviar (que la mayor parte de la Rusia continental considera un manjar). Cada año, los turistas vienen a las islas Kuriles, pero los viajes son de los más caros de Rusia. Porque las islas están muy lejos y son muy bonitas.
Pincha aquí para conocer las razones de Rusia para no devolver las Kuriles a Japón.
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