Vladímir Putin, presidente de Rusia, durante sus vacaciones en Tuvá.
Alexéi Nikolski/SputnikLas palabras “república de Tuvá” no dicen nada a muchos rusos, especialmente a los que viven en la parte europea del país. Esta región, uno de los 85 sujetos federales de Rusia, es muy remota: se encuentra a 4.600 km al este de Moscú, en el sur de Siberia, en la frontera con Mongolia.
Los aviones ni tan siquiera vuelan directamente allí desde Moscú y la región no tiene ferrocarriles. Para llegar a Kizil, capital de Tuvá, tienes que volar a la ciudad siberiana de Abakán y hacer un viaje de siete horas y media en autobús. Uno podría preguntarse para qué hacerlo...
Río Mali Yeniséi (Ka-Jem) tuvano.
Zamunu45/WikipediaSin embargo, Tuvá es mucho más interesante de lo que parece. En primer lugar, es una tierra de chamanes, donde los antiguos nómadas tuvanos, que ahora viven en pequeñas aldeas, todavía conservan el arte místico de la comunicación con otros mundos (o eso dicen). En segundo lugar, la naturaleza agreste de Tuvá es tan espectacular que hasta el propio Vladímir Putin disfruta de ella. En agosto de este año fue allí de excursión durante un fin de semana. Un año antes había pasado sus vacaciones en Tuvá, pescando y haciendo rafting con el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, de etnia tuvana.
Quizá lo más peculiar de Tuvá es cómo pasó a formar parte de Rusia. Hace menos de cien años, era un Estado asiático independiente que incluso declaró la guerra a la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué se unió a la URSS?
Si miramos todavía más atrás en la historia, a principios del siglo XX, Tuvá pertenecía a China, al igual que Mongolia y todo el norte de Asia que no era de Rusia. Las fronteras, sin embargo, eran borrosas o incluso inexistentes. Como escribe la revista rusa Diletant, “cientos de comerciantes rusos estaban haciendo tratos comerciales en Tuvá y vivían allí”.
Chamanes de Tuvá, los años 20.
tuva.asiaTenían sus buenas razones para ello. Los tuvanos tenían grandes rebaños de ganado y sus tierras eran ricas en animales de peletería así como en oro. Se beneficiaban del comercio con los rusos. Sus lazos con China en ese momento se debilitaban a medida que la autoridad del emperador chino se deterioraba. Poco después de que la Revolución de Xinhai aniquilara a la monarquía china en 1911-1912, los tuvanos pidieron al emperador Nicolás II formar parte de Rusia. Este lo aceptó en 1914.
“Los chinos protestaron, pero nadie les prestó atención mientras se desataba la Primera Guerra Mundial”, se dice en Diletant. Sin embargo, la historia estaba lejos de terminar, ya que en 1918, comenzó la guerra civil en Rusia y también en Tuvá.
La guerra hizo que Tuvá se dividiera en tres partes controladas por los mongoles, el Ejército Blanco y los señores de la guerra locales. Después de que ganaran los bolcheviques, las partes decidieron dejar Tuvá como un Estado independiente para no empeorar las relaciones de Moscú con Pekín. Como subraya el politólogo tuvano Víktor Sandakpán: “Era demasiado pronto para que Tuvá se uniera a la URSS. Los líderes del país eran aristócratas, parte de la población apoyaba a los mongoles, el Partido Comunista era débil”.
Sin embargo, la nueva República Popular de Tuvá, creada en 1921, dependía en gran medida de la Rusia soviética. No es de extrañar que en 1941 su Ejército solo contara con 489 soldados. Al mismo tiempo, tuvo seis constituciones en 20 años de independencia y los comunistas locales incluso conseguieron realizar una versión más ligera de la Gran Purga de Stalin.
Ruinas del monasterio tuvano Ustuu-Juree, destruido durante las represlias de los años 30.
Reuters“A finales de la década de 1920 y principios de la de 1930, los jóvenes estalinistas que habían estudiado en Moscú dirigían el país”, señala Diletant. “Sacaron a los viejos líderes de sus puestos y les dispararon”. La joven y despiadada generación luchó contra la aristocracia, los budistas, los chamanes, todos aquellos que no encajaban en la nueva ideología. Como escribe Víktor Sandakpán, entre 1.200 y 1.700 personas en Tuvá fueron reprimidas en la década de 1930.
En 1932, Salchak Toka, un devoto comunista, se convirtió en primer ministro de la República Popular de Tuvá. Tuvo un sueño: “Quiero que nuestro pueblo se una a los pueblos de la gran Unión Soviética. Mi sueño no se cumplirá hasta que esto suceda”.
Salchak Toka, primer ministro de la República Popular de Tuvá en los años 30.
Lev Oustínov/SputnikDemostrando su lealtad al hermano mayor, la República Popular de Tuvá fue el primer Estado que declaró oficialmente su apoyo a la URSS en la Segunda Guerra Mundial, después del ataque de la Alemania nazi el 22 de junio de 1941 (fueron un par de horas más rápidos que el Reino Unido). El Estado de 90.000 personas declaró la guerra a Alemania. Según la leyenda, Adolf Hitler no reaccionó porque no pudo encontrar Tuvá en el mapa. (Tal vez ni siquiera lo intentó).
Bromas aparte, el pequeño país dio todo lo que pudo para ayudar a la URSS, comenzando con todas sus reservas de oro y terminando con el envío de unas 8.000 personas para servir en el Ejército Rojo.
Chamán tuvano.
Alexánder Kriázhev/SputnikIncluso antes de que terminara la guerra, el sueño de Salchak Toka se hizo realidad. En 1944, el Gobierno soviético cumplió con la solicitud de la República Popular de Tuvá de unirse a la URSS, pasando a formar parte de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia. Eso significó que incluso después de que la URSS dejara de existir, la remota Tuvá permaneció dentro de la Federación Rusa, preservando su cultura chamánica única, y dando a Vladímir Putin un lugar para relajarse.
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