El buque de guerra rebelde abandonó el puerto de Riga e inició su viaje hacia Leningrado, desde donde Sablin planeaba lanzar una gran revolución que sacudiría a todo el país.
¿Por qué lo hizo?
Valeri Sablin, un oficial de la Armada de tercera generación, había sido un estudiante diligente en la Escuela Naval Superior de Leningrado, a menudo elogiado por sus maestros y respetado por sus compañeros de clase, quienes conocieron su sentido de la justicia.
Sin embargo, la carrera de un oficial militar que sigue ciegamente las órdenes no era del gusto de Sablin. Estaba ansioso por comprender y analizar los procesos políticos que se tenían lugar en su país. Muchas cosas le desagradaban profundamente y pensó que el país necesitaba una transformación radical.
El oficial Nikolái Cherkashin, compañero de Sablin, recuerda: “Siempre pensaba de manera global... Intentaba comprender a fondo los fenómenos sociales. Era un político por naturaleza”.
Valeri Sablin nunca tuvo miedo de expresar abiertamente sus opiniones. En 1962, a la edad de 23 años, escribió una carta a Nikita Jrushchov pidiendo “librar al Partido Comunista de aduladores y elementos corruptos”. Se jugó su carrera pero tuvo suerte porque solamente fue amonestado.
Aunque el escándalo no le impidió ingresar a la Academia Militar Política de Lenin. En lugar de comandar un buque de guerra, Valeri Sablin optó por convertirse en oficial político, es decir, era responsable de la educación política del personal.
En 1973, el capitán Sablin asumió su cargo a bordo de la nueva fragata antisubmarina Storozhevói (Guarda) de clase Burevestnik, el mejor barco de la Flota del Mar Báltico de la URSS. Sablin decidió que este buque de guerra sería la plataforma perfecta para compartir sus ideas con el resto del país.
Revolución leninista
A lo largo de los dos años que estuvo de servicio en el Storozhevói, Sablin hablaba con la tripulación y compartía sus ideas, en busca de aliados. En noviembre de 1975, cuando la Unión Soviética celebró el 58º aniversario de la Revolución, Sablin decidió que había llegado su hora.
El 8 de noviembre aisló y encerró al capitán del buque, convocó a los oficiales y dio un discurso. Dijo que la dirección soviética había dejado de seguir los ideales de Lenin y que el país estaba sumido en la corrupción y la incompetencia.
“La gran Rusia debería ser un estado líder en el mundo y no un país hambriento dirigido por Brézhnev”, dijo, y añadió que el país necesitaba una nueva revolución.
Los oficiales que se negaron a unirse a él fueron arrestados y encerrados junto con el capitán. Después pronunció el mismo discurso ante los marineros.
“Ha llegado el momento de hacer justicia. Nuestro acto es solo un pequeño impulso que conducirá a un gran ajetreo”, dijo.
El marinero Alexánder Shein, el principal ayudante de Sablin, testificó más tarde: “Su discurso nos inspiró enormemente. Todo lo que habíamos discutido en secreto entre nosotros se declaró, de repente, en voz alta, oficialmente. Apareció la dignidad en cada uno de nosotros”.
Poco tiempo después las altas esferas de la Armada Soviética recibieron las demandas de Sablin: que se garantizara la integridad de la fragata y de la tripulación, que tuvieran una oportunidad de expresar sus opiniones en la televisión y en la radio cada día así como la opción de mantener correspondencia y reuniones personales con la gente.
El buque de guerra abandonó Riga y se dirigió a Leningrado para fondear junto al símbolo de la Revolución, el acorazado Aurora.
Cuando Leonid Brézhnev se enteró de lo que había ocurrido, dio la orden de destruir la fragata. Si Sablin dirigía su barco hacia aguas territoriales suecas, el equipo y las armas de alto secreto podían caer en manos de los países occidentales. La dirección soviética no podía permitirlo.
El final del Don Quijote soviético
Nueve barcos de la Flota del Mar Báltico zarparon para interceptar a Sablin. Además, en poco tiempo un escuadrón de bombarderos Yak-28 se colocó sobre la fragata. Un disparo fue suficiente para resolver la situación.
Después de que una bomba cayera sobre la cubierta, la tripulación se dio cuenta de que podían morir en cualquier momento. Los marineros arrestaron a Sablin y liberaron al capitán y a otros cautivos, e informaron a la Marina de que el barco estaba bajo su control.
Alexánder Shein fue condenado a ocho años de prisión. Por su parte, Valeri Sablin hizo un dibujo de Don Quijote luchando contra los molinos de viento mientras esperaba su sentencia.
El 3 de agosto de 1976 fue acusado de traición a la nación y ejecutado. En 1994, el cargo fue conmutado por crímenes de guerra, pero se le negó una rehabilitación postmortem.
Oficialmente se dijo que fue un intento de huir a Suecia. Tom Clancy se inspiró mucho en esta historia, que se convirtiría en la base para La caza del Octubre Rojo.
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