Después de la explosión de la primera arma atómica soviética el 29 de agosto de 1949, Keshrim Boztáiev, que ayudó a probar aquella bomba, escribió en sus memorias: “Imagínense qué terrible escena: las águilas esteparias y los halcones, que habían sido expuestos a la radiación, tenían las plumas carbonizadas en un lado y los ojos blancos. Se sentaron sobre cables telefónicos y no se atrevieron a moverse cuando nos acercamos a ellas. En otra parte vimos un cerdo muerto que estaba muy hinchado y negro porque se había quemado. Los médicos no lograron llevarse al animal muerto. En general, fue un espectáculo horrible. Estas son las terribles consecuencias que tiene el mayor invento de la humanidad”.
En 1949, la primera bomba nuclear soviética conocida como RDS-1 fue detonada en el sitio de pruebas de Semipalátinsk (“el polígono”) en las afueras orientales de Kazajistán. Sin embargo, unos años más tarde, los líderes soviéticos se dieron cuenta de que las consecuencias ambientales acababan siempre siendo catastróficas para las poblaciones locales, independientemente de la distancia a la que se llevasen a cabo las pruebas.
Así que, en 1963, las potencias nucleares (Estados Unidos, la URSS y Gran Bretaña) firmaron el Tratado de Moscú que prohibía las pruebas de armas nucleares en la atmósfera, el espacio exterior y bajo el agua. Acordaron llevar a cabo sólo pruebas nucleares subterráneas.
Explosiones nucleares subterráneas
Para este tipo de pruebas nucleares, los mineros crean túneles en el lugar de la prueba (túneles horizontales o inclinados). Cada túnel está reforzado en su interior para que la radiación y la contaminación nuclear no salgan a la superficie y se filtren en el suelo.
El primer túnel soviético fue excavado en 1961 dentro de un acantilado. Tenía 380 m de largo y 125 m de profundidad.
Una vez finalizados los trabajos de perforación, el túnel se convirtió en una cámara de pruebas y una vagoneta con una ojiva nuclear tan potente como un kilotón de TNT fue llevada por las vías hasta la cámara (la bomba detonada en Hiroshima en 1945 era 20 veces más potente).
Una explosión podía aumentar la presión dentro de la cámara varios millones de atmósferas. Para evitar esto, los túneles se equiparon con tres tapones adicionales para que los restos de la descomposición no llegaran a la superficie.
El primer tapón consistía en un muro de hormigón armado y un relleno de piedra triturada de 40 m de longitud. Más abajo se instaló una tubería, para que la corriente de neutrones y radiación gamma pudieran llegar a los sensores de los dispositivos que monitoreaban el desarrollo de cada reacción en cadena.
El siguiente se hizo con cuñas de hormigón armado de 30 m de longitud. Y la última línea de “defensa” tenía 10 m de longitud y estaba situada a 200 m del epicentro de la explosión. Los científicos instalaron varios dispositivos en este lugar para medir con ellos las ondas expansivas y la radiación nuclear.
El epicentro de la explosión se marcaba en la superficie del lugar de ensayo con una bandera especial, ubicada exactamente encima de la cámara de ensayo. Los científicos llevaban a cabo la explosión mientras estaban sentados en un refugio antiaéreo a cinco kilómetros de distancia.
Una explosión nuclear subterránea era así:
La primera explosión soviética provocó un desprendimiento de rocas, y el terreno sobre el epicentro se elevó cuatro metros.
Las explosiones subterráneas demostraron ser el método más seguro desde el punto de vista medioambiental, en comparación con las pruebas realizadas en el mar y en la atmósfera. Después de la detonación, ni los expertos en dosimetría ni los trabajadores detectaron ninguna radiación en la superficie, y todo el túnel desde la boca hasta el tercer tapón permaneció intacto, permitiendo así a los científicos extraer todos los datos necesarios de sus dispositivos.
Temblores de tierra
Más tarde se descubrió que las armas nucleares de cierto tamaño podían causar desastres y terremotos. La explosión atómica subterránea más poderosa de la historia fue llevada a cabo por el Ejército estadounidense en 1971 en la deshabitada isla de Amchitka (Islas Aleutianas, Alaska).
En aquella ocasión científicos utilizaron una bomba termonuclear de cinco megatones para estudiar los efectos sísmicos de un posible ataque similar. Esta explosión provocó un terremoto de magnitud 6,8 y elevó el nivel del suelo cinco metros. También provocó deslizamientos de tierra a lo largo de la costa de la isla, desplazando placas tectónicas en un área de 300 kilómetros cuadrados.
En la actualidad se pueden encontrar docenas de túneles radiactivos abiertos en territorio de la antigua URSS. Después del colapso de la Unión Soviética, los militares no tenían planes para preservar los lugares de pruebas. Muchos “artefactos nucleares” (restos de pruebas, instrumentos de medición y dispositivos carbonizados por la radiación) fueron saqueados por los excavadores y todavía se pueden encontrar en el mercado negro. Cualquiera puede conseguir un trozo de Chernóbil o del universo de Fallout si realmente lo desea.
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