Terror en el mar: cómo los piratas extranjeros ayudaron a los zares rusos

Legion Media
Los gobernantes en Moscú y San Petersburgo no perdieron la oportunidad de recurrir a los servicios de piratas.

Cuando la Armada Rusa todavía se estaba formando, los gobernantes de Moscú y San Petersburgo (junto con los de muchos otros países) no desperdiciaron la posibilidad de contratar a los piratas. Estos eran extranjeros y a menudo resultaron ser combatientes extremadamente eficaces.

Terror danés en el mar Báltico

La marina rusa en el mar Báltico fue formada a principios del siglo XVIII por el zar y reformador Pedro el Grande. Sin embargo, hubo otro intento de crear una marina unos 100 años antes bajo el gobierno de Iván IV, más conocido como Iván el Terrible.

Iván IV era un personaje complejo: un gobernante brutal y un visionario que entendía la importancia para Rusia de tener puertos en el Báltico. Para lograrlo, lanzó una guerra en la región que se prolongaría por más de dos décadas. Al principio, todo fue bastante bien para el zar y, tras conseguir algunos avances territoriales, se dio cuenta de que para controlar completamente la costa también necesitaba una flota. El problema era que a mediados del siglo XVI, Rusia no tenía ni barcos ni tripulaciones. Es por ello que Iván IV buscó ayuda exterior, dirigiéndose al rey danés Federico II, que apoyó la guerra de Iván el Terrible contra dos de los enemigos históricos de Rusia: la mancomunidad de Polonia-Lituania y Suecia.

Iván IV era un personaje complejo: un gobernante brutal y un visionario que entendía la importancia para Rusia de tener puertos en el Báltico.

El rey acudió a Karsten Rode, un corsario danés. “Así, en el verano de 1570, en esas aguas, apareció una flota desconocida encabezada por Rode, que rápidamente se convirtió en el terror del mar Báltico”, escribió el historiador Valeri Yarjó.

Rode recibió una carta de Iván IV en la que se ordenaba: “Rode y sus camaradas deben atacar puertos a espada y fuego, y a barcos en mar abierto, no sólo polacos y lituanos, sino también a cualquiera que les suministrara bienes, y arrebatarles todas sus posesiones”. Así, la postura del zar ruso era que Rode podía atacar a cualquiera que tuviera contacto con sus enemigos. Rode desempeñó esta función bastante bien.

Al principio, sólo tenía un pequeño barco, pero muy pronto tres y, poco después, seis barcos estaban bajo su mando. Principalmente atacó barcos mercantes procedentes del puerto polaco de Gdansk. En julio de ese año, capturó 17 de esos bajeles de un solo golpe. Los comerciantes bálticos comenzaron a preocuparse y enviaron una expedición militar en busca del corsario. La misión fue un fracaso. Los suecos también estaban disgustados con Rode y trataron de cazarlo, pero tampoco lo lograron.

El final de las incursiones exitosas de Rode llegó de manera inesperada. Iván IV estaba perdiendo la guerra, y cuando los actos de Rode se volvieron problemáticos para el rey danés, arrestó a su empleado. Esto ocurrió a pesar de que Rode vendió sus botines a los daneses y no, como se suponía que debía hacer, a los comerciantes rusos. Según Yarjó, “como Rode no se apresuró a cumplir las condiciones del contrato con el zar ruso, éste tampoco estaba tan ansioso por liberarlo del cautiverio danés”. Iván envió una carta a Federico, pidiendo la extradición de Rode a Moscú, pero el rey danés se negó a hacerlo. No sabemos qué ocurrió con el filibustero.

El almirante estadounidense que luchó contra los turcos

John Paul Jones, otro corsario que trabajó para Rusia, es bastante conocido por ayudar a fundar la Marina estadounidense durante la Guerra de la Independencia.

En 1788 John Paul Jones se convirtió en uno de los principales participantes en la exitosa batalla rusa en torno a la fortaleza turca Ochákov.

En 1788 fue contratado por la emperatriz rusa Catalina II. En aquel momento, Rusia estaba involucrada en guerras contra Turquía en el mar Negro, pero carecía de una flota fuerte o de oficiales experimentados. Jones fue ascendido al rango de contraalmirante y puesto al mando de más de 14 buques rusos. En el verano del mismo año, “el estadounidense se convirtió en uno de los principales participantes en la exitosa batalla rusa en torno a la [fortaleza turca] Ochákov. Los buques de su flota participaron en un ataque sorpresa a una flotilla turca e hicieron varar a un barco enemigo con 64 cañones a bordo. Más tarde, en un intercambio de cartas con el príncipe Potiomkin [el favorito de Catalina, que estaba a cargo de las campañas rusas en el sur], insistió en que la idea de instalar una batería de artillería secreta… que perjudicó enormemente a los turcos, fue suya”, escribió el historiador Ígor Ivanenko.

En otoño, como resultado de varios escándalos, tuvo que partir hacia San Petersburgo, pero su flota todavía logró destruir un grupo de barcos turcos. Un poco más tarde, como resultado de varias campañas navales exitosas e importantes estratégicamente, las fuerzas rusas capturaron Ochákov. Mientras tanto, Jones se fue a París para disfrutar de unas vacaciones pagadas de dos años, pero mientras disfrutaba de ellas, murió repentinamente.

Un héroe griego

Lambros Katsonis, como John Jones, fue también un héroe revolucionario, sólo que en el contexto de la lucha nacional griega contra los turcos. Durante algún tiempo, y en parte bajo el mando de Jones, Katsonis fue miembro de las filas rusas, participando en las guerras ruso-turcas.

En 1788, Katsonis fue enviado a Trieste, entonces un puerto austriaco en el Mediterráneo. En la ciudad compró un barco y lo llamó “Minerva del Norte en honor a Catalina II. Después de varias campañas exitosas, pronto amplió su flota a diez navíos que confiscó a los turcos. En sus manos, estos barcos representaron una amenaza real para el Imperio Otomano en el Mediterráneo. En aquel momento, Rusia no estaba en condiciones de enviar ninguno de sus propios barcos a la zona, porque se había involucrado simultáneamente en otra guerra, esta vez con Suecia. Como resultado, la flota de Katsonis era la única presencia naval rusa en la región.

Lambros Katsonis fue un héroe revolucionario en la lucha nacional griega contra los turcos.

“Es sabido en toda Turquía que el archipiélago está lleno de barcos rusos, pero en realidad no hay más corsarios en el archipiélago que yo y diez de mis barcos”, escribió Katsonis en un informe al príncipe Potiomkin, citado por el historiador Alexander Shirokorad en su libro Piratas rusos. Su flota era tan fuerte que los corsarios incluso lograron capturar una fortaleza turca en una de las islas.

En 1790, una flota conjunta turco-argelina derrotó a Katsonis, pero a pesar de ello continuó luchando. Cuando Rusia firmó un tratado de paz con los turcos dos años después, Katsonis se enfureció porque el documento no mencionaba a Grecia. Continuó la lucha por su cuenta durante algún tiempo, pero finalmente regresó a Rusia.

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