¿Usaron los soviéticos tropas alemanas para luchar contra los nazis?

Historia
BORÍS YEGÓROV
Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis estaban seguros de enfrentarse con el llamado ‘ejército de Seydlitz’ que luchaba en el lado soviético. Creían que estos eran prisioneros de guerra alemanes liberados que se encontraban bajo el mando del exgeneral de la Wehrmacht Walther von Seydlitz-Kurzbach, que se había pasado a la URSS. Sin embargo, la realidad era muy diferente.

Romper bloqueos

El general Walther Kurt von Seydlitz-Kurzbach era considerado un táctico perfecto en la Wehrmacht alemana. Sus acciones fueron decisivas en la ruptura del bloqueo soviético del 2º Cuerpo de Ejército Alemán en la Bolsa de Demiansk, a principios de 1942, una operación muy aclamada.

Cuando el 6º Ejército, en el que Seydlitz comandaba el Cuerpo 51º, fue rodeado en Stalingrado en noviembre de 1942, expresó su disposición a romper también este cerco. Sin embargo, sus peticiones al general Friedrich Paulus para que permitiera la operación fueron rechazadas. Paulus siguió obstinadamente la orden de Hitler de prohibir cualquier retirada.

Después de varios intentos inútiles para convencer a su comandante, Seydlitz decidió tomar la iniciativa. Ignorando las órdenes, escribió directamente al comandante del Grupo B del Ejército, el coronel general Maximilian von Weichs: Permanecer inactivo es un crimen desde el punto de vista militar, y es un crimen desde el punto de vista de la responsabilidad debida al pueblo alemán. Weichs nunca respondió.

Entonces Seydlitz reunió parte de sus tropas para lanzar una ofensiva, pero sin el apoyo del resto del Ejército alemán, tal acción estaba condenada. Cuando el general fue capturado por las tropas soviéticas el 31 de enero, estaba lleno de ira y decepción hacia Paulus y Hitler.

‘El Vlásov alemán’

Cuando los oficiales soviéticos intentaron convertir a Seydlitz en el campo de prisioneros de guerra, encontraron tierra fértil. El general estaba muy desilusionado por el liderazgo alemán y sorprendido por la catástrofe de Stalingrado.

Seydlitz aceptó colaborar con los comunistas al poco tiempo. El historiador estadounidense Samuel W. Mitcham escribió en Los Comandantes de Hitler: “Estaba convencido de que cualquier paso que acelerara la caída de Hitler era bueno para Alemania, aunque ello significara trabajar para Stalin”.

Junto con 93 oficiales, Seydlitz formó una Liga de Oficiales Alemanes, de la que fue elegido presidente. También se convirtió en vicepresidente del Comité Nacional para una Alemania Libre, dirigido por comunistas alemanes.

La actividad de Seydlitz refleja la del general Andréi Vlásov, un general soviético capturado que desertó a Alemania y lideró el llamado Comité para la Liberación de los Pueblos de Rusia.

Walther von Seydlitz participó activamente en la guerra propagandística. Trató de convencer a los comandantes alemanes de que Hitler había traicionado a Alemania al permitir la catástrofe en Stalingrado, y de que habían hecho un juramento a su tierra, no al Führer.

“Después de que Hitler se vaya, Alemania firmará las paz”, dijo. Seydlitz llegó a escribir al comandante del 9º Ejército, Walter Model en octubre de 1943: “¡Hagan que Hitler renuncie! Dejen la tierra rusa y devuelvan al Ejército oriental más allá de las fronteras alemanas. Esta decisión asegurará una paz honorable que dará al pueblo alemán el derecho de ser una nación libre”.

Los mensajes de Seydlitz no encontraron una audiencia receptiva entre los generales de la Wehrmacht. Sin embargo, su llamamiento a los defensores de Königsberg para que depusieran sus armas aceleró la capitulación de la guarnición en abril de 1945. 

El deseo y propósito más importante de Seydlitz era formar unidades alemanas que lucharan contra los nazis, codo con codo junto a los soviéticos, en el campo de batalla. Pero Stalin tenía que conceder ese permiso.

El ejercito de Seydlitz: ¿mito o realidad?

A pesar de las numerosas peticiones de Seydlitz, Stalin nunca permitió que se establecieran unidades militares formadas por prisioneros de guerra alemanes. Sólo se les utilizaban para trabajos de construcción en la retaguardia. La dirección soviética sospechaba mucho de los alemanes étnicos, incluso de sus propios ciudadanos. Los alemanes del Volga estaban bajo observación constante, y a menudo se les retiraba del frente, e incluso fueron expulsados de sus hogares para ser reasentados en Siberia y Asia Central en 1941.

En cuanto a los exnazis, algunos de los desertores acabaron en las filas partisanas, como el Gefreiter Fritz Schmenkel, a quien incluso se le otorgó el título de héroe de la Unión Soviética. Pero estos fueron casos aislados. Formar una unidad militar usando prisioneros de guerra alemanes era imposible.

Por lo tanto, Seydlitz nunca logró crear un equivalente soviético del ejército de Liberación de Rusia de Vlásov. En cambio, sí se aprobó la solicitud de los prisioneros de guerra rumanos de crear sus propias formaciones para luchar junto al Ejército soviético, y se crearon dos divisiones rumanas de infantería.

Sin embargo, los nazis creían que habían conocido y luchado contra las “tropas de Seydlitz”. Estaban seguros de que los aviones alemanes Fw-190 y Me-109 blasonados con estrellas rojas (y que eran usados por los pilotos soviéticos para esparcir panfletos propagandísticos y para misiones de reconocimiento) estaban pilotados por alemanes de Seydlitz.

Helmut Altner, un joven soldado que defendió la capital del Tercer Reich en sus últimos días, recordó en sus memorias La Danza de la Muerte de Berlín, que junto con a los soviéticos Berlín fue asaltada por “tropas de Seydlitz vistiendo el uniforme alemán con medallas soviéticas y parches rojos en las mangas”. “No puedo creerlo, ¡alemanes contra alemanes!” Helmut nunca los vio, pero se lo habían contado miembros de las tripulaciones de algunos tanques.

Sin embargo, no hay ningún documento en los archivos rusos y alemanes, ni información oficial que avale la existencia de dichas formaciones. El ejército de Seydlitz era un mito y nunca existió.

En cuanto al destino de Seydlitz, fue mucho mejor que a su contraparte, el general Vlásov. Después de pasar algún tiempo en un campo de concentración, murió en la RDA en 1976. El menos afortunado Andréi Vlásov fue ejecutado en Moscú en 1946. 

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