Almirante Alexander Kolchak (sentado) con oficiales británicos en el frente oriental, 1918.
Getty Images“Es solo ahora... cuando la memoria del Gobernante Supremo de Rusia, el almirante Alexánder Vasílievich Kolchak cobra vida... El verdadero Kolchak se revela ahora: una persona sobresaliente, un científico inquisitivo, un oficial valiente, un profesional militar de la clase más alta”. Así es como se describe al almirante Kolchak en el prefacio de una compilación reciente de sus escritos.
El premio Nobel de Literatura, Iván Bunin, expresó una visión apologética de Kolchak ya en 1921: “El tiempo pasará y el nombre de Kolchak será escrito con letras de oro en las crónicas rusas para su memoria eterna y la gloria”. Parece que para muchos en Rusia ese momento ha llegado. La senadora rusa Elena Mizúlina ha calificado a Kolchak como un héroe y ha habido intentos de colocar una placa conmemorativa en el edificio donde una vez vivió. Hace algún tiempo, la exitosa película Almirante presentó a Kolchak como una especie de última noble esperanza del imperio.
Almirante Alexander Kolchak.
Getty ImagesLo que resulta discordante para esta imagen positiva es la decisión tomada por un tribunal ruso y la Fiscalía Militar de no rehabilitar a Kolchak. Según la ley rusa, sigue siendo un criminal, tal como lo juzgaron en 1920 cuando fue capturado por revolucionarios siberianos, que lo declararon culpable, sin un juicio formal, del asesinato de miles de trabajadores y campesinos que se habían rebelado contra su autoridad.
En los documentos presentados a la Fiscalía Militar se hace referencia al apoyo brindado a Kolchak por las potencias aliadas -incluidas Gran Bretaña, Francia, Japón y Estados Unidos- que intervinieron del lado de los blancos durante la guerra civil que siguió a la revolución bolchevique de 1917.
En la época soviética, a Kolchak se le solía describir como una marioneta de potencias extranjeras. Probablemente esta sea una valoración demasiado extrema, pero los estrechos vínculos de Kolchak con el Reino Unido y EE UU están bien documentados. Historiadores con credenciales impecablemente objetivas señalan los contactos de Kolchak con intereses extranjeros. Como señala el historiador Oleg Budnitski, el hecho de que Kolchak se convirtiera en líder del movimiento antibolchevique en Siberia no es accidental. "Está fuera de toda duda que jugó un papel enorme el hecho de que fuese bien conocido, bastante bien conocido, por figuras políticas en Gran Bretaña y Estados Unidos".
Kolchak, quien debido a la agitación revolucionaria, se vio obligado a dimitir como comandante de la Flota del Mar Negro en el verano de 1917, pronto abandonó Rusia. Unos meses antes del levantamiento bolchevique, fue al Reino Unido y luego a Estados Unidos. El objetivo oficial del viaje de Estados Unidos era dar conferencias sobre minería, pero fue recibido por un jefe del Departamento de Estado y el propio presidente Woodrow Wilson.
Posteriormente, los británicos le otorgaron a Kolchak un puesto oficial después de solicitar a las autoridades de Londres que le permitieran continuar su lucha contra Alemania en las filas del Ejército británico. Esto, en un momento en que los líderes bolcheviques estaban tratando de concluir una paz separada con Berlín. Los británicos aceptaron los servicios de Kolchak y fue enviado al frente de Mesopotamia. Sin embargo, mientras estaba en tránsito, recibió una orden del Departamento de Inteligencia del Jefe del Estado Mayor Imperial. Al almirante se le aconsejó viajar al Lejano Oriente ruso. Los británicos, como Kolchak explicó más tarde, querían usarlo para la creación de una fuerza anti-bolchevique allí.
En el otoño de 1918, Kolchak llegó a Omsk, una gran ciudad en el oeste de Siberia, como ministro de guerra del gobierno liberal antibolchevique de Siberia. A los quince días de aceptar el puesto, se produjo un pronunciamiento. Kolchak se convirtió en dictador y fue proclamado el Gobernante Supremo de Rusia.
Los oficiales franceses en Omsk presentes durante los hechos citados, afirmaron que el golpe fue apoyado por los militares británicos, como escribe el historiador Vladímir Jandorin en su libro Almirante Kolchak: Verdad y Mitos. Al menos, fueron informados de la conspiración. Convertido en el Gobernante Supremo, Kolchak mantuvo estrechas relaciones con la misión militar británica. Su jefe, Alfred Knox, comentó que "no hay duda de que él [Kolchak] es el mejor ruso para nuestros propósitos en el Lejano Oriente".
"La Huida de Siberia del Ejército Blanco del Almirante Kolchack", obra de N. Níkonov, 1927.
Fai/Legion MediaKolchak disfrutó de apoyo militar extranjero directo. Contó con unidades militares de Francia, el Reino Unido, Checoslovaquia, Estados Unidos y Japón en Siberia y el Lejano Oriente. Las fuerzas de Kolchak fueron abastecidas desde el exterior. El grado de dependencia de Kolchak con sus aliados se revela en su respuesta a un socio cercano, el general Konstantín Sájarov, quien preguntó a Kolchak por qué no quería restaurar la monarquía en Rusia. El Gobernante Supremo respondió: "¿Qué dirán nuestros extranjeros, los aliados?"
Al principio, la asistencia extranjera ayudó a Kolchak y en la primavera de 1919 sus ejércitos tomaron los Urales, se acercaron al río Volga y comenzaron a amenazar Moscú. Sin embargo, los bolcheviques movilizaron sus fuerzas y derrotaron a las tropas del almirante. Kolchak fue entregado por un general francés y los checos a sus enemigos revolucionarios en la ciudad de Irkutsk. Tras una breve investigación sobre sus actividades, fue ejecutado sin juicio. En el año del centenario de la revolución rusa, su figura continúa polarizando al público ruso, y el debate sobre sus verdaderas lealtades continúa.
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