Mezcla de humanos con monos: cómo los doctores soviéticos trataron de cruzar nuestra especie

Historia
GUEORGUI MANÁIEV
A principios del siglo XX el biólogo ruso Iliá Ivanov planeó cruzar humanos y monos, mientras que otro ruso, Serguéi Vorónov se huzo rico implantando glándulas de mono en humanos.

La inseminación artificial del ganado en Rusia comenzó unos 20 años antes que en Europa y EE UU, donde este tipo de producción se introdujo a mediados de los años 30. Por su parte, en 1914 en Rusia ya se habían criado 7.000 caballos gracias a la inseminación artificial. Iliá Ivanov fue un pionero en este campo. Tras recibir su educación médica en París, en Rusia se convirtió en colega de Iván Pávlov, el primer ruso en recibir el Premio Nobel.

El siguiente objetivo de este ambicioso biólogo fue la cría entre especies. Comenzó cruzando con éxito el ganado, y pronto le vino la idea de hacerlo con humanos y monos. No sorprende que en la Rusia ortodoxa no fuera posible, pero el nuevo gobierno soviético estaba dispuesto a utilizar la ciencia como una manera de denunciar los puntos de vista religiosos, que todavía seguían teniendo mucho peso entre gran parte de la población.

En 1924 Ivanov escribió a Anatoli Lunacharski, director del Comisariado de Educación. Le pidió financiación para sus experimentos de cría y le adjuntó una serie de cartas del Instituto Pasterur en el que le dejaban utilizar chimpancés de un criadero en la Guinea Francesa. Lunacharski rechazó la oferta, pero en 1925 Ivanov recibió ayuda de Nikolái Gorbunov, un oficial de alto rango y antiguo secretario personal de Lenin. Ivanov recibió 10.000 dólares y en la prensa soviética aparecieron publicaciones acerca de sus proyectos. El investigador no tenía dilemas morales. Simplemente quería aparecen en los libros de texto como el creador de una nueva raza.

En 1926 Ivanov comenzó a inseminar simios en Guinea. Conseguía el semen de hombres locales. Sin embargo Ivanov también quería inseminar mujeres africanas con semen de simio, sin su consentimiento, lo que la administración francesa rechazó tajantemente. Los franceses se limitaron a ayudar a Ivanov para que llevase los simios a Sujum (Georgia), en donde se construyó una fábrica para experimentar con la cría de animales.

La Academia Soviética de Ciencias calificó como inmorales los experimentos de Ivanov con mujeres africanas. Para entonces los simios hembra llevados desde África ya habían muerto y ninguna estaba preñada. Solamente quedaba un orangután macho. Pero Ivanov seguía presionando y querían encontrar cinco mujeres voluntarias para inseminarlas utilizando el semen del orangután.

Sorprendentemente Ivanov recibió una carta de una mujer de Leningrado que decía que deseaba participar en el experimento, pero entonces el orangután murió. Los planes para continuar con la cría en Sujum se quedaron en suspenso.

Es más, el patrocinador de Ivanov, N. Gorbunov fue condenado durante las purgas, lo que aceleró la caída de Ivanov. Arrestado en 1930, fue sentenciado a cinco años de exilio en Kazajistán, de los que nunca volvió.

“Si eres demasiado viejo para bailar, entonces consigue una glándula de mono”

Esta línea de la canción “Monkey-Doodle-Doo” de Irving Berlin se refiere a los transplante de glándula de mono que realizó el cirujano ruso Serguéi Vóronov, que se supone que también fue el prototipo para el el profesor Preobrazhenski en la novela Corazón de perro de Mijaíl Bulgákov. En la obra se dice que el profesor trasplantó testículos de mono a los humanos, que es precisamente lo que hizo Vóronov.

Al igual que Ivanov, este doctor estudió en Francia, bajo la supervisión del Premio Noble Alexis Carrel. Durante 14 años fue el médico personal de presidente de Egipto. Allí investigó acerca de las consecuencias de la castración de los eunucos reales. Descubrió que a los chicos que les retiraban las gónadas a los seis años eran perezosos, tenían problemas de memoria y envejecían rápidamente. Esto hizo que Vóronov creyera que las gónadas eran el órgano responsable del vigor y del intelecto tanto en humanos como animales.

Haciendo uso de sus cualidades como cirujano, Vóronov comenzó a trasplantar gónadas de carneros y cabras jóvenes a ejemplares viejos. En 1914 Vóronov hizo los primeros trasplantes de tiroides de un mono a un chico de 14 años con retraso metal y afirmó que la operación mejoró sustancialmente su salud mental.

En 1920, Vóronov hizo un trasplante de muestras de la glándula reproductiva de un chimpancé al escroto humano y el paciente reportó un aumento del vigor, mejora de la memoria y de las resistencia física. Durante la década de 1920-30, más de 500 hombres en Francia tuvieron glándulas de mono. Entre los clientes de Vóronov estaban en empresario  Harold McCormick, el presidente turco  Mustafa Atatürk o el primer ministro francés Georges Clemenceau. Vóronov se hizo rico y escribió varios libros.

Pero no pasó mucho tiempo para que la comunidad médica denunciara estos experimentos. Después de varios años muchos de los pacientes no notaron los efectos de la operación. En los años 40, Kenneth Walker, filósofo y urólogo británico se refirió a las operaciones de Vóronov como un negocio. Durante la Segunda Guerra Mundial, las tropas nazis destrozaron su castillo en la Riviera francesa. Vóronov huyó a EE UU y murió en Lausana, completamente olvidado en 1951. Sin embargo, recientemente los especialistas en medicina anti-edad han estudiado sus prácticas. Afortunadamente sin trazos de testículos de mono.