La Alemania nazi echó mano de una serie de diferentes aliados, estados satélite y voluntarios de diferentes lugares de Europa para implementar el plan Barbarrosa, es decir, la invasión de la URSS. De modo que no es extraño que entre los prisioneros de guerra de la URSS hubiera decenas de nacionalidades: alemanes, italianos, rumanos, húngaros, fineses, croatas, suecos...
En la URSS no se hablaba públicamente sobre los prisioneros de guerra alemanes. Incluso hoy se debate acerca del número total de cautivos alemanes y del Eje. Las cifras varían entre los 2,3 a los 3,4 millones.
Se construyeron más de 300 campos en los territorios cercanos a la URSS para encerrar a los prisioneros. No eran de gran tamaño, en cada uno de ellos había desde cientos a varios miles. Hubo campos que estuvieron activos solamente durante meses mientras que otros lo estuvieron años.
Los prisioneros alemanes se utilizaban para labores de tala, para la construcción de casas, puentes y presas así como demás trabajos. Viacheslav Mólotov, ministro de Exteriores de la URSS, declaró en una ocasión que ningún alemán volvería a casa hasta que Stalingrado fuera reconstruido.
El trabajo de los prisioneros alemanes en la URSS estaba lejos de la esclavitud. Tenían jornadas de ocho horas y se les pagaba, aunque no mucho. Los que superasen sus cuotas recibían un bonus que podían colocar en una cuenta bancaria. Algunos prisioneros compraron todas las joyas de las tiendas locales antes de volver a casa.
Los prisioneros de los países del Eje eran tratados mejor que los alemanes. Tenían algunos privilegios, como trabajar en las cocinas. Por eso muchos alemanes intentaban esconder su verdadera identidad y distanciarse de “la nación de los agresores”.
Los prisioneros no siempre tenían un buen comportamiento. En ocasiones huían de la cárcel. Entre 1942 y 1948 más de 11.000 prisioneros trataron de huir, pero solo lo consiguió el 3%.
Hubo incluso algunos disturbios. En enero de 1945, los prisioneros de un campo cerca de Minsk protestaron por la mala alimentación. Hicieron barricadas en los barracones y tomaron como rehenes a varios guardias. Cuando fracasó el intento de negociación, avanzó sobre ellos la artillería soviética. Murieron más de 100 personas.
La repatriación de los prisioneros de guerra comenzó poco después del final del conflicto. En 1946 se enviaron a sus países a los enfermemos y a los discapacitados. Entre 1946 y 1955 se repatriaron alrededor de dos millones de personas. La última amnistía tuvo lugar en 1955, tras la visita del canciller de la República Federal Alemana, Konrad Adenauer, a la URSS.
Según los datos disponibles, casi el 15% de los prisioneros de guerra de los países del Eje murieron durante su cautiverio en la URSS. La mayoría de las muertes se produjeron durante los años de guerra, cuando había una severa falta de comida, ropas y alojamiento. Sin embargo, el número es bajo si lo comparamos con la proporción de prisioneros de guerra soviéticos que murieron en Alemania (58%).
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