Pedro el Grande fue uno de los gobernantes más enérgicos y activos de Rusia. A lo largo de su vida, aprendió ingeniería, arquitectura, y el arte de la construcción naval. Pedro participó personalmente en la Gran Embajada de Rusia en Europa (1697-1698), deseoso no sólo de fortalecer la alianza con ciertos países, sino también de estudiar la vida europea y aprender de ella.
Una de sus reformas más recordadas fue una el del recorte de la entonces tradicional barba. A finales del siglo XVII, los aristócratas rusos (boyardos) llevaban barbas largas y caftanes. Hoy podrían haber sido confundidos con cualquier hípster. Al menos hasta que, durante las asambleas y las fiestas de la corte, el emperador le cogió gusto a cortar personalmente barbas y desgarrar las voluminosas ropas tradicionales.
Sin embargo, el rasurado facial siguió sin ser muy popular en el Imperio ruso, por lo que el 5 de septiembre de 1698, Peter estableció un impuesto sobre el uso de la barba. Para controlarlo, implementó una especie de recibo de pago por llevar barba.
A partir de 1705, todos los rusos, excepto monjes y campesinos, deben afeitarse la barba y el bigote. El impuesto sobre la barba dependía de la clase social. Así, los cocheros debían pagar 30 rublos frente a los 600 de los funcionarios. El impuesto no se aplicó a los campesinos, pero si no estabas dispuesto a deshacerte de tu barba, tenías que abonar 1 kopeek al entrar en la ciudad.
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