La naturaleza ha dotado generosamente a los Urales de oro, plata y numerosas piedras preciosas. En ningún otro lugar del mundo hay tal acumulación de yacimientos de piedras semipreciosas de tan excelente calidad como en el cinturón “Murzinka”.
El cinturón de piedras semipreciosas se extiende a lo largo de 100 km por la vertiente oriental de los Urales. Ocupa el espacio comprendido entre los ríos Neiva, Rezh y Adui. Se considera que los descubridores de los yacimientos fueron los hermanos industriales Dmitri y Mijaíl Tumashev, que en 1668 hallaron piedras de colores y mineral de cobre cerca de la empalizada de Murzinski (a unos 120 km de Ekaterinburgo). Informaron de sus hallazgos a Moscú y recibieron un premio por su descubrimiento. Y en 1700 Pedro I promulgó un decreto "Sobre la libertad de montaña", que permitía a cualquiera buscar piedras semipreciosas. Aquí comenzó la "fiebre del oro", o más bien la fiebre de las "semipreciosas".
Los habitantes de la zona empezaron a encontrar amatistas, topacios, berilos y esmeraldas. En 1900, un campesino desenterró accidentalmente turmalinas del suelo cerca del pueblo de Lípovoie, lo que causó sensación. El mineralogista Alexánder Fersman escribió que ninguna otra piedra del mundo puede compararse con estas turmalinas en belleza y profundidad de tono.
Se pueden ver muestras de piedras de los Urales en los museos mineralógicos de la aldea de Murzinka y la ciudad de Rezha. También se conservan algunas muestras en el museo de piedras semipreciosas de Moscú, como el topacio gigante "Pobeda", que pesa 43,6 kg.
Durante la época soviética, las minas fueron nacionalizadas. En la actualidad se extraen principalmente esmeraldas (incluido el famoso yacimiento de Malíshevskoie), mientras que las demás minas se consideran agotadas o no rentables.
Hoy hay tanto turistas como cazadores de minerales en la ruta del cinturón de semipreciosas.
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