No existe el oro en abundancia. La mejor prueba de ello es la pepita más grande de Rusia, de 36,15 kg, encontrada por el obrero Nikifor Siutkin en 1842 en los Urales del Sur. Apenas la sacó del pozo: la piedra era pequeña en apariencia, pero tiró del minero hasta el suelo. La pepita de oro recibió su nombre por su forma triangular. El hallazgo en la mina Tsarevo-Alexándrovski, en el río Tashkutarganka, convirtió a Siutkin en un hombre rico: le pagaron 1266 rublos de plata, y en aquella época los mineros ganaban unos 15 rublos al año.
La pepita de ámbar más grande de Rusia se encontró en la década de 1960 en la región de Kaliningrado, en la cantera de Primorski. El peso de la enorme piedra es de 4,28 kg. Hace unos años consiguió su propia página en la red social VK, en la que en su nombre describe "la aburrida vida cotidiana del mayor ámbar de Rusia". Y como se convirtió en un personaje mediático, hubo que inventarle un nombre: así se convirtió en "El corazón de un gigante". La valiosa exposición del Museo Regional del Ámbar de Kaliningrado también cumple años: se celebra el 9 de julio.
A veces las pepitas se "tiran" literalmente bajo los pies - así ocurrió con el "Oso Irendik", un hallazgo de oro de 1992 que pesaba 4,78 kg. No lejos del pueblo Kuséyevo, en Bashkiria. El mecánico Radik Utiagulov se detuvo a repostar y vio una brillante placa irregular. Durante varias semanas permaneció en el tractor, hasta que el padre de Radik recordó que antaño había minas de oro en la zona del pueblo. Hay varias versiones sobre el origen del "oso" de oro. Según una, se trata de una pepita que desapareció durante el transporte con el cabezal de la mina en 1920. Y según otra, es uno de los regalos de los bashkirios a Iván el Terrible: el convoy con regalos fue atacado por ladrones, pero alguien consiguió enterrar la pepita, y sólo a finales del siglo XX fue arrancada accidentalmente de la tierra.
La mayor pepita de platino de Rusia se descubrió en 1904 en la mina Isovski, cerca de Nizhni Taguil. El peso de esta pequeña pero pesada "piedra" es impresionante: 7,86 kg. El hallazgo fue cuidadosamente entregado a la corte y presentado a Nicolás II en una bandeja de oro.
La pepita de 20,25 gramos y no más de tres centímetros de altura- tiene un ominoso parecido con Mefistófeles. Perfil de nariz aguileña, barbilla afilada, gorro... como si la naturaleza hubiera hecho un retrato dorado del espíritu del mal. Para verificar el origen de la pepita, se reunió una comisión especial: confirmó que no hubo intervención humana.
En 1898, los buscadores de la mina Spaso-Preobrazhenski, en las montañas orientales de Sayán, tropezaron literalmente con una enorme pepita que pesaba 31,6 kg: estaba bajo sus pies. Tras haber visto un atisbo de oro, los buscadores decidieron no compartir su hallazgo con nadie, pero uno de los mineros no pudo resistirse y se lo contó todo a su mujer, y entonces todos en la mina se enteraron de la pepita de oro. Les quitaron el hallazgo, pero no les regañaron e incluso les pagaron 2.000 rublos de recompensa.
No siempre el valor de una pepita reside en su peso, a veces - en su muestra. En 1935, un obrero, Piotr Símonov, encontró en la puerta de su taller, en un pueblo cercano a la mina Léninski, en los Urales, una graciosa formación parecida a la cabeza de una liebre con las orejas levantadas. En comparación con otras piezas que baten récords como la "cabeza de toro", puede que sea pequeña: sólo pesa 3,34 kg. Pero su sello es muy alto: 932º (es decir, su contenido en oro es del 93,2%).
Las pepitas cultivadas en condiciones de hacinamiento adoptan formas extrañas. Por ejemplo, una pepita de oro dendrítica descubierta en 1952 en los Urales parece un esponjoso árbol de Navidad. Parece bastante pequeña: sólo mide 10 cm de alto y pesa 199 gramos. Pero entre las formaciones dendríticas, este "árbol de Navidad" es un auténtico gigante.
No sólo las pepitas son metales nobles. Sino también el cobre prosaico - en 1959 en el yacimiento Taimetski de Górnaia Shoria (región siberiana de Kémerovo) encontraron un bloque de pepita de cobre. El gigante de tres metros y más de tres toneladas de peso está instalado en la entrada del Museo Geológico de Novokuznetsk.
En 1827, el emperador Nicolás I recibió un regalo de aspecto desagradable: una pepita de platino que pesaba 4,3 kg. Se encontró no lejos de la planta de Nizhni Taguil. El Emperador quedó tan impresionado que ordenó devolver la pepita a Nikolái Demidov, propietario de la planta, con la orden de que el hallazgo no saliera de Rusia. En 1831 fue depositada en el museo del Cuerpo de Cadetes Mineros de San Petersburgo.
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