Una nueva era, nueva gente
Cuellos afeitados, chaquetas carmesí, anillos de oro y un Mercedes 600: para quienes vivieron en la Rusia de los 90 esta imagen resulta familiar. El típico "nuevo ruso".
La noción de un "nuevo ruso" en el territorio de la antigua URSS se escuchó por primera vez en un artículo publicado en 1992 en el periódico Kommersant. Inicialmente se utilizaba para referirse a personas con buena educación y perspectivas, y se les consideraba una especia de "clase avanzada". "La aparición del término fue en gran medida accidental: se inventó por diversión", afirma el politólogo Gueorgui Bovt.
Entonces, ¿qué era eso de los “nuevos” rusos? La cuestión es que, tras el colapso de la Unión Soviética, un ciudadano de a pie que vivía en una economía planificada (es decir, sin propiedad privada y con la prohibición de emprender) se encontró de repente en un mundo en el que se podía hacer casi de todo. Aquellos que fueron capaces de adaptarse más rápidamente al nuevo sistema y hacer dinero rápido fueron los que se conocieron como "nuevos rusos".
Por lo general, su actividad principal era el comercio. En concreto, mercancías escasas y extranjeras: ropa, electrónica, cosméticos y mucho más. Aquellos que eran capaces de encontrar socios más rápido que los demás, llevar las mercancías a Rusia y encontrar un "mecenas" que les protegiera de otros empresarios de nuevo cuño tenían garantizada la riqueza y el éxito.
Carácter negativo del término “nuevo ruso”
Los "nuevos rusos" fueron de los primeros en viajar regularmente al extranjero y entrar en contacto con posibles socios occidentales. "Los nuevos rusos eran aceptados de buen grado, deseosos de hacer tratos con ellos", dice Gueorgui Bovt.
Todo porque muchos en Occidente creían que tarde o temprano surgiría una clase media en el país y Rusia se convertiría en un Estado capitalista modelo. Pero en la segunda mitad de la década de 1990 quedó claro que las cosas no eran tan sencillas y que las grandes empresas estaban dirigidas por quienes más a menudo se asociaban con delincuentes.
"Su éxito se basaba en la capacidad de hacer dinero de cualquier cosa, y en los años 90, de la desgracia de la gente. Por eso, en la interpretación popular, el ‘nuevo ruso’ es un personaje negativo", afirma Andréi Timin, que, como mucha gente en la década de 1990, abandonó el mundo académico para dedicarse al comercio y se convirtió en un "nuevo ruso".
Ya cerca de mediados de los 90, no se les consideraba como la "clase avanzada", sino como personas con mucho dinero y conexiones delictivas. A menudo, esta conexión significaba comerciar con cosas ilegales, como drogas o armas.
Cómo reconocer a un “nuevo ruso”
Los "nuevos rusos" eran como una subcultura: con su propio estilo de vestir, atributos y estilo de vida.
El símbolo más destacado era la chaqueta carmesí o roja. No se sabe exactamente por qué la chaqueta tenía que ser de este color, pero existe la teoría de que el fundador de esta moda fue Serguéi Mavrodi, fundador de una de las mayores estafas financieras piramidales de Rusia. Una vez acudió a un programa de televisión con una chaqueta así y "marcó tendencia".
Megan Virtanen, historiadora de la moda, sugiere que también se trataba de simbolismo: los colores púrpura y carmesí significan poder y riqueza, y esta idea fue reproducida inconscientemente por los nuevos rusos.
También les gustaban los atributos de una vida "rica": accesorios de oro, grandes relojes de pulsera (en el argot se llamaban "cobres"), anillos de sello en casi todos los dedos.
Además de joyas de oro, vestían ropa de marcas caras (por cierto, no siempre eran originales) y conducían coches caros: Mercedes-Benz clase S o "Merin", BMW o "Boomer", Audi y otras marcas de automóviles premium.
Cómo desaparecieron
Los "nuevos rusos" no desaparecieron en un día, sino que se transformaron gradualmente en otra cosa. Con el tiempo, algunos pasaron de ser vulgares gánsteres con chaquetas carmesí a personas respetables con ropa decente: se convirtieron en gente con más poder, más dinero y un nivel diferente de conexiones.
Otros se formaron por su cuenta y se dedicaron a negocios legales. Y muchos simplemente murieron. Estar vinculado a la mafia no era tan difícil en aquella época. Por cierto, incluso después de muertos, estas personas consiguieron destacar: las lápidas de los antiguos "nuevos rusos" pueden verse desde lejos en cualquier cementerio ruso. Son estructuras macizas, estatuas de cuerpo entero y, a veces, criptas enteras.
Ya a principios de la década de 2000, cuando había pasado el apogeo de la fama de los "nuevos rusos", este estrato de personas se convirtió en una caricatura para muchos: los hombres de negocios con chaqueta carmesí se convirtieron en personajes prototípicos de chistes y películas sobre empresarios y la situación de Rusia en los años 90.
Sin embargo, su influencia en su época fue enorme. El teléfono móvil, la tarjeta de crédito, las vacaciones en los balnearios de Antalya... todo ello pasó a formar parte de la vida cotidiana de la gente corriente gracias a que los "nuevos rusos", que dictaron la moda de una vida lujosa. Los comerciantes con chaquetas carmesí demostraron que es posible ganar dinero fácil y rápido: el nuevo país, en el que se encontraban todos los residentes de la antigua URSS, ofrece muchas más oportunidades para realizarse y ganar dinero. Se convirtieron en la encarnación de la Rusia de los 90, donde todo era posible si te dabas cuenta a tiempo de lo que tenías que hacer.
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