En su apogeo, la banda Tambov controlaba casi toda la ciudad de San Petersburgo. Su líder, Vladímir Kumarin (alias Vladimir Barsukov), tenía tanto poder y ejercía tanta influencia en la ciudad que le apodaban el "gobernador nocturno de San Petersburgo".
Natural de Tambov, una ciudad de provincias rusa, Kumarin creó la banda a finales de la década de 1980 en San Petersburgo. En pocos años, la banda amplió sus actividades, pasando de ganar dinero aterrorizando a empresarios de pequeña escala a convertirse prácticamente en un monopolio del tráfico de drogas, las empresas de seguridad e incluso el control de una gran petrolera de la ciudad. A finales de la década de 1990, la banda de Tambov controlaba puertos vitales, propiedades inmobiliarias, restaurantes, una planta procesadora de carne, transportes, cadenas de gasolineras y el comercio de licores en San Petersburgo.
Su influencia decayó después de que su líder fuera detenido y acusado de múltiples episodios de crimen organizado e intentos de asesinato, lo que le valió múltiples condenas prolongadas en una prisión de máxima seguridad.
El líder de la banda era apodado Sylvester por su supuesta afición a las superproducciones de Hollywood y su composición atlética. La banda de Sylvester se originó en el distrito de Oréjovo-Borísovo, en el sur de Moscú, y operó en la capital rusa a finales de la década de 1980 y principios de la de 1990.
Los miembros de la banda ganaban dinero secuestrando camiones y recaudando su parte de las ganancias de diversos delincuentes que operaban en su territorio: desde estafadores hasta ladrones y robacoches. Cuando el capitalismo llegó a Rusia en la década de 1990, la banda obligó a innumerables empresarios y negocios a aceptar su "protección". La banda también intentó controlar el mundo del espectáculo y extorsionó a varios cantantes populares en la década de 1990. La banda se hizo tan fuerte y poderosa que llegó a controlar decenas de bancos del centro de Rusia.
La era de Oréjovskaia terminó en 1994, cuando el Mercedes de Sylvester voló por los aires en el centro de Moscú. Se especuló que fue asesinado por sus propias filas o por una banda rival, pero la verdadera identidad del sicario sigue sin conocerse.
A finales de la década de 1980, cuatro hombres trabajaban como sepultureros en uno de los cementerios provinciales de Kurgán. Eran Andréi Koligov, Oleg Neliubin, Vitaly Ignatov y Alexánder Solonik. Poco después, los tres primeros crearon una poderosa banda criminal, mientras que el último se ganó oficialmente la reputación de ser el sicario más mortífero de Rusia.'
Al principio, la banda se llamó "Komsomol", porque incluía a muchos activistas del Komsomol, pero, más tarde, pasó a conocerse como la banda de Kurgánskaia. Los tres líderes de la nueva banda eran exatletas sin antecedentes penales. La extorsión de negocios locales era el pan de cada día de la banda, pero, muy pronto, la mayoría de las oportunidades que prometía esta actividad delictiva en la provincia de Kurgán se agotaron. La creciente banda necesitaba un campo de operaciones más amplio. Por ello, a principios de la década de 1990, los líderes y los miembros de base de la banda se trasladaron a Moscú.
El líder de la banda Oréjovskaia, Sylvester, se trasladó para acomodar a la recién surgida banda en su imperio criminal y los empleó para eliminar a sus oponentes. Pronto se puso de manifiesto la extrema ferocidad de la banda. No rehuían el uso de las armas y recurrían fácilmente a la violencia, incluso dentro de sus propias filas. Se rumoreaba que era una práctica habitual entre los miembros de esta banda ejecutar a sus propios mejores amigos, si tales órdenes se recibían de la cúpula.
Sobre todo, la banda de Kurgánskaia era tristemente célebre por su asociación con Alexánder Solonik, el sicario número uno de Rusia.
Con el tiempo, casi todos los líderes de la banda fueron detenidos o asesinados. Al único que no detuvieron nunca fue a Vitali Ignatov.
Este grupo fue una de las organizaciones criminales más poderosas de Rusia durante la década de 1990. Operaban en la región de Riazán y surgieron en 1991, dirigidos por el antiguo chófer del fiscal de la ciudad de Riazán Nikolái Maximov, apodado Max, y el taxista Viacheslav Ermólov, nacido en 1962, apodado Slon ("Elefante"). El grupo empezó haciendo fraudes callejeros como "copa y pelota" y luego pasó a delitos más graves, como estafas a compradores y vendedores de coches. Más tarde se dedicaron a la extorsión, atacando incluso a empresas sin ánimo de lucro y poco rentables.
Como sus ingresos procedentes de pequeños empresarios ya no eran suficientes, el grupo se interesó por el sector de la producción e intentó hacerse con el control de grandes empresas. Para ello utilizaban los fondos obtenidos mediante extorsiones y robos. El grupo Slonovskaia era conocido por su brutalidad, visitando a los empresarios en sus casas y oficinas, exigiendo el pago y castigando a los que se negaban o no podían pagar. Incluso reclutaban a futuros asesinos entre los huérfanos bajo la apariencia de ayuda caritativa a hogares infantiles.
Desde 1996, los miembros del grupo han sido perseguidos activamente, pero Viacheslav Ermolov y algunos miembros activos del grupo no han sido encontrados hasta el día de hoy, y Ermolov está en busca y captura internacional.
En la década de 1990, la mafia chechena trabajó junto a grupos mafiosos rusos ya establecidos en la URSS y Rusia. Nikolái Suleimánov, también conocido como "Joza" y "Ruslán", fundó la rama moscovita de la mafia chechena en la década de 1980.
Joza y sus seguidores llevaron emigrantes chechenos a Moscú, reclutando combatientes para hacer de su organización una fuerza dominante en el submundo criminal ruso. Los chechenos eran conocidos por su reputación de violentos y pronto se convirtieron en el principal grupo criminal de Moscú.
Esto provocó conflictos con otras bandas criminales, incluido el grupo Oréjovskaia. En diciembre de 1994, un asesino a sueldo enviado por la mafia rusa acabó con la vida de Joza.
A pesar de la pérdida, la influencia de la mafia chechena siguió extendiéndose por Rusia. Comenzaron a operar en numerosas ciudades, controlaban unas 2.000 empresas comerciales y bancos y utilizaban sus ganancias delictivas para financiar formaciones armadas ilegales, que se convirtieron en una importante fuente de financiación para esos grupos en Chechenia.
En 2004, las autoridades detuvieron a dirigentes de grupos delictivos chechenos sospechosos de financiar formaciones separatistas.
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