No todo el mundo puede vivir en el norte de Rusia. Largos inviernos sin luz solar con temperaturas extremadamente bajas, aislamiento de la civilización... Se dice que la gente que vive en el norte tiene un carácter completamente diferente, alegre y resistente a las depresiones. Muchos de ellos no sólo soportan las rarezas de la vida nórdica, sino que también saben gozar de ella: disfrutan de la naturaleza exótica e incluso corren maratones a -50ºC.
“Hoy estábamos a -28ºC. ¡Primavera!”, Tánika Grigórieva, Ust-Nera, Yakutia
Tánika vive en el pueblo de Ust-Nera (que tiene poco más de 4.000 habitantes), cerca de Oimiakón, el lugar habitado más frío del mundo, donde las temperaturas invernales descienden normalmente a -60ºC. Nació en otra parte de Yakutia y se trasladó aquí por su marido. “No puedo imaginar otro invierno, sin mis calcetines, la niebla, la nieve y el aire fresco y frío”, dice Tánika.
Uno se acostumbra a la dureza del invierno desde la infancia: por ejemplo, si la temperatura desciende por debajo de los -52ºC, sólo los escolares más jóvenes pueden quedarse en casa. Y para los adultos, no hay tal excusa.
“Sí, vivimos en condiciones muy extremas: no se puede salir a pasear a -50ºC y -60ºC, y si se hace un viaje largo y el coche se cala, se puede morir de frío en la carretera”.
Pero se pueden hacer estos trucos en invierno:
“La naturaleza aquí es muy hermosa y nuestra gente es amable, sencilla y servicial, dice Tánika. - En realidad, hoy estábamos a -28ºC y el sol brillaba. Era casi primavera”.
“Corro maratones a -50ºC”, Alexéi Pestriakov, Yakutsk
Yakutia es la región más extensa y fría de Rusia. Parece increíble, pero aquí se celebran maratones deportivas con heladas de -50ºC. Alexéi Pestriakov, de Yakutsk, la mayor ciudad del permafrost (más de 280.000 habitantes), es uno de esos atletas aficionados que corren en invierno. Y el tiempo no le molesta en absoluto.
“A algunas personas les gusta correr en las montañas, pero a mí me gusta mucho correr a temperaturas extremadamente bajas”, se ríe.
“Para nosotros, los lugareños, los -50ºC son una temperatura bastante normal, dice Alexéi. - Quizá por haber nacido aquí, ya somos inmunes y resistentes a las heladas”. Lo principal, dice, es vestirse por capas, así sentirás calor, calzar unti (unas botas especiales para aguantar mucho frío) y ponerte un plumas encima.
Este mes de enero participó en el maratón de Oimiakón, que se celebra en el “polo del frío” por tercera vez. “Fui allí preparado, equipado y listo para correr incluso a -60ºC”, dice Alexéi.
Sin embargo, admite que el frío a veces le aburre y le hace desear marcharse a climas más cálidos . “El año pasado estuvimos a -60ºC durante todo un mes, y no fue muy agradable entonces. Este año es mejor, la temperatura mínima fue de -54C”.
“Lo que más me gusta es la gente de aquí”, Vitas Beneta, Norilsk
“Las heladas anteriores fueron más duras, estuve a -56ºC, pero este invierno es cálido, aún no ha bajado de -40ºC, y el invierno pasado no bajó de los -53ºC”, dice Vitas Beneta, de Norilsk. Trabaja para Norilsk Nickel y hace fotos increíblemente impresionantes de Norilsk y Taimir.
“¿Eso es lo que mantiene a la gente en Norilsk ahora? Los salarios ya no son tan grandes, las pensiones son iguales a las habituales, es decir, ya no hay grandes razones para ir al norte. Pero la ciudad sigue desarrollándose, hay puestos de trabajo, la gente viene aquí”, dice Vitas.
Norilsk es la tundra, la noche polar en invierno y el día polar en verano, largos inviernos y duros vientos.
Por supuesto, no todo el mundo puede soportar un clima como este, aún así, se requiere un carácter diferente, un carácter norteño. “Sobre todo me gusta la gente de Norilsk, es muy diferente a la del continente, más receptiva, o algo así”.
“A veces me apetece mudarme a un clima más cálido, pero cuando te vas de vacaciones un mes o algo así, y ya está, no encuentro allí esa mentalidad norteña, y siempre quiero volver, -explica Vitas. - Ya no me gusta el calor”.
“Veo un rompehielos desde mi ventana”: Ekaterina Volobúieva, Pevek, Chukotka
Pevek es la ciudad más septentrional de Rusia, situada en la costa del estrecho homónimo. Además de los fríos y largos inviernos, los lugareños han recibido un bonus: un fuerte viento del sur, que literalmente les hace volar.
Hoy en día viven aquí 4.500 personas (antes del colapso de la URSS había 12 mil personas), que trabajan principalmente en la minería del oro.
“Mis abuelos vinieron aquí en la época de la Unión Soviética para trabajar, y luego mis padres me trajeron cuando tenía 5 meses”, dice Ekaterina Volobúieva. En Pevek se dedica a la fotografía: ¿en qué otro lugar se pueden encontrar paisajes tan pintorescos?
“Es tan agradable despertarse por la mañana y mirar por la ventana... ¡vaya, un rompehielos! Diversificó nuestra noche polar, nos hizo felices en la hibernación”.
Está acostumbrada a las inclemencias del tiempo desde su infancia: “Cuando sopla el viento del sur, simplemente nos abastecemos de comida y esperamos a que el tiempo se despeje”. Antes hacía mucho más frío, dijo, y además el clima es una cuestión de costumbre.
La vida en Chukotka, por supuesto, es muy diferente. “El camino al trabajo dura entre 15 y 20 minutos a pie y tengo tiempo libre para mí, puedo pasear con mi perro por la tundra o por la orilla del mar, es muy relajante”, dice Ekaterina.
Y la gente del norte tiene una mentalidad completamente diferente a la de las grandes ciudades. “Gente robusta con un corazón caliente”, así los describe la joven.
“Un acogedor pueblo entre las colinas”: Marina Tolmachova, Bilíbino, Chukotka
La distancia desde aquí a Moscú es de 6500 km, y a Anádir es de 650 km. Y alrededor hay tundra y varios pueblos pequeños. Bilíbino es una de las ciudades más caras de Rusia: la cuestión es que los productos sólo pueden llegar hasta aquí por vía aérea, y debido a las duras condiciones meteorológicas el transporte aéreo no puede funcionar todos los días. De ahí que el precio de una col o una zanahoria común sea 4-5 veces más caro que en el centro del país. El pan y la carne son dos veces más caros.
En la época soviética, Bilíbino era un centro de extracción de oro, al que acudían personas de todo el país para ganar dinero y beneficios del norte. En los mejores años había aquí más de 15 mil personas, hoy hay tres veces menos gente. Es difícil vivir aquí no sólo por el clima ártico, sino también por la lejanía de la civilización. Pero la ciudad sigue siendo “joven”, la edad media de sus habitantes es de 33 años.
“Llevo casi 10 años viviendo en Bilíbino”, dice Marina Tolmachova, de 24 años. “Mi padre se trasladó aquí por motivos de trabajo. Y después de la escuela conocí a mi marido y decidí quedarme aquí”.
Marina ha montado su propia cafetería en la ciudad, que elabora hamburguesas, panecillos y pizzas. Y en su blog, habla de la vida en la ciudad del norte.
“Bilíbino es un pueblo acogedor. Está situado entre las colinas, y no nos molesta el viento fuerte. Y la naturaleza es muy hermosa, -dice. - Cuando hay una fuerte helada, incluso lo puedes ver, es como una densa niebla. También podemos ver la aurora boreal”.
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