Desde la noche del 12 de febrero, Moscú ha sido testigo de fuertes nevadas, que se han prolongado de forma intermitente durante tres días. No ocurría algo desde 1973, con niveles de nieve que alcanzan los 59 cm. Un centímetro menos que el récord histórico absoluto.
Donde normalmente se ven coches aparcados, ahora se ven montículos de nieve. Antes de ir a cualquier sitio, los conductores tenían que localizar primero sus coches y luego ponerse a quitarles la nieve con una pala. Al parecer, los servicios municipales no estaban preparados para hacer frente a la magnitud del problema.
Las autoridades moscovitas ya informaron al público de que la limpieza completa llevaría unos ocho días.
Algunos montículos de nieve alcanzan la altura de dos adultos. En algunos lugares, las aceras quedaban cubiertas de nieve apenas cinco minutos después de que una máquina de nieve terminara de limpiar el lugar.
Donde normalmente se veían columpios para niños, ahora sólo se veía la parte superior.
Las ventanas de algunos edificios estaban casi totalmente cubiertas. “Me pasé una hora limpiando toda esa nieve de los alféizares, debía haber 30 cm”, escribió una mujer en Twitter.
El centro de la ciudad no estaba mucho mejor. En las principales calles de la capital se formaron montículos de nieve de casi dos pisos de altura después de que los equipos de limpieza terminaran de despejar las carreteras.
Algunas personas tuvieron que abandonar sus coches e ir a pie, para evitar atascos kilométricos. La aplicación de carreteras Yandex señaló que el tráfico era de 10 puntos (de una escala en la que 10 puntos es lo peor posible) durante todo el día.
Los aeropuertos de Moscú estaban igualmente paralizados: decenas de vuelos fueron cancelados y otros tantos retrasados. Todo ello unido a las horas de espera de miles de pasajeros varados.
“¡Pero bueno, es precioso!”, parecía pensar todo el mundo. Durante todo el fin de semana, los habitantes de la capital sacaron fotos del cuento de hadas invernal en el que se encontraron de repente.
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