En realidad, los científicos soviéticos pasaron décadas estudiando capacidades humanas fuera de lo común, como la lectura de la mente a distancia, pero nunca hicieron alarde de sus investigaciones científicas. Lo que ocurrió en cambio es que, en los años 80, subidos a la ola de la perestroika, empezaron a aparecer en las pantallas de televisión de todo el país “curanderos” que supuestamente poseían habilidades que la ciencia no podía explicar. Llenaban enormes estadios e incluso realizaban sesiones a través de la televisión. En parte, esta confianza errónea que millones de personas depositaron en curanderos milagrosos fue una respuesta a los estragos y trastornos que habían destruido un sistema sanitario que antes funcionaba bastante bien. Sin acceso a la atención médica necesaria, las personas con problemas médicos se quedaron con pocas opciones y muchos se aferraron a creer en los milagros. Al mismo tiempo, mientras el sistema socialista se desintegraba y la economía se hundía, el país experimentó una aguda crisis de confianza durante la cual muchas personas que buscaban algo en lo que creer cayeron bajo el hechizo de innumerables magos, sanadores psíquicos y cultos religiosos.
Uno de los curanderos psíquicos soviéticos más famosos es todavía recordado por los telespectadores por su legendaria frase: “Yo doy la instrucción”, que evidentemente significaba infundir a su audiencia energía curativa y pensamientos positivos.
Anatoli Kashpirovski nació en 1939 en la ciudad ucraniana de Vinnitsia, donde trabajó en un hospital psiquiátrico durante 25 años. Más tarde recordaría que en los años 80, durante la perestroika, realizaba con frecuencia sesiones de curación en Moscú y que en una de ellas fue visto por los realizadores del programa de televisión Vzgliad y fue invitado a participar en este.
En 1988, la Televisión Central mostró a Kashpirovski utilizando la hipnosis para convencer a una paciente de que no sintiera dolor durante una operación sin anestesia. Posteriormente, los médicos admitieron que en realidad la habían anestesiado, mientras que la propia paciente dijo que en realidad había sentido dolor, pero que tenía miedo de decir algo ante las cámaras. Sin embargo, esta aparición consolidó la reputación de sanador de Kashpirovski. Durante sus sesiones de televisión, afirmaba regularmente haber curado a pacientes de diferentes dolencias, desde psoriasis hasta tumores.
En 1995, fue requerido para negociar con los terroristas que habían tomado un hospital en la ciudad de Budionnovsk y los convenció de que liberaran a varios rehenes.
Actualmente, Anatoli Kashpirovski sigue realizando sesiones de curación, aunque en su propio canal de YouTube. En las entrevistas que concede subraya que no se considera un sanador psíquico, sino que utiliza la hipnosis para ayudar a las personas a utilizar recursos ocultos que se encuentran en lo más profundo de su propio cuerpo.
Allan Chumak: el “cargador” de agua y ungüentos
Antes de las sesiones conducidas por Allan Chumak (1935-2017), a los espectadores se les decía que vertiesen agua en frascos y los colocasen junto a las pantallas de sus televisores. La gente creía que Chumak podía “cargar” estos frascos de agua para ayudarles a curar sus enfermedades. Descubrió su supuesto don a finales de la década de 1970 mientras trabajaba como periodista que, de hecho, desenmascaró a varios charlatanes. Más tarde colaboró con el Instituto de Investigación Científica de Psicología General de la URSS.
Chumak dedicaba cada espectáculo de curación a un tema diferente, como las afecciones cardiovasculares o lograr cambios vitales. Una de las muchas peculiaridades de Chumak era que durante sus sesiones no decía nada y en su lugar se limitaba a mover los labios y a hacer gestos con la palma de las manos. Al crecer su popularidad, empezó a fabricar agua precargada, ungüentos y otras sustancias.
Sus programas se emitieron hasta 1995, cuando el Ministerio de Sanidad prohibió este tipo de métodos de tratamiento no convencionales. Después de esto, Chumak empezó a escribir libros. Todavía se pueden encontrar en YouTube clips de sus extrañas sesiones de curación por televisión.
Yuri Longo: Resucitar un cadáver ante las cámaras
Este charlatán que hizo revivir a un muerto (ehem) sería recordado durante mucho tiempo por los telespectadores soviéticos. Yuri Longo (1950-2006) se autodenominaba “maestro de la magia blanca práctica” y adoptaba una apariencia acorde, vistiendo largas túnicas estilizadas y cubriéndose con cadenas mientras hacía significativos gestos con las manos. Antes de su carrera televisiva, trabajó en circos realizando espectáculos con trucos de hipnosis. Longo recorrió toda la URSS con sus trolas hasta que, aprovechando algunas de las olas más extrañas de la perestroika, encontró un trabajo realizando sus sesiones de curación en televisión.
Su truco más famoso fue el de revivir a un hombre muerto en un depósito de cadáveres, aunque, por supuesto, más tarde se reveló que el “hombre muerto” era en realidad un actor. Sin embargo, los hechos no impidieron que Longo abriera varias escuelas de “magos” en Rusia y en el extranjero. Murió de un aneurisma aórtico, tras haber sobrevivido a un ataque al corazón poco antes.
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