A través de la ventana del minibús, Buriatia se muestra al ritmo de las casas de madera, comunes a todo el país, y de las montañas desnudas típicas del sur de Siberia, hogar de muchas tribus nómadas.
El Monasterio de Ivolga es uno de los lugares de Rusia que durante años me ha llamado más la atención. Cuando estoy a punto de entrar en su territorio sagrado, siento que es la culminación de una larga búsqueda.
Situado a una hora en coche de Ulán-Udé, la capital de la República de Buriatia, el monasterio es el centro de la Sangha (comunidad budista) rusa, así como el hogar de Pandito Jambo-lama, el líder espiritual de los budistas en Rusia.
Apenas he bajado del autobús cuando una encantadora meditación en forma de mantra se escurre en mis oídos, haciéndome sentir una perfecta serenidad.
El monasterio fue erigido en 1945, y según la leyenda, fue un caballo blanco el que llevó a los fundadores a su lugar de construcción. Erigir este monasterio significó mucho para el budismo en Rusia.Esta fe había resurgido, literalmente, de sus cenizas después de las destructivas décadas de régimen antirreligioso de las autoridades soviéticas.
A pesar de estar bien informado, no esperaba encontrar tantos templos, una docena, todos apretados juntos en los terrenos del monasterio. Varios nuevos se están construyendo actualmente, más allá de los muros del monasterio.
Además de los lugares de culto, hay una biblioteca, una universidad religiosa, un refugio de verano para viajeros, una galería de arte budista, tiendas de recuerdos e incluso un invernadero donde crece una higuera sagrada.
El datsan de Ivolga también alberga la primera universidad budista de Rusia, la Dashi Choijorling. 20 profesores enseñan a 200 estudiantes en cuatro facultades: filosofía, tantrismo, iconografía y medicina. La universidad se instaló en un lugar de reciente construcción inspirado en las tradiciones arquitectónicas budistas.
Además, puedes pasar por la cafetería para disfrutar de un delicioso té con leche y de la tradicional pastelería buriatia, decorada con patrones patrón budistas.
Uno de los templos alberga el cuerpo preservado del lama Dashi-Dorzho Itigílov (1852-1927) sentado en la postura del loto. En 1927 entró en un estado meditativo tan profundo que nunca salió de él... Hay gente que cree que todavía puede estar vivo.
Alrededor de este impresionante complejo arquitectónico corre un camino con ruedas de oración especiales. Uno debe hacerlas girar con la mano derecha y leer los mantras pintados en ellas.
Siguiendo la sagrada tradición budista uno debe moverse dentro del datsan de Ivolga en el sentido de las agujas del reloj.
El tiempo parece estar congelado aquí. Vago por estos coloridos edificios, prestando atención a las esculturas de tigres y otros ornamentos.
Mientras que criaturas místicas vigilan orgullosamente las entradas del templo, gatos reales protegen el lugar como guardianes.
Mientras camino por los distintos pasajes veo monjes, cuyos pasos ocupados contrastan con la calma general de los alrededores.
Dentro del magnífico templo me cruzo con uno de los maestros espirituales del monasterio, el lama.
No puede decirme el número total de creyentes que visitan regularmente el lugar, pero explica que los buriatos, al contrario que los cristianos, son budistas de nacimiento, y cada uno tiene su calendario lunar ritualista personal.
Observo con interés a la gente local realizando varios rituales. Según uno de ellos, la gente debería recibir la bendición de un ídolo, pero se acercan a estos con los ojos cerrados.
Después de echar un último vistazo a los cientos de banderas que cubren los arbustos, finalmente salgo de este lugar sintiendo una paz interior muy profunda, que no había desaparecido mientras escribía estas palabras.