Al salir del mausoleo de Lenin en la Plaza Roja o incluso antes de entrar, te puedes encontrar con Lenin. También puedes ver a Stalin, por no hablar de Iván el Terrible, Pedro I o Catalina la Grande. No te preocupes, no te enviarán a Siberia ni te cortarán la cabeza. Sólo ofrecen sus servicios a los turistas hambrientos de fotos.
Comunistas y zares no se mezclan
Lenin y Stalin son, seguramente, los dobles más populares. Fueron los primeros en aparecer y tienen el privilegio de trabajar en el llamado “Kilómetro Cero”, el punto desde el que tradicionalmente se medían las distancias, cerca de la puerta de la Resurrección y de la capilla Ibérica, justo al lado de la Plaza Roja. Por su parte, los zares y las zarinas deambulan por la plaza Manézhnaia, cerca del monumento a Gueorgui Zhúkov y del Jardín Alexándrovski. Tal y como declaró a Russia Beyond una “moderna Catalina la Grande”, los comunistas y los zares trabajan por separado y no se gustan, como si se tratase de un reflejo de la historia rusa. Sin embargo, esta enemistad no tiene nada que ver con los prejuicios de clase, sino que con una mezquina rivalidad por los dólares de los turistas.
Stalin y Lenin no persiguen a los turistas. Simplemente se quedan parados esperando a que se acerque la gente. Como son los dobles más populares cobran más que los zares (una foto con Catalina la Grande o Iván el Terrible cuesta 200 rublos (unos 3 dólares), mientras el precio de la foto con Stalin comienza en 300 rublos (4,60 dólares), aunque los turistas pueden regatear). Por su parte, los zares vestidos con un exuberante atuendo pseudohistórico no dependen de los regalos del destino, sino que van tras los turistas.
Sin embargo, durante el Mundial de fútbol del pasado verano tanto unos como otros iban deambulando por la calle Nikólskaia, donde se congregaban la mayoría de los aficionados y turistas.
Montones de hombres haciendo de Lenin y Stalin
Hacer algo así habría sido impensable en la época soviética. Incluso los actores que interpretaban a Lenin o a Stalin en las películas soviéticas tenían que recibir la aprobación de los altos mandos. Además, el espíritu empresarial no estaba permitido, por lo que hasta a los dobles de los zares se les habría prohibido deambular por la Plaza Roja en busca de un beneficio fácil.
Cuando cayó el comunismo, la sociedad rusa se dividió en dos: los que querían restablecer el comunismo y los que anhelaban el capitalismo. El interés de ambos lados en los antiguos ídolos comunistas (adorados y maldecidos por igual), además de la oportunidad de ganar algo de dinero con la nueva afluencia de turistas y las terribles circunstancias económicas en las que se encontraba el país, hizo que aparecieran los primeros dobles de Lenin en la plaza Manézhnaia. Poco a poco, a medida que aumentaba el número de turistas y el interés en el pasado soviético, surgían los dobles de Stalin, Marx y otras figuras históricas.
Uno de los dobles actuales de Stalin (nombre real: Latif Valíiev) trabajó como camionero. Tiene un fuerte acento georgiano y copia a la perfección los gestos de su personaje. También tiene un fuerte temperamento, no muy diferente al auténtico. Hace unos años se peleó con su colega Ígor Gorbunov, un doble de Lenin, en el “lugar de trabajo”. Tenían un desacuerdo de carácter profesional: “Stalin” sospechaba que “Lenin” estaba aliado con otro “Stalin”, lo que recordaba la tendencia a la paranoia del líder soviético. Afortunadamente se evitó un nuevo derramamiento de sangre y acordaron seguir trabajando juntos.
Por otro lado, en el centro de Moscú hay otros cinco hombres que hacen de Stalin, ocho más que interpretan a Lenin, e “innumerables zarinas y zares”, explicó el actor Serguéi Soloviov, uno de los Lenin, a los periodistas. Serguéi y su amigo Arkadi trabajan en el teatro “oficial” de dobles. Ganan un dinero extra en el centro de la ciudad, durante su tiempo libre fuera del teatro. Están incluso registrados como comerciantes individuales dedicados a esta actividad y pagan impuestos por ello. Se avergüenzan de los colegas que extorsionan descaradamente a los turistas.
Alexánder Kárlishev, otro actor que hasta hace poco también trabajaba como Lenin, antes de tener problemas de salud, declaró al canal de YouTube TOK, que llegó a Moscú desde Taskent en 1995 y pasó horas de pie frente al mausoleo, asustando a los turistas extranjeros que acababan de ver la momia del líder revolucionario. Kárlishev cobraba la voluntad. Quizá sea el único de los que representan a Lenin que comparte las convicciones del antiguo líder del proletariado mundial. Al igual que el verdadero Vladímir Ilich aboga por la justicia social. No tiene su apartamento propio, vive en un albergue, y destina una gran parte de sus ingresos a los orfanatos y asilos de ancianos.
Aquí te contamos lo que tienes que saber sobre el mausoleo de Lenin.