En Rusia, una bábushka (abuela, en español) es algo más que una simpática anciana. No importa si eres su pariente o una pensionista del apartamento de al lado; siempre está dispuesta a compartir contigo sus experiencias y será como tu coach personal. Quizá el mejor de todos.
1. Guardianas de los valores familiares
El periodista francés Erwann Pensec conoció a su bábushka rusa, llamada Liudmila cuando se mudó a Moscú. Ella alquiló la habitación contigua del apartamento comunitario en el que vivía. “Lo primero que me preguntó fue si estaba casado”, explica. “A menudo repetía que yo ya tenía 25 años y tenía que encontrar un alma gemela”.
Los jóvenes rusos de hoy no tienen prisa por formar una familia: primero quieren terminar la universidad y encontrar un trabajo estable. Sin embargo, las generaciones más mayores colocan las relaciones y el amor en primer lugar. “Le dije que planeaba terminar mis estudios y conseguir un buen trabajo, pero, por supuesto, eso no impidió que me preguntara casi semanalmente si finalmente había encontrado una mujer hermosa o no”, dice Erwann.
La estudiante vietnamita Hai Thanh solía aprender ruso con una bábushka, Tamara, a través de Skype y explica que también le preguntaba cuándo se iba a casar, y eso que ella solo tenía 28 años. “Le dije que primero terminaría la universidad, pero ella me contestaba que debía concentrarme en la familia, porque es más importante que una carrera. Era muy agradable”. Cuando finalmente se conocieron, Tamara la llevó a visitar a su hija y a sus dos nietos, quienes le cantaron canciones rusas.
2. Comer saludablemente (incluso si tienes otra visión de lo que es la comida sana)
“En invierno, la bábushka me decía a menudo que necesitaba comer más para sobrevivir al clima ruso”, explica Erwann. “Sabía que yo soy vegetariano y me ofrecía platos especiales con taaaaanta grasa. Una vez, cuando me visitaron mi padre y mi madrastra, cocinó lo que para ella es la ‘comida del alma’: pelmeni y varéniki con enormes cantidades de mayonesa en la masa y todo ello en un recipiente lleno de aceite. Lo único que puedo decir es que mi padre no pudo dormir a causa de su dolor de estómago”.
Sin embargo, Liudmila le enseñó a cocinar pilaf de verdad, albóndigas de masa e incluso requesón.
Genevieve Holl-Allen, residente en el Reino Unido, conoció a su bábushka, Galina, cuando fue de visita a San Petersburgo. Era su casera. Le enseñó que las gachas de avena, kasha, podían resolver cualquier problema, desde el mal tiempo hasta el mal humor. “Todos los días me presentaba triunfalmente una enorme cacerola de avena, seguida de un apasionado discurso sobre los beneficios que tiene para la salud”, escribe en su blog. Y sí, la avena se cocinaba con mucho azúcar, mantequilla… y sentimiento.
3. Descubrir el mundo
“Pude recorrer Rusia gracias a mi bábushka”, explica Hai Thanh. “Hablaba con tanto cariño sobre su ciudad natal, donde había pasado su juventud, que tuve que ir allí. Empecé por Moscú y San Petersburgo, y luego fui a Uliánovsk, vi el Volga y finalmente llegué a Ekaterimburgo, la ciudad situada entre Europa y Asia. Y obviamente, fui a Tuymazi, la ciudad de Bashkiria, donde ella había vivido”.
4. Te cubre las espaldas
Tradicionalmente las abuelas rusas ayudan a sus hijos en el cuidado de los niños y con las tareas domésticas. Dedican su tiempo a mejorar la vida de las nuevas generaciones y siempre se puede confiar en ellas. Aunque a veces te sorprenderán sus consejos.
Genevieve recuerda que su bábushka era “una fuente indispensable de conocimiento” durante su estancia en San Petersburgo, aunque le daba consejos algo excéntricos. “Cuando estaba enferma, me dijo que solo bebiera agua tibia, nunca fría. Me dijo también que un trago de vodka me libraría de un dolor de garganta en poco tiempo. Insistía en que su experiencia personal demostraba su eficacia”.
5. La edad es sólo un número
La mayoría de las abuelas rusas no son las típicas ancianas que pasan el día tejiendo calcetines o zurciendo medias. Hacen snowboard, disfrutan bailando y practican deportes extremos. A la famosa bábushka, Yelena Yerjova, de Krasnoyarsk, le encanta viajar por Asia a sus 91 años. Valentina Kuleshova, de Krasnodar, tiene 86 y es una diva de Instagram. En su blog, comparte recetas, recuerdos y algunos trucos.
El fotógrafo de Omsk, Igor Gavar, decidió fotografiar a las abuelas y abuelos más elegantes de toda Rusia y, como resultado, creó una agencia de modelos para personas mayores llamada Oldushka. Sus modelos creen que la vida comienza cuando alcanzan la edad de jubilación. ¿Qué piensas tú?
Más de 120 años. Estas son las personas más mayores de Rusia.