Si te encuentras sentado con un ruso de una ciudad de provincia (tomando té en el tren, por ejemplo) y empiezas a hablar de Rusia refiriéndote a un reciente viaje a Moscú o San Petersburgo, es probable que escuches las palabras: “Amigo mío, no sabes nada de Rusia. Porque eso que viste NO era Rusia”.
La idea de que las capitales gemelas de Rusia están separadas económica, cultural, educativa y mentalmente de los millones de personas que viven en otros lugares se remonta a décadas, si no siglos atrás. No hay fin para bromas como que los controles de visados y pasaportes deberían establecerse en el MKAD (la carretera de circunvalación de Moscú). Moscú y San Petersburgo, con sus catedrales, plazas elegantes, el Kremlin, el Hermitage y el moderno parque Zariadie, nunca serán ciudades “puramente rusas”.
La razón principal de este fenómeno es una enorme brecha económica. Mientras Moscú dispersa las nubes en los días festivos por 400 millones de rublos (un poco más de 6 millones de dólares) y recibe un cambio de imagen para Año Nuevo que cuesta 3.000 millones de rublos (45 millones de dólares), la gente de algunas regiones lucha por pagar sus préstamos bancarios. Este es también el principal motivo del odio nacional hacia los moscovitas.
En la época soviética, los trenes que iban desde otras regiones hacia Moscú se apodaban “salchichas”. “La gente venía a la capital a hacerse con salchichas a cambio de panes y cinturones de munición, porque no tenían salchichas en sus propias ciudades”, comentó Germanych, usuario de LiveJournal.
Desde entonces, la diferencia entre el nivel de vida en Moscú y en las provincias ha cambiado poco, pero ya no se calcula en términos de salchichas (ese problema particular se resolvió hace mucho tiempo). El salario medio en Moscú es de 81.000 rublos (1.220 dólares) al mes, mientras que en pueblos y ciudades vecinos la cifra es de 30.000 rublos (450 dólares).
Claro, hay algunas excepciones. Yuzhno-Sajalinsk (6.400 km al este de Moscú, cerca de Japón), por ejemplo, tiene salarios comparables a los de Moscú, pero la vida allí es más cara debido a su lejanía logística.
“Moscú es sede de todo: del gran Gobierno, las grandes empresas y los empleos que simplemente no existen en ningún otro lugar. Moscú vive mejor y es más rica que el resto de Rusia. San Petersburgo, mientras tanto, en términos de ingresos por persona, se parece más a la región de Moscú”, explicó Natalia Zubarévich, profesora de geografía económica de la Universidad Estatal de Moscú, a Russia Beyond.
¿Cómo es posible que el país más grande del mundo por área tenga sólo dos centros de gravedad? Los expertos culpan a la historia (siempre es culpable) y a la excesiva centralización de Estado.
“Tradicionalmente, desde la época zarista, Rusia tuvo dos centros de desarrollo: San Petersburgo y Moscú. En la Unión Soviética, la centralización continuó, pero esta vez dando prioridad a Moscú y a las demás capitales de las repúblicas de la Unión: Kiev, Minsk, Taskent, etc.”, dice Evgueni Gontmájer, profesor de la Escuela Superior de Economía de Moscú. Después del colapso soviético, la bipolaridad Moscú-Petersburgo regresó. Y aunque el país se llama Federación Rusa, el federalismo aquí se considera más bien algo simbólico.
En las dos capitales se encuentran las principales instituciones científicas, educativas y culturales, grupos intelectuales, las mejores universidades, los medios de comunicación nacionales y las sedes corporativas. En este sentido, Rusia es todo lo contrario a Estados Unidos, donde los mejores cirujanos están en Texas, la oficina principal de Apple en California, la CNN en Atlanta y el Congreso en Washington, D.C. (la vigésima ciudad más grande del país, a pesar de ser la capital).
“Evolucionamos de manera muy diferente, no desde la base. El nuestro país siempre ha sido monocéntrico que se anexó las provincias y las subordinó. Este centro, simplemente, se ha desplazado un poco”, comenta Zubarévich.
Por último, existe la eterna creencia de que los moscovitas y los petersburgueses son de alguna manera “diferentes”, no verdaderos rusos. Para ser honestos, hay algo de verdad en esto. Los expertos dicen que Moscú no es Rusia porque es una ciudad enormemente avanzada y moderna, con una densa concentración de personas altamente educadas que son los impulsores de esta modernización.
En realidad son distintos en muchos aspectos, con un ritmo de trabajo y de vida totalmente diferente: Moscú nunca duerme, mientras que en la ciudad de Kirílov, en la región de Vólogda, 600 km al norte de Moscú, la vida termina a las 17:00 horas.
“Los moscovitas [y los petersburgueses] tienen una mentalidad fundamentalmente distinta. Son extranjeros. Quieren ser como los estadounidenses o los europeos occidentales (los que aparecen en anuncios y revistas), pero por dentro siguen siendo rusos y eso no les gusta mucho”, dicen los usuarios de un foro en Internet.
Sin embargo, la verdad está en los ojos de quien la observa. Moscú es, en efecto, Rusia cuando se tiene en cuenta que alrededor de las tres cuartas partes de sus habitantes no son moscovitas, sino personas de toda Rusia y de la antigua Unión Soviética.
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