Debido al sentimiento antialemán que hubo en Rusia durante la Primera Guerra Mundial, la ciudad fue rebautizada y pasó de Petersburgo a Petrogrado, que tiene una sonoridad más rusa. “Nos fuimos a la cama en Petersburgo y nos despertamos en Petrogrado”, se decía en los titulares de prensa de la época.
Tras la muerte de Vladímir Lenin la ciudad pasó a llamarse Leningrado. Este nombre es el que vincula para siempre la ciudad con la Segunda Guerra Mundial, el terrible sitio, el “deshielo de Jrushchov” y la perestroika. En septiembre de 1991, se decidió volver a poner el nombre histórico de la ciudad, San Petersburgo.
El mayor de ellos se encuentra, irónicamente, en un estado muy soleado. La quinta ciudad más poblada de Florida es conocida por su buen clima, sus campos de golf, su cálida bahía y sus ardientes playas, cosas que no aparecen demasiado en Crimen y castigo y otras obras ambientadas en la capital del norte de Rusia.
San Petersburgo cuenta con unos 800 puentes y algunos de los más famosos son levadizos. En total hay 19 puentes móviles, que se levantan a determinadas horas (generalmente temprano por la noche) y se bajan a primera hora de la mañana. Estas magníficas obras arquitectónicas son terriblemente incómodas: después de cierta hora se vuelve muy complicado moverse por los diferentes distritos de la ciudad. Así que si vas a ver a unos amigos y se te hace tarde, será mejor que te quedes a dormir.
La columna Alexánder pesa 600 toneladas y ha permanecido en posición vertical durante 185 años, aguantándose sobre su propio peso. Al principio, los habitantes de San Petersburgo evitaban pasar al lado por miedo a ser aplastados. Su creador, Auguste de Montferrand, tenía que pasar por debajo cada días para demostrar que su construcción era segura.
Alrededor de tres millones de personas visitan anualmente el Museo Hermitage, pero nadie ha visto nunca de manera completa la vasta colección del museo más famoso de Rusia. Se estima que si un visitante pasara alrededor de un minuto delante de cada obra, necesitaría más de una década para recorrer todo el museo.
Desde tiempos inmemoriales los gatos han mantenido libre de roedores el Palacio de Invierno. La situación se mantiene a día de hoy: decenas de felinos permanecen oficialmente al servicio del Hermitage. En 2014, el director del museo introdujo un límite de 50 gatos, permitiendo que se llevaran a buenos hogares los “sobrantes”. Para poder obtener uno, los propietarios potenciales tienen que pasar una entrevista y demostrar que son de confianza. Los propietarios oficiales de un gato del Hermitage reciben un certificado sobre el estatus especial de su nueva mascota.
La catedral de San Isaac es la cuarta más grande del mundo. Su gran tamaño hizo que se salvara durante la Segunda Guerra Mundial, y es que se cree que las tropas nazis utilizaron su elevada cúpula como punto de referencia. Tal vez por esta razón, una serie de importantes objetos de valor del museo, que no pudieron ser evacuados a tiempo, se almacenaron en los sótanos de la propia catedral.
La estación más profunda, Admiraltéiskaia, se encuentra a una profundidad de 86 metros bajo tierra. Solo hay estaciones de metro más profundas en Kiev y Corea del Norte, donde se construyeron intencionadamente en caso de guerra.
En un malecón de piedra de un afluente de Fontanka hay una pequeña estatua de un pájaro, conocida por los lugareños como Chízhik-Pízhik, una referencia a una canción cómica. Los turistas le tiran monedas con la esperanza de hacer realidad sus deseos. Sin embargo, algunas personas algo más “emprendedoras” se han llevado la escultura para ellos mismos... Esto ha ocurrido no menos de siete veces. Pero cada vez la escultura ha vuelto, invariablemente, al lugar que le corresponde.
En un estudio reciente que mide la contaminación acústica en las ciudades europeas, San Petersburgo está entre los lugares más ensordecedores junto con Estambul, París y Moscú.
Aquí te contamos todo lo que quieres saber sobre San Petersburgo, la capital cultural de Rusia.
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